La débil reactivación económica
Manuel Sánchez González dice que el estancamiento y declive observados desde el segundo trimestre de 2018 junto con el impacto de la pandemia han llevado a que el valor real del PIB mexicano se ubique a un nivel semejante al del segundo trimestre de 2016.
De acuerdo con la estimación oportuna del Inegi, con cifras ajustadas por estacionalidad, durante el primer trimestre de 2021 el PIB de México creció 0,4 por ciento respecto al trimestre inmediato anterior.
Esta variación acentuó la desaceleración en el ritmo de recuperación económica iniciada a mediados de 2020, al ocurrir después de aumentos de la producción de 12,4 y 3,3 por ciento durante el tercer y cuarto trimestres del año pasado, respectivamente.
La pérdida de vigor productivo resulta preocupante porque la mejoría acumulada en los últimos tres trimestres ha sido insuficiente para contrarrestar el desplome del PIB registrado durante el segundo trimestre de 2020, cuando se experimentó el mayor impacto de la pandemia por COVID-19.
Por desgracia, el estancamiento y posterior declive observados a partir del segundo trimestre de 2018, combinados con el endeble alivio reciente, han regresado el valor real del PIB a un nivel semejante al del segundo trimestre de 2016.
Debe reconocerse que, durante los primeros tres meses de 2021, sobrevinieron varias perturbaciones sobre la economía.
Por una parte, a partir de finales del año pasado se incrementaron los contagios por el coronavirus, lo que obligó a las autoridades de varias entidades federativas a decretar restricciones más estrictas a las actividades consideradas “no esenciales” durante enero y febrero.
Por otra parte, las temperaturas inusualmente bajas en el sur de EE.UU. durante febrero provocaron interrupciones en el suministro de gas natural, así como cortes de electricidad en México. Igualmente, durante el primer bimestre, las cadenas globales de suministro de algunos insumos industriales sufrieron disrupciones, lo cual incluyó una escasez de microprocesadores que afectó, en especial, a la industria automotriz.
Así, durante el primer trimestre de 2021, los servicios se vieron afectados por el cierre temporal de labores. En concreto, este renglón que representa más del sesenta por ciento del PIB, creció 0,7 por ciento, una disminución considerable en su dinamismo, si se compara con el 9,0 y 3,2 por ciento del tercer y cuarto trimestres de 2020, respectivamente.
Aunque no se cuenta con el desglose trimestral de las actividades de servicios, los datos del IGAE, al primer bimestre, revelan contracciones mensuales en el comercio mayorista y minorista, así como en el alojamiento y la preparación de alimentos.
Adicionalmente, la producción industrial fue impactada, principalmente, por el segundo grupo de choques. En particular, la industria, que constituye casi 30 por ciento del PIB, se estancó durante el trimestre, un freno significativo a la luz de los incrementos de 22,3 y 3,9 por ciento de los dos trimestres previos. La información disponible del IGAE consigna caídas, en enero y febrero, para los rubros de electricidad, gas y agua y de manufacturas.
Sin desconocer su impacto, las condiciones adversas referidas no parecen suficientes para explicar el desfavorable desempeño de la economía. A pesar de enfrentar perturbaciones semejantes, o incluso peores a las de México, durante el trimestre reciente, el PIB de EE.UU. mostró un crecimiento no anualizado de 1,6 por ciento, cuatro veces el de nuestro país.
El ritmo de reanimación económica estadounidense ha sido firme, con aumentos no anualizados de 7,5 y 1,1 por ciento durante los dos trimestres previos, después de una caída menor a la de México. El nivel del PIB de esa nación, al primer trimestre de 2021, ya superó al de igual lapso de 2020.
Más alentador resulta el hecho de que la expansión económica de EE.UU., desde la segunda mitad del año pasado, ha incluido un sólido avance tanto en el consumo privado como en la inversión fija privada, lo cual desentona con la debilidad de ambos indicadores en México.
La ampliación de la brecha del ingreso entre ambas economías difiere a lo observado en ciclos anteriores, cuando tanto la disminución como el auge posterior de nuestro país excedían a las de su vecino del norte. En esta ocasión, el descenso en México fue superior y la mejoría ha sido muy inferior.
Las dos causas de fondo de la desventaja económica de México parecen ser la ausencia de una política fiscal que busque atenuar los estragos sociales de la pandemia y, tal vez más importante, la profundización de las medidas gubernamentales que obstaculizan la producción y el empleo, y vulneran la confianza de los consumidores y los inversionistas. El saldo de este enfoque ha sido el agravamiento de los indicadores de pobreza y el deterioro de las perspectivas de desarrollo económico del país.
Este artículo fue publicado originalmente en El Financiero (México) el 5 de mayo de 2021.