La derecha estadounidense abandona a Mises
Brian Doherty reseña su libro, que trata acerca de la evolución del movimiento liberal moderno en Estados Unidos.

Por Brian Doherty
Ludwig von Mises, una figura fundacional del liberalismo moderno, también fue durante décadas un héroe de la derecha estadounidense. En la magistral historia de George H. Nash de 1976, The Conservative Intellectual Movement in America Since 1945, el primer capítulo está protagonizado por el economista austriaco y sus estudiantes y asociados, y dice que "sería difícil exagerar las contribuciones de... Ludwig von Mises a la rehabilitación intelectual del individualismo en Estados Unidos".
El discípulo de Mises, Murray Rothbard, se quejó de que la adopción de Mises por parte de los conservadores había ocultado las partes más radicales del pensamiento del economista: elementos que eran antiestatales, pro-paz, pro-inmigración, incluso críticos con la tradición cristiana. En un ensayo de 1981 en The Journal of Libertarian Studies, Rothbard se quejaba de que demasiados de los seguidores de derechas de Mises "han distorsionado involuntariamente [sus opiniones] y las han hecho parecer una con el movimiento conservador moderno en Estados Unidos", como si Mises fuera "una especie de intelectual de National Review".
Algunas figuras de National Review admiraban a Mises. En su introducción al primer libro bestseller del fundador de National Review, William F. Buckley, God and Man at Yale, de 1951, un ataque a lo que Buckley veía como un impulso izquierdista a la educación de la Ivy League, el periodista conservador John Chamberlain nombró a Mises como uno de los pensadores sociales vergonzosamente excluidos del típico plan de estudios de Yale.
Sí, algunos mandarines conservadores desconfiaban de Mises, preocupados porque su enfoque racionalista y utilitario de las libertades económicas no destacaba la importancia de, como dijo Russell Kirk, "las sanciones sobrenaturales y tradicionales". Pero la visión misesiana de los beneficios de la propiedad privada y la mínima interferencia económica fue uno de los tres pilares de la derecha intelectual estadounidense desde el surgimiento de la revista de Buckley hasta al menos el final de la presidencia de Ronald Reagan (los otros dos eran el tradicionalismo cristiano y el anticomunismo militante). El dominio intelectual de Mises se basaba en sus magistralmente detalladas defensas del liberalismo clásico del siglo XIX y la economía de libre mercado, y también en su influencia en otros gigantes intelectuales libertarios, como Rothbard, F. A. Hayek y Ayn Rand.
Entre los cambios más perjudiciales que el trumpismo ha provocado en el conservadurismo se encuentra el rechazo de los elementos centrales del pensamiento de Mises, las partes que socavaban la idea de que un "interés nacional" debe sustituir a la elección individual y la libertad en los mercados.
Mises era un ferviente defensor del libre comercio. El presidente Donald Trump promueve la autarquía y se hace llamar "El hombre de los aranceles".
Mises era un ferviente antiinflacionista, un promotor de monedas fuertes que el gobierno no podía crear y manipular a voluntad. Aunque Trump ha apoyado nominalmente la criptomoneda privada como parte de su coalición antisistema más amplia, también exigió en su primer mandato que la Reserva Federal ampliara la oferta monetaria para estimular la economía y obtener un beneficio político a corto plazo.
En su libro de 1944 Omnipotent Government, Mises condenó la expansión territorial forzosa como una de las causas de las terribles guerras europeas del siglo XX. Desde las elecciones, Trump ha reflexionado públicamente sobre las conquistas territoriales en todo el mundo.
Trump apoya fervientemente una política de inmigración restrictiva. Mises creía que la libre circulación de personas, bienes y capitales eran los ejes del sistema internacional ideal.
Trump está a favor de la política industrial, en la que los planificadores gubernamentales intervienen para ayudar a determinadas industrias nacionales. Mises entendió que eso reduciría, no aumentaría, la prosperidad general.
Y cuando las políticas intervencionistas de Trump fracasen, eso significará más peligro, porque, como señaló Mises, las intervenciones estatales fallidas a menudo conducen a más intervenciones. Los burócratas siguen empecinados en tratar de lograr los resultados deseados mediante más intervenciones que también fracasan, tejiendo redes cada vez más complejas de controles ineficaces. Esa dinámica hizo que Mises negara la posibilidad de una "tercera vía" viable entre el libre mercado y el socialismo. Una vez que se empieza a recorrer el camino socialista, escribió, se tiende a alejarse cada vez más de la libertad.
El principal fracaso del socialismo y de la política industrial
Mises fue el principal defensor en el siglo XX de lo que se conoce como la escuela austriaca de economía. Esa tradición comenzó con el libro de Carl Menger de 1871 Principios de economía, que argumentaba que los deseos y valoraciones de los consumidores individuales explican la formación de los precios de mercado. Esta idea tiene un atractivo natural para las personas de mentalidad libertaria, ya que implica que los mejores resultados surgen al permitir que el libre juego de los deseos de los consumidores dé forma a lo que producen los productores, a lo que cuestan las cosas y a la forma general que debe adoptar la economía.
Mises nació el 29 de septiembre de 1881 en la ciudad austrohúngara de Lemberg. Se doctoró en Derecho por la Universidad de Viena en 1906. Su interés por la economía comenzó cuando leyó Principios de Menger, que lo acercó al liberalismo clásico. Mises trabajó con la Cámara de Comercio de Austria y dio conferencias en la Universidad de Viena (no como empleado asalariado, sino pagado directamente por sus alumnos). Durante la Primera Guerra Mundial, sirvió durante tres años como capitán de artillería en el frente. Y en 1922, publicó una obra magistral que se expandió más allá de la economía hasta la filosofía política y las ciencias sociales.
En la década de 1920, después de la Revolución Bolchevique de Rusia, la mayoría de los intelectuales occidentales vieron el socialismo como una gran idea que probablemente barrería el mundo. El libro de Mises, El socialismo: un análisis económico y sociológico, explicaba por qué esa filosofía era destructiva para una civilización feliz y rica. Hayek, otro economista austriaco libertario, trabajaba para Mises en la cámara de comercio cuando se publicó El socialismo. Más tarde escribió: "Para ninguno de nosotros, los jóvenes que leímos el libro cuando apareció, el mundo volvió a ser el mismo".
La contribución más duradera del socialismo fue la demostración de Mises de que el socialismo en una economía industrial dinámica nunca podría reemplazar la capacidad de un sistema de precios para hacer coincidir las decisiones de los productores con los deseos de los consumidores. El argumento sobre esta propuesta, que se prolongó durante muchos años, se conoció como el "debate del cálculo socialista".
Lo que los mercados libres hacían que los socialistas no entendían, explicaba Mises, era reducir las comparaciones entre objetos inconmensurables a un denominador común: un precio. Sin ese denominador común, sería imposible tomar decisiones racionales y eficientes sobre qué producir y en qué cantidades para satisfacer necesidades humanas demostrables. Por ejemplo: ¿Qué pasa si tienes un almacén lleno de acero, pero necesitas comida para comer, y deseas intercambiarlo de la manera que más te beneficie, acorde con los deseos de tu socio comercial? En una economía de mercado, los precios te dicen lo que vale todo en relación con todo lo demás. Si el acero se vende a 120 dólares la libra y las manzanas a 3 dólares la libra, sabes que una libra de acero vale 40 veces más que una libra de manzanas.
Con la propiedad privada y la capacidad de las personas para quedarse con lo que ganan comprando y vendiendo, los precios de mercado probablemente se acerquen lo más posible en todo momento a cómo la gente valora realmente las cosas. ¿Por qué? Porque los precios "erróneos" crean oportunidades empresariales para aumentarlos o reducirlos hasta que sí que reflejen los deseos reales de la gente. Este proceso continuo del mercado nunca da como resultado el modelo perfecto de equilibrio del economista moderno en el que el comercio se vuelve irrelevante. Así, la combinación de precios y propiedad privada se acerca tanto como cualquier proceso social podría reflejar los verdaderos deseos sociales sobre lo que se debe hacer y lo que debe costar.
Bajo el socialismo, en el sentido en que Mises utilizó el término, un grupo de planificadores gubernamentales es dueño de todo y toma decisiones de asignación sin precios de mercado. En esa situación, no se acercarán en nada a reflejar los deseos reales de las personas. La prevalencia de la escasez y el despilfarro en la Unión Soviética ayudó a convencer a muchos economistas de que Mises tenía razón, aunque pocos lo pensaban cuando publicó por primera vez sus argumentos. Cuando la URSS se derrumbó, el popular periodista económico Robert Heilbroner, que no era partidario de Mises, declaró en The New Yorker la nueva sabiduría convencional: "Resulta, por supuesto, que Mises tenía razón".
Los precios del libre mercado difunden información sobre las valoraciones subjetivas de cada uno de lo que quiere y lo que está dispuesto a pagar por ello. Al hacerlo, dependen, como enfatizó especialmente Hayek, de la conciencia personal única de los individuos sobre circunstancias locales específicas que ningún planificador central podría conocer jamás, excepto a través de los mismos precios de mercado que los planificadores creen que pueden eliminar o inventar. Esto hace que cualquier versión del tipo de política industrial "proestadounidense" que promueve Trump no sea, en última instancia, más que el uso de la fuerza política para impulsar los intereses de los grupos privilegiados a expensas de todos los demás trabajadores o consumidores estadounidenses.
Un liberalismo de paz, democracia, propiedad privada, libre mercado y tolerancia
Después de El socialismo, Mises escribió Liberalismo en la tradición clásica (1927), una brillante explicación de su filosofía social. El liberalismo de Mises es materialista; "no tiene en cuenta nada más que el avance del bienestar material externo [del hombre]". Es capitalista, pero reconoce que un sistema capitalista verdaderamente liberal tiene como motor no los caprichos de los capitalistas, sino los deseos de los consumidores. Es democrático, pero solo pragmáticamente; la democracia garantiza en gran medida la transferencia pacífica del poder estatal. Es utilitario; Mises defiende la libertad económica y personal no desde una creencia metafísica en los derechos, sino porque el liberalismo ofrece la mayor riqueza y abundancia.
El liberalismo de Mises requiere paz para su pleno florecimiento: cuando todos puedan beneficiarse de las ideas y la productividad de los demás a través del libre comercio universal, es más probable que evitemos las demandas de colonialismo y espacio vital que desencadenaron las horribles guerras del siglo XX. El liberalismo de Mises es también una doctrina de máxima tolerancia: "El liberalismo proclama la tolerancia hacia todas las creencias religiosas y metafísicas, no por indiferencia hacia estas cosas 'superiores', sino por la convicción de que la garantía de paz dentro de la sociedad debe prevalecer sobre todo".
El liberalismo de Mises se basa en la propiedad privada: si la propiedad está protegida por la ley, argumentaba, es probable que se produzcan los demás aspectos de su visión liberal. Mises veía su visión del mundo como una continuación de la filosofía liberal del siglo XIX, que había sido eclipsada en el XX por sangrientas doctrinas estatistas como el socialismo y el nacionalismo.
El libro de Mises de 1933 Epistemological Problems of Economics explicaba la conexión entre la economía tal como él la entendía y el libertarismo. Antes del desarrollo de la economía, escribió, "se había creído que no había más límites que los trazados por las leyes de la naturaleza que circunscribían el camino del hombre que actúa. No se sabía que todavía hay algo más que establece un límite al poder político más allá del cual no puede ir... En el ámbito social también hay algo operativo que el poder y la fuerza son incapaces de alterar y al que deben adaptarse si esperan alcanzar el éxito".
Por lo tanto, el gobierno debe mantener la humildad en sus objetivos frente a la realidad económica y darse cuenta de que la mayoría de los intentos de moldear la economía a través de la intervención están destinados al fracaso, incluso según los estándares de quienes abogaron por las intervenciones. Por ejemplo, quienes instituyen controles de precios quieren que los bienes sean abundantes y baratos; pero tales controles inevitablemente hacen que los bienes sean más escasos y caros, ya que la gente se niega a vender con pérdidas o por ganancias inferiores a las que prefieren.
Mises en Estados Unidos
Mises huyó de Austria a Suiza cuando los nazis tomaron el poder. Con la situación en Europa cada vez más sombría, en 1940 él y su esposa Margit comenzaron el difícil proceso de escapar a Estados Unidos. La causa liberal parecía condenada al fracaso, ya que Europa estaba desgarrada por el fascismo y la destrucción.
Encontrar un puesto académico en Estados Unidos acorde con su gran reputación en Europa resultó difícil, pero Mises encontró amigos aquí que reconocieron su importancia y lo ayudaron. El más importante fue el periodista económico y editorialista del New York Times, Henry Hazlitt, que ya era un gran admirador. En su reseña de Socialismo en el Times, Hazlitt había calificado el libro como "un clásico económico de nuestro tiempo". Cuando habló por primera vez con Mises por teléfono, dijo que le pareció como si hubiera cogido el teléfono y hubiera oído: "Soy John Stuart Mill".
Hazlitt se convirtió en el divulgador de las ideas de Mises con más éxito, sobre todo en su columna de Newsweek y en su libro Economics in One Lesson, una poderosa introducción al pensamiento del libre mercado para generaciones de jóvenes libertarios y conservadores de la era Buckley (Reagan le dijo a Hazlitt en una carta de 1984 que estaba "orgulloso de contarme entre sus alumnos"). La idea central del pensamiento económico adecuado, subrayó Hazlitt, implica tratar de darse cuenta de las "cosas que no se ven", especialmente relevantes a la hora de juzgar las intervenciones gubernamentales. Por ejemplo, el valor inherente del gasto federal es más cuestionable cuando se aprende a centrarse no en las cosas visibles que el gobierno hizo con los recursos que tomó a través de los impuestos, sino en todas las cosas invisibles que habrían sucedido si el gobierno no hubiera tomado los recursos en primer lugar.
La obra más importante de Mises durante su primera década en Estados Unidos fue La acción humana (1949), una explicación de casi 900 páginas de prácticamente todos los aspectos de la ciencia económica. Sus compañeros de viaje en el naciente movimiento libertario estadounidense lo vieron como exactamente lo que necesitaban. Rose Wilder Lane escribió que el libro "comienza y representará una nueva época en el pensamiento humano, por lo tanto, en la acción humana y la historia mundial". Hazlitt declaró: "Si un solo libro puede cambiar la corriente ideológica que en los últimos años ha ido tan fuertemente hacia el estatismo, el socialismo y el totalitarismo, La acción humana es ese libro". También escribió que "debería convertirse en el texto de referencia de todos los que creen en... una economía de libre mercado", como pretendía hacer en su día la derecha estadounidense.
Después de explicar los cómos y los porqués de conceptos como la utilidad marginal, la formación de precios, la división del trabajo y las ganancias y pérdidas, el libro analizaba los efectos nocivos de las intervenciones gubernamentales, que iban desde los impuestos hasta los controles de precios y de divisas, pasando por la restricción de la producción y la expansión del crédito. Mises llegó incluso a atacar la legislación sobre moneda de curso legal.
A partir de finales de la década de 1940, Mises dio a menudo conferencias bajo los auspicios del primer grupo de expertos libertario moderno, la Foundation for Economic Education, que también educó en las verdades del libre mercado a generaciones de jóvenes conservadores y a otros más mayores, como Reagan. En 1948, Mises inició una serie de seminarios en la Universidad de Nueva York. Los participantes solían ser jóvenes estudiantes de empresariales que buscaban una A o una B fácil, ya que Mises era un evaluador notoriamente amable. Pero también había un pequeño grupo de estudiantes genuinamente interesados, que no siempre, o ni siquiera en su mayoría, buscaban un título en la universidad. A través de ellos, los seminarios de Mises aseguraron que la tradición económica austriaca sobreviviera en Estados Unidos. Como dijo Robert Nozick, autor del influyente libro libertario Anarchy, State, and Utopia (1974): "En 18 años de docencia en Princeton y Harvard, nunca encontré a ningún profesor que impartiera un seminario al que adultos sin intención de obtener un título siguieran asistiendo año tras año... [Mises era] único en atraer mentes maduras sin exigir el discipulado". Lo que les atraía, señaló Nozick, era "el contenido de sus ideas y su poder y lucidez".
Mientras tanto, en una muestra del bajo estatus de Mises en el mundo académico estadounidense, a partir de 1949 su salario no lo pagaba la universidad, sino principalmente el Volker Fund, la única fundación libertaria de financiación existente en ese momento. Cuando Mises buscaba un puesto académico en Estados Unidos en la década de 1940, su estrella estaba tan baja que "nos sentimos afortunados de encontrar algún lugar que lo aceptara", recordó Richard Cornuelle, del Volker Fund. "Sentían más que desprecio por Mises. Pensaban que era peligroso. Pensaban que estaba impulsando una posición viciosa e inhumana que atraía a los capitalistas, pero que no merecía ningún apoyo".
Mientras Trump conquista la derecha estadounidense, las ideas de Mises siguen siendo peligrosas para las fuerzas reinantes de los dos principales partidos, cada uno de los cuales ofrece diferentes enfoques culturalmente codificados para gestionar las elecciones de los estadounidenses y limitar sus libertades. Las numerosas violaciones de los principios del libre mercado por parte del movimiento MAGA rompen con la sabiduría de un hombre al que la derecha honró durante décadas, un economista cuyo sofisticado y amplio conocimiento de los mercados y la libertad revela la locura de gran parte del trumpismo.
Brian Doherty es editor sénior de Reason, donde este artículo fue publicado por primera vez. Doherty es autor de seis libros, el más reciente de los cuales es Modern Libertarianism: A Brief History of Classical Liberalism in the United States (Libertarianism.org/Cato Institute), del que este artículo está en gran parte extraído.
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Este artículo fue publicado originalmente en Cato At Liberty (Estados Unidos) el 13 de marzo de 2025.