La locura petrolera
Por Alan Reynolds
Luego de conocer las sospechadas noticias sobre las abundantes ganancias cosechadas por las gigantes compañías de petróleo, Bill O´Reilly, de Fox TV, conlcuyó: “Mi argumento es que las compañías de petróleo no deberían duplicar sus ganancias. Podrían tal vez hacer un 40%. Llevarse un poquito menos por el bien del país”.
El margen de ganancia reciente de Exxon-Mobil fue de casi 9% de las ventas. Supongamos que intentaran descontar cinco centavos por cada dólar al ofrecer el barril de crudo a $3, lo que es inferior al precio actual en la bolsa de Chicago. Las refinerías instantáneamente comprarían hasta la última gota. Al día siguiente, el precio mundial de crudo volvería a ser el mismo que antes.
Supongamos que las Cinco Grandes compañías petroleras se pusieran de acuerdo en bajar el precio del galón de gasolina por veinte centavos en sus estaciones de servicio. Los automovilistas vaciarían esas estaciones, dejando que el resto de las estaciones de servicio independientes cobren aun más. Mientras tanto, los dueños de estaciones de servicio independientes presentarían una demanda con el departamento antimonopolista en el Ministerio de Justicia, acusándolas de fijar precios predatorios para expulsarlos del negocio.
Si es verdad que los precios del crudo o de la gasolina suben y bajan por antojo de las compañías petroleras estadounidenses, ¿por qué bajarían en primer lugar? El crudo en Texas bajó a $12 en febrero de 1999. ¿Fue porque de pronto las compañías petroleras se volvieron menos avaras?
“En promedio, el precio de la gasolina en EE.UU. cae a $2.48 por galón”, decía un título reciente del USA Today, resaltando que los precios de la gasolina habían caído al menos por 55 centavos. El precio del crudo bajó 9.8% en octubre. El índice de acciones de las compañías petroleras y de gasolina del Dow Jones cayó por un 9.2%. En el mercado de futuros, los precios del gas natural cayeron por un 18% en una sola semana.
Desde sus cuestionables teorías el Sr. O’Reilly tuvo que conjurar una nueva teoría. Ahora él argumenta que, mientras los precios subieron debido a un huracán inexpicable de avaricia, luego bajaron porque “las compañías de petróleo han sido presionadas para bajar el precio del petróleo”. Sostiene que “la demanda mundial de petróleo es la misma hoy que hace ocho semanas. Pero que los precios petróleo están cayendo, entonces ¿qué es lo que pasa? Miedo. Eso es lo que pasa. Millones de estadounidenses están furiosos con las compañías y están comprando menos gasolina”.
¿Perdón? Si millones de estadounidenses están “comprando menos gasolina”, ¿cómo es que la demanda es la misma? Para escapar de la paradoja, el Sr. O´Reilly distinguió la demanda “mundial”. Pero la demanda mundial es totalmente irrelevante a menos que los precios domésticos del petróleo y de la gasolina sean fijados por la demanda y la oferta de los mercados mundiales, en lugar de ser fijados por caprichos corporativos.
Sin embargo, el Sr. O´Reilly afirma, “la verdad es que las compañías de petróleo estadounidenses fijan el precio doméstico de la gasolina basándose en lo que creen que se les va a permitir”. Pero si las compañías de petróleo domésticas son las que fijan el precio, ¿por qué mencionar siquiera la demanda mundial? Y si solamente las compañías de petróleo estadounidenses fijan los precios, hacia arriba o hacia abajo dependiendo de su humor, ¿por qué son los precios idénticos, aquí y en el extranjero, en British Petroleoum y en Royal Dutch Shell?
La verdad es que no hay manera que el Sr. O´Reilly pueda saber si “la demanda mundial es la misma hoy que hace ocho semanas”. La Agencia de Energía Internacional (AEI) estima la demanda mundial mensualmente, y el último cálculo fue en septiembre. “La demanda aparente de China nuevamente fue corregida ya que había sido sobreestimada”, afirmó AEI. “Un record en las importaciones de EE.UU. provocaron una presión hacia abajo por sobre los precios actuales de la gasolina”. Si ellos pudieran aceptar como válida la idea del Sr.O´Reilly de que las compañías de petróleo estadounidenses fijan los precios como les place, la AEI podría dejar de recolectar esos datos fastidiosos.
Si vendes tu casa por mucho más de lo que la compraste, recibirás una “ganancia inesperada”. Cuando quieres utilizar esa ganancia de la venta de tu vieja casa para comprar una nueva, descubrirás que el precio de las demás casas también subió. Eso puede explicar por qué el senado todavía no ha contemplado un “impuesto sobre las ganancias inesperadas” extra que reciben quienes venden su casa. De hecho, desde 1997, matrimonios han conservado medio millón de dólares en estas ganancias libres de impuestos.
Aparte de la reducción de impuestos sobre las casas, algo muy parecido ocurre en cualquier negocio siempre que sube el precio de algo que se compró en el pasado más barato. Quienes procesan materias primas retienen inventarios, por ejemplo, y es posible que hayan sido comprados por mucho menos que el precio actual. Cuando el valor contable de esos inventarios se ajusta para reflejar el precio actual más alto, los contadores suman la diferencia a las ganancias de la empresa. Pero esto se denomina “ganancia por inventario”, ya que esas ganancias en papel serán pronto usadas para reemplazar la materia prima al nuevo precio más alto. Así las ganancias desaparecen.
La industria del petróleo retiene mucho inventario, y deberíamos estar contentos por esto. Si una compañía de petróleo acumula mucho petróleo a $40—antes de que suba a $60—será tan bueno (en los libros) como los tipos de ganancia que se ven en las ventas de las casas en Las Vegas. Debido a que el precio de la gasolina también sube cuando sube el del crudo (en parte porque la mitad del costo consiste en el crudo), los productos refinados del crudo más baratos a $40 también recibirán una ganancia atípica por un tiempo. Pero esto es similar al dinero que se gana por la venta de una casa, pero que se necesita para comprar otra vivienda. Los precios del petróleo también deben reflejar los costos de reemplazo y la consecuente acumulación de ganancias de inventario por única vez no son el problema sino parte de la solución.
Pensándolo mejor, no debería haber mencionado esta analogía entre los “golpes de suerte” con el petróleo y las casas. Algunos senadores están buscando excusas para poner impuestos sobre cualquier cosa. Con seguridad, no intento fomentar ese tipo de saqueo político.
Traducido por Marina Kienast para Cato Institute.