La enigmática estrechez laboral estadounidense

Manuel Sánchez González comenta el misterio en torno al elevado número de vacantes que no han podido satisfacerse en el mercado laboral estadounidense, en el contexto de una desocupación significativamente mayor a la prevaleciente antes del COVID-19.

Por Manuel Sánchez González

En fechas recientes se ha incrementado el debate público sobre las causas de una aparente estrechez laboral en EE.UU., a pesar de la incipiente recuperación económica.

El apretamiento del mercado de trabajo se ha reflejado en un elevado número de vacantes que no ha podido satisfacerse, en el contexto de una desocupación significativamente mayor a la prevaleciente antes del COVID-19.

En particular, durante el presente año la tasa de desempleo ha atenuado su tendencia declinante, iniciada a mediados de 2020, y, en mayo pasado, se ubicó en 5,8 por ciento. En contraste, durante los dos años anteriores a la pandemia, esta proporción se mantuvo por debajo de 4 por ciento.

Al mismo tiempo, el número de vacantes abiertas ha ido en ascenso hasta superar, recientemente, el número de empleos perdidos desde marzo de 2020.

Aunque no implican una correspondencia entre los trabajos disponibles y las capacidades de los desocupados, estas tendencias confirman las dificultades que enfrentan muchos negocios para cubrir sus puestos, en un ambiente de abundancia de mano de obra.

Esta aparente paradoja ha merecido diversas explicaciones. La más socorrida ha sido la que apunta a los beneficios federales por seguro contra el desempleo, los cuales se ampliaron con el fin de aliviar el impacto social del coronavirus.

El acrecentamiento de las subvenciones ha abarcado un monto y un tiempo de apoyo extendidos, así como la incorporación de beneficiarios típicamente no considerados en esos esquemas, como los propietarios y los contratistas individuales. Con estas medidas, los pagos por desocupación han superado, sobre todo en su primera fase, las percepciones laborales previas de la mayoría de los receptores.

Desde el punto de vista económico, es posible que los mayores subsidios desalienten la aceptación de trabajo de aquellos que lo buscan e, incluso, la indagación laboral por parte de otros, lo cual, por cierto, mantendría artificialmente baja la tasa de desempleo.

Si bien debe ponderarse su influencia, no es posible concluir que los mayores beneficios por desempleo sean el único, ni el principal factor en las decisiones de trabajo. En la pandemia han confluido otros elementos que podrían disuadir la aceptación de ofertas.

Entre los posibles factores adicionales destacan el cierre de las escuelas y la necesidad de apoyar la educación de los hijos en casa, las preocupaciones de salud y el temor a los contagios en los lugares de trabajo, especialmente considerando la heterogeneidad de las medidas de precaución sanitaria implantadas por las empresas, así como las dudas sobre la permanencia del empleo si ocurre un nuevo agravamiento de la pandemia.

Por otra parte, la preponderancia de los mayores beneficios como obstáculo para aceptar un empleo se confirmaría si se identificara una tendencia alcista de los salarios como respuesta. Sin embargo, este fenómeno no ha sido claro a nivel general.

Si bien se ha registrado cierta presión al alza de las remuneraciones en los sectores originalmente más afectados por la pandemia, como el de hospedaje y esparcimiento, tales percepciones incluyen propinas, las cuales han aumentado con la reapertura de actividades.

Además, resulta difícil distinguir entre los aumentos de los salarios y la tendencia alcista de la inflación, impulsada por el Banco de la Reserva Federal de EE.UU. Finalmente, es posible que los empleadores no reaccionen proponiendo mayores salarios, teniendo en cuenta que los beneficios extraordinarios expirarán a más tardar a principios de septiembre próximo.

Consideraciones como las anteriores parecerían estar detrás de las contestaciones a dos preguntas que la Iniciativa de Mercados Globales, de la Escuela de Negocios Booth de la Universidad de Chicago, planteó, a finales de mayo, a cuarenta prominentes economistas.

La primera consistió en si los suplementos al seguro de desempleo constituyen un desincentivo ‘mayor’ a trabajar para las personas de más bajos ingresos y, la segunda, si éstos propiciarán un aumento de salarios en un monto ‘significativo’ para atraer a los desempleados.

Las respuestas, ponderadas por el nivel de confianza asignado por cada entrevistado, fueron las siguientes: 55 por ciento incierto y 18 por ciento en desacuerdo, para la primera pregunta; 46 por cierto incierto y 16 por ciento en desacuerdo, para la segunda.

La principal lección de este análisis es la conveniencia de poner en duda explicaciones simplistas sobre un fenómeno económico complicado. Como un reciente estudio empírico ha concluido, lo más probable es que los mayores beneficios por desempleo ejerzan “un efecto pequeño, pero apreciable” sobre el trabajo.

Este artículo fue publicado originalmente en El Financiero (México) el 16 de junio de 2021.