La evolución de un orden monetario global

por Jerry L. Jordan

Jerry L. Jordan es Presidente del Federal Reserve Bank de Cleveland y académico asociado del Cato Institute.

Utilizamos la palabra "instituciones" de dos maneras. La primera se refiere a organizaciones tales como ministerios, bancos centrales, el FMI o la OTAN. El segundo significado de instituciones se refiere a reglas, como sistemas judiciales, leyes laborales, el cumplimiento de contratos, la acción de hacer valer los derechos de propiedad, etc.

Por Jerry L. Jordan

Utilizamos la palabra "instituciones" de dos maneras. La primera se refiere a organizaciones tales como ministerios, bancos centrales, el FMI o la OTAN. El segundo significado de instituciones se refiere a reglas, como sistemas judiciales, leyes laborales, el cumplimiento de contratos, la acción de hacer valer los derechos de propiedad, etc.

Ambos tipos de instituciones, tanto los organismos como las reglas que se crean, tienen también el objetivo de mejorar el funcionamiento del mercado. Sin embargo, las organizaciones y las reglas también tienen la intención de alterar el funcionamiento del mercado, cuando los beneficios de la intervención son percibidos como mayores que la eficiencia económica. Este es el caso cuando objetivos políticos o sociales son considerados más importantes que la eficiencia económica. Objetivos tales como la redistribución de la renta, una decisión política que le da mayor importancia a compartir la riqueza que a crearla, resultan en arreglos que reducen la eficiencia de los mercados.

Las fuerzas económicas constituyen una fuerza irresistible, mientras que las instituciones políticas tienden, con el tiempo, a convertirse en objetos estáticos, a través de obsolescencia institucional.

Los arquitectos de las nuevas reglas suelen entender la necesidad de crear instituciones que sean "organismos vivos", capaces de adaptarse a condiciones cambiantes. La implicación final del conflicto entre las irresistibles fuerzas económicas y las instituciones políticas estáticas es que estas últimas tienen que cambiar o fracasan.

El gran economista austríaco Joseph Schumpeter decía que "lo esencial a comprender es que con el capitalismo estamos tratando con un proceso evolucionario..." Esta observación es aplicable a todas las instituciones que definen los parámetros de nuestra economía global. Aquellas instancias que favorecen el bienestar económico tienden a sobrevivir y las que no, desaparecen. La gente adopta instituciones -leyes, convenciones y costumbres- para definir y hacer cumplir los derechos de propiedad, como también para reducir los costos del intercambio económico.

Es obvio hoy en día que un producto manufacturado tiene que competir no sólo en las tiendas locales sino cada día más en el mercado global. Sin embargo, que las instituciones locales están en competencia con otras en el ámbito internacional no es tan ampliamente comprendido. Lo que ha cambiado para los políticos es la competencia que enfrentan de las políticas e instituciones de otros países. Los votantes ya no son sólo los ciudadanos locales, sino también quienes manejan las inversiones internacionales, en un mercado de capitales global.

Los votantes internos apoyan a los políticos que buscan redistribuir la riqueza a través de programas sociales. El mercado de capitales examina a todo el mundo en busca de políticas locales que benefician la creación de riqueza. Ganar el apoyo de unos significa perder el apoyo de los otros.

La tensión inherente en esta dinámica se manifiesta de diferentes maneras; algunas veces se caracteriza en el conflicto entre las autoridades fiscales y las monetarias; otras veces en la inconsistencia entre el poder adquisitivo interno de la moneda y su valor de cambio. Algunos gobiernos erigen barreras a las importaciones para beneficiar a ciertos productores y al mismo tiempo subsidian a los consumidores. Pero gobiernos con políticas fiscales poco sanas o que ofrecen generosas pensiones a sus ciudadanos tienen crecientes dificultades en aumentar impuestos y en emitir nueva deuda.

A fin de cuentas, lo mismo como las barreras al intercambio comercial no frenan indefinidamente la competencia de mejores bienes, los controles de capital tampoco son obstáculos permanentes a las presiones de los votantes del mercado de capitales.

No hay duda que las crisis recientes reflejan el mayor escrutinio de disciplina financiera impuesta en las instituciones y políticas locales de una nación por parte de los inversionistas y prestamistas internacionales. Los participantes en el mercado global se han convertido en votantes sin nacionalidad, dando vueltas por el mundo en búsqueda de aquellas instituciones que favorecen la creación de riqueza. Ya representan una fuerza irresistible. Por ello, a fin de cuentas, las fuerzas para la creación de riqueza dominarán sobre las fuerzas de la redistribución de la riqueza. El proceso de ajuste no será suave.

En la última década del milenio hemos sufrido de considerables turbulencias en los mercados financieros. Pero, al mismo tiempo, hemos estado evolucionando hacia un orden monetario global más estable.

Artículo de la Agencia Interamericana de Prensa Económica (AIPE)
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