La nueva Venezuela

por Carlos Ball

Carlos Ball es Periodista venezolano, director de la agencia de prensa AIPE (www.aipenet.com) y académico asociado del Cato Institute.

La elección de Hugo Chávez responde a dos inmensos defectos de la política venezolana: corrupción y falta de patriotismo.

Por Carlos A. Ball

La elección de Hugo Chávez responde a dos inmensos defectos de la política venezolana: corrupción y falta de patriotismo.

Ha sido la corrupción de la dirigencia socialdemócrata, socialcristiana y calderista lo que ha llevado a Venezuela al caos actual. Corrupción no es sólo robar. Corrupción también es permitir el abuso del poder en beneficio de los familiares, amigos y correligionarios, hacerse el ciego y el sordo en lo que no conviene ver ni escuchar.

La deshonestidad intelectual ha prevalecido en el palacio de Miraflores por más de tres décadas. Y nadie le ha hecho más daño al libre mercado en Venezuela que Carlos Andrés Pérez, quien intentó convertir los monopolios estatales en monopolios privados, desprestigiando por muchos años el concepto mismo de la privatización. Paralelamente, el keynesianismo del grupo de economistas que Pérez colocó en los cargos claves de su administración fue erradamente percibido en Venezuela como el modelo "neoliberal", lo mismo que los paquetes de malas mañas y altos impuestos recetados por el Fondo Monetario Internacional.

Así vemos que Venezuela ha sido un país de contradicciones. Los llamados "neoliberales" han logrado mayor éxito desprestigiando al libre mercado que los líderes del Movimiento al Socialismo o que los viejos dirigentes comunistas que ahora reaparecen junto a Chávez.

Chávez difícilmente podrá hacerle mayor daño a la "reapertura" petrolera que lo ya logrado por la administración actual y hace pocos días el presidente de Petróleos de Venezuela, Luis Giusti, comenzó una conferencia en Nueva York diciendo que el caos en Rusia demostraba que el capitalismo no parecía ser mucho mejor que el viejo socialismo. Es decir que los "tecnócratas" y los "expertos" están dispuestos a adoptar "la tercera vía" siempre y cuando ellos sigan administrando las riquezas del país. Quien asocia los sucesos en Rusia con el funcionamiento de una economía de mercado verdaderamente merece un puesto en la directiva del FMI o del BID, adonde suelen graduarse los ex funcionarios que han frenado el desarrollo económico de América Latina a lo largo de medio siglo.

Entonces, si el presidente electo Chávez comprende que no ha sido sólo la corrupción de los políticos y funcionarios lo que ha empobrecido al pueblo venezolano, sino que la inflación ha tenido una horrible influencia en el malestar de los más débiles, quizás se dé también cuenta de la vital importancia de regresar al bolívar fuerte y estable, a la inflación de 2% o menos que logró, en la década de los 50, mejorar año tras año el nivel de vida de todos los venezolanos.

Desde luego que no es eliminando la educación privada como se logra mejorar el nivel cultural del pueblo y la productividad de los trabajadores. En tal sentido, las primeras declaraciones del presidente electo Chávez apuntan hacia más de lo mismo, hacia la profundización de la ideología adeca y copeyana.

Pero avizorando con optimismo el futuro, el fin de 40 años de un fracasado y corrupto oligopolio político abre las puertas al surgimiento de un partido liberal en Venezuela, mientras que la fuerte caída de los precios del petróleo elimina toda posibilidad de que la redistribución de una riqueza estática alcance a darle de comer a toda la población venezolana. Con mucho menor riqueza petrolera en manos de los políticos, el gobierno dependerá en creciente grado en la producción de nueva riqueza particular y esta no se genera sin un adecuado sistema de incentivos. Tales incentivos son exactamente los mismos en toda época y en todas partes: igualdad ante la ley, bajos impuestos y respeto a los derechos de propiedad. Bajo el predominio de privilegios otorgados políticamente y sin la posibilidad de retener el fruto de nuestro trabajo no hay ahorro posible, a la vez que se debilita hasta desaparecer todo esfuerzo individual. Patriotismo y erradicación de la corrupción son dos requisitos previos a la búsqueda de ese buen camino.

Artículo de la Agencia Interamericana de Prensa Económica (AIPE)
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