La leyenda negra de Occidente
Gabriela Calderón de Burgos reseña el libro The War on the West del escritor británico Douglas Murray.
Por Gabriela Calderón de Burgos
Douglas Murray publicó recientemente The War On The West retratando el fenómeno que ha venido permeando las sociedades occidentales alrededor del mundo.
Murray señala que hemos pasado de apreciar lo bueno de la cultura occidental —la democracia, la razón, los derechos individuales y principios universales— a afirmar que todo lo que tenga que ver con Occidente está mal. Esto se lo hace en las universidades, colegios, en las empresas y principales medios de comunicación, en las entidades del sector público de países desarrollados de Occidente, pero particularmente en EE.UU. Si bien empezó como un movimiento marginal en la academia de ciencias sociales, esto ha llegado a invadir incluso campos que se pensaría que tienen poco o nada que ver con cuestiones políticas: las ciencias naturales, la música, el arte, la jardinería, las matemáticas, etc.
Sin oponerse a la diversidad de opiniones, desdeñar el revisionismo histórico o el debate de ideas en general, su libro pretende defender precisamente eso y señalar aquellos que en nombre de estas causas loables, buscan imponer una versión desequilibrada de la historia y silenciar a los disidentes —quienes cada vez más se enfrentan a un alto precio por manifestar opiniones que se desvían de lo políticamente correcto.
Murray describe un esfuerzo organizado y eficaz de re-escribir la historia de Occidente para provocar vergüenza entre sus integrantes. Que hayan sido tan eficaces tan rápido es evidencia para Murray de que una mayoría crítica de los integrantes de las sociedades occidentales son ignorantes de su propia historia, así como también de la de otras sociedades. Por ejemplo, perciben sociedades como la de EE.UU. como profundamente racistas, ignorando el racismo imperante y récord de abusos de derechos humanos en la China que persigue a los chinos musulmanes uigures. Además, se ignora cualquier incidente virtuoso en el pasado de las naciones occidentales. Por ejemplo, en las diatribas contra el pecado original de la esclavitud se ignora que fue precisamente el occidental imperio británico el que combatió la esclavitud no solo dentro de sus territorios sino alrededor del mundo.
Entre gritos de anti-fascismo se derriban las estatuas de muchos héroes de Occidente como Winston Churchill —quien es quizás el más comprobado anti-fascista del siglo XX, conforme surgen nuevas de Karl Marx, a quien se le perdona sus expresiones racistas por ser anti-capitalista. También se han cambiado nombres de edificios, retirado obras de arte, eliminado grandes obras de literatura de los currículums como aquellas de William Shakespeare, todo en el intento de efectuar una especie de profilaxis cultural para librarnos de todo pecado original. Por ejemplo, está bien si el racismo es contra blancos, pero no contra las demás minorías.
Esa mirada desequilibrada del pasado que los está llevando a querer destruirlo todo, incluidas las bases del impresionante progreso de Occidente, es una película que ya la hemos vivido aquí en Latinoamérica y es una receta para el conflicto permanente y una de las causas detrás de nuestro ciclo recurrente entre el caos y el orden.
La falta de gratitud por lo bueno en nuestro pasado, explica Murray, solo nos puede llevar a albergar resentimiento y sed de venganza.
Este artículo fue publicado originalmente en El Universo (Ecuador) el 9 de septiembre de 2022.