La oportunidad de Panamá

Juan Carlos Hidalgo cree que el triunfo de Martinelli en Panamá podría derivar en la simplificación del sistema tributario panameño y en la realización del TLC con EE.UU., dos medidas que podrían apuntalar el desarrollo de la economía.

Por Juan Carlos Hidalgo

Como las buenas noticias rara vez ocupan los titulares, la elección presidencial en Panamá este domingo ha sido ampliamente ignorada en EE.UU. y hasta en América Latina. Sin embargo, dado que Washington todavía tiene negocios pendientes con Panamá en relación al tratado de libre comercio entre ambos países, esta elección sí importa.

El candidato de la oposición, Ricardo Martinelli, tuvo una ventaja cómoda sobre la candidata oficialista, Balbina Herrera. El triunfo de Martinelli lo convierte en el quinto presidente panameño desde que el gobierno civil y constitucional fue reestablecido en 1989. Panamá ahora tiene instituciones democráticas sólidas y la campaña política se desenvolvió como en cualquier otra democracia madura. Esto representa un cambio significativo con respecto a la época del régimen autoritario de Manuel Antonio Noriega hace 20 años.

La economía panameña ha estado creciendo rápidamente. Entre el 2003 al 2007 el PIB per cápita (ajustado al poder de paridad de compra) aumentó a una tasa anual del 6,8 por ciento, la más alta en América Latina durante este periodo, más alta que la de Perú, otro país que ha liberalizado considerablemente su economía en las últimas dos décadas. La expansión del Canal probablemente estimule aún más la economía, pero el crecimiento panameño también ha sido fomentado por los esfuerzos del actual gobierno para liberalizar el comercio y reducir las trabas para hacer negocios.

Martinelli ha hecho algunas promesas populistas de baja intensidad, tales como crear un ministerio para los indígenas y dar pensiones a cada uno de los ciudadanos mayores de edad—incluyendo aquellos que no han contribuido al sistema de seguridad social. Pero su agenda de gobierno incorpora varias políticas económicas importantes, tales como reducir y abolir algunos impuestos, continuar los esfuerzos para reducir las trabas a los negocios, la eliminación unilateral de barreras comerciales, la titulación de tierras y la eliminación de los subsidios energéticos.

La propuesta más importante, sin embargo, es la introducción de un impuesto uniforme o flat tax el cual, si es implementado, haría de Panamá el primer país en las Américas en adoptarlo. Un flat tax libraría al país de la complejidad del actual sistema tributario, reduciría los incentivos para evitar y evadir impuestos, y aumentaría la competitividad del país.

La introducción de un impuesto uniforme en un país latinoamericano probablemente desencadene un efecto dominó en la región similar al que ocurrió en Europa del Este luego de que Estonia diera el ejemplo implementando dicho impuesto en 1994. Una segunda revolución del flat tax puede que esté por iniciarse en Panamá, lo cual es una buena noticia para América Latina donde las altas tasas de impuestos y las reglas tributarias complejas empujan a grandes segmentos de la economía hacia el sector informal.

Finalmente, Martinelli es un firme defensor del tratado de libre comercio (TLC) con EE.UU. el cual se encuentra estancado en el Congreso estadounidense. El actual presidente Martín Torrijos cometió un error estratégico al buscar individualmente un TLC con EE.UU., en lugar de unirse a los demás países centroamericanos en el tratado DR-CAFTA. Las negociaciones se demoraron más de lo esperado y se alcanzó un acuerdo poco después de que los demócratas obtuvieron el control del Congreso en noviembre de 2006. El TLC se encuentra varado ahí desde entonces.

Ahora que el presidente Obama finalmente se ha dado cuenta que EE.UU. no puede dar por sentado a sus amigos en la región, la administración ha dado señales de querer apoyar la aprobación de dicho TLC. No obstante, los líderes demócratas en el Congreso estadounidense, no contentos con sus esfuerzos por reescribir la legislación ambiental y laboral de aquellos países con los que EE.UU. firma acuerdos comerciales, ahora están cuestionando las leyes tributarias de Panamá, en particular sus provisiones de secreto bancario. Las leyes bancarias liberales de Panamá han hecho de este país un centro financiero importante América Latina. Martinelli debería resistir a cualquier presión por parte de los congresistas demócratas tendiente a reescribir la legislación financiera y tributaria de Panamá a cambio de un TLC con EE.UU.

Los próximos cinco años constituyen una magnífica oportunidad para que Panamá se posicione como el punto focal de las Américas. El gobierno de Obama bien sabe que el crecimiento y las oportunidades económicas son los mejores antídotos para el populismo en América Latina. Por eso es que Washington debería recibir la elección de Ricardo Martinelli con la aprobación del TLC con Panamá.