La economía detrás de la suspensión temporal de los impuestos a la gasolina

Peter Van Doren explica sobre quién recae la carga de los impuestos a la gasolina, tanto a nivel federal como de los estados y explica por qué otros recortes de impuestos tendrían mejores resultados.

Por Peter Van Doren

Cuando los precios de la gasolina suben, los políticos buscan una respuesta de política pública que calme a público conductor que vota. Una suspensión federal de los impuestos federales y de los estados sobre la gasolina es una respuesta de este tipo. ¿Dicha suspensión reducirá los precios de la gasolina? La respuesta requiere un conocimiento acerca de cuánto del impuesto sobre la gasolina es pagado por los consumidores y cuánto es pagado por los productores.

Sin importar si la responsabilidad legal para pagar el impuesto recae sobre los productores o consumidores, la teoría económica sugiere que la carga de los impuestos recae sobre el participante del mercado cuyo comportamiento es menos reactivo al precio. Si la demanda de los consumidores es más reactiva al precio que la oferta, entonces una mayor porción de la carga impositiva recaerá sobre los vendedores y más de los beneficios de una suspensión temporal de impuestos recaerán sobre los vendedores. Si la demanda de los consumidores es menos reactiva al precio que la oferta, entonces una mayor porción de la carga impositiva recae sobre los consumidores y más de los beneficios de la suspensión temporal de los impuestos recaerá sobre los consumidores. Debido a que la propuesta de política se trata de una suspensión temporal en lugar de permanente del impuesto a la gasolina, tenemos que responder estas preguntas para un marco de tiempo de meses en lugar de años. Por lo tanto, las decisiones de inversión a largo plazo que afectan las decisiones de oferta y de los consumidores acerca de las opciones de vehículos no son parte del análisis. 

La referencia económica clásica sobre este asunto encontró que el impuesto federal estaba dividido en partes iguales entre los productores y consumidores mientras que los impuestos de los estados caían casi totalmente sobre los consumidores. Esto es para EE.UU. en su conjunto, los consumidores y productores eran igual de poco reactivos al precio y por lo tanto compartían la carga impositiva de manera igual y compartirían en partes iguales los beneficios de una reducción de impuestos. A nivel de los estados, la oferta puede ser desplazada mucho más fácilmente hacia otros estados como reacción a los impuestos de los estados, de manera que los impuestos sobre la gasolina de los estados recaían casi de manera exclusiva sobre los consumidores, quienes se beneficiarían considerablemente de una suspensión temporal de los impuestos de los estados sobre la gasolina. Un estudio más reciente acerca de los impuestos de los estados también encontró que “los impuestos sobre la gasolina son totalmente transmitidos a los consumidores sin importar la temporada o la capacidad de la utilización”.

Pero durante 2000 y 2009, cuando los precios del petróleo fueron altos durante años electorales y cuando se hablaba en abundancia acerca de una suspensión temporal del impuesto a la gasolina, economistas destacados afirmaron que los consumidores no se beneficiarían de la suspensión de impuestos. En 2000 Paul Krugman dijo “La cantidad de petróleo disponible para el consumo estadounidense durante el futuro cercano es prácticamente una cifra fija”. En 2008, Gregory Mankiw dijo “Lo que aprende en Economía 101 es que si los productores no pueden producir mucho más, cuando reduce el impuesto sobre ese bien el impuesto es mantenido por los proveedores y no es transmitido a los consumidores”.

¿Cómo podríamos reconciliar estas diversas afirmaciones? El mundo a corto plazo de la oferta de gasolina puede que sea muy poco reactivo al precio como Krugman y Mankiw afirmaron. Pero la oferta a EE.UU. puede que sea más flexible ante el precio. Podemos inducir las importaciones de gasolina reduciendo nuestros impuestos sobre la gasolina en relación a los impuestos vigentes en otros países. Los impuestos en Europa ya son muy altos, especialmente sobre el diesel. El impuesto promedio sobre la gasolina es de €0,56 por litro ($2,33 por galón) en Europa, y €0,44 por litro ($1,83 por galón) sobre el diesel. A modo de comparación, el impuesto federal sobre la gasolina en EE.UU. es de 18,4 centavos por galón. El impuesto más alto sobre la gasolina en Europa ha derivado en un uso más alto de diesel. Este hecho, combinado con la relación inflexible del diesel frente a la producción de gasolina derivada del crudo (en ausencia del ‘cracking’ catalítico en el proceso de refinación), resulta en que Europa tenga gasolina en exceso, la cual tradicionalmente ha sido una fuente de oferta elástica para el mercado estadounidense. Reducir nuestros impuestos hace que sea todavía más atractivo para los productores enviar su oferta a EE.UU.

El mismo razonamiento se aplica a los impuestos sobre la gasolina. La oferta a corto plazo de gasolina en EE.UU. puede que sea un tanto inflexible ante el precio. Pero las ofertas relativas entre los estados son más flexibles ante el precio. Los impuestos de los estados van desde tan solo 9 centavos por galón en Alaska hasta cerca de 59 centavos en Pennsylvania. Utilizando la variación en los impuestos de los estados sobre la gasolina entre 1983 y 2003 Marion y Muehlegger concluyen que “los impuestos a la gasolina son totalmente transmitidos a los consumidores sin importar la temporada o capacidad de utilización”. Por lo tanto, las suspensiones temporales de los impuestos sobre la gasolina resultarían en precios más bajos para los consumidores. 

Solo porque los consumidores se beneficiarían no implica que las suspensiones temporales de los impuestos son una política pública adecuada. A menos que los gastos se reduzcan, una suspensión temporal del impuesto federal implica un mayor endeudamiento en el nivel federal. ¿Acaso las actuales circunstancias económicas justifican los préstamos federales para regular el consumo? Mi colega Ryan Bourne ha discutido este asunto. Endeudarse es adecuado cuando los shocks negativos contra la oferta reducen la producción real por debajo de una tendencia normal, siempre y cuando se den ahorros cuando la producción real esté por encima de la tendencia. La producción real ahora casi ha vuelto a la tendencia previa a la pandemia y por lo tanto endeudarse ahora no parecería ser adecuado. Otro colega, Chris Edwards, ha documentado que los estados actualmente gozan de grandes superávits de manera que las reducciones de impuestos ciertamente son viables sin necesidad de endeudarse. Pero los impuestos sobre la gasolina, como todos los impuestos al consumo, son más eficientes que los impuestos sobre el ingreso y probablemente menos regresivos que los impuestos sobre el consumo general. De manera que otros recortes de impuestos tendrían una mejor eficiencia y consecuencias distributivas que las reducciones temporales del impuesto a la gasolina.

Este artículo fue publicado originalmente en Cato At Liberty (EE.UU.) el 22 de marzo de 2022.