La cultura del crecimiento

Ángel Soto reseña A Culture of Growth. The Origins of the Modern Economy (2017) del profesor Joel Mokyr.

Por Ángel Soto

"La historia económica y la historia intelectual son dos disciplinas que apenas se relacionan". Así comienza el prefacio de su libro A Culture of Growth. The Origins of the Modern Economy (2017), Joel Mokyr, profesor de "Arts and Sciences" y "Economics and History", en Nothwestern University, además de profesor en la Eitan Berglas School of Economics en la Universidad de Tel Aviv.

Más allá del uso para fundamentar algunas hipótesis materialistas y argumentar acerca de la supremacía de las estructuras económicas, no es mucho lo que se ha avanzado en el estudio del crecimiento de la economía moderna desde perspectivas culturales, agrega el académico. Hasta ahora, han sido los enfoques institucionalistas los que han dominado las explicaciones acerca del funcionamiento eficiente de los mercados libres que ayudan a crear riqueza. El respeto al derecho de propiedad y los contratos -el rule of law-, así como el escaso oportunismo y el bajo nivel de existencia de buscadores de rentas, serían factores determinantes de este progreso. Sin embargo, basado en varios autores -entre los que destaca Deirdre McCloskey- el profesor Mokyr complementa esta explicación planteando que la mejora de los mercados, el comportamiento colaborativo y las asignaciones eficientes no explican por sí solo el crecimiento económico (p. 5).

Argumenta que, para que se diera la Revolución Industrial y el consiguiente despegue económico del mundo, fue necesario la existencia no sólo de avances científicos y tecnológicos, sino de ciertas condiciones culturales que aceptaran el cambio en términos positivos. Que vieran con buenos ojos el avance de la historia hacia el progreso, el mejoramiento de la calidad de vida y no condenaran la obtención de ganancias y acumulación de riquezas como algo "pecaminoso". Dicho de otra forma, la rueda del progreso y la sociedad más "civilizada" o del consumo, así como la obtención de lucro, no tienen nada de malo si se obtienen de manera moral.

Es la existencia de este condicionamiento cultural, el que permite el surgimiento de un "orden institucional" que le ayudará a desarrollarse. Si estos no están asimilados por los individuos, rápidamente los órdenes institucionales creados pueden ser revertidos a partir de composiciones mayoritarias que tienen el poder. No es un tema que se aborde en el libro, pero la historia reciente latinoamericana tiene varios ejemplos al respecto.

Si las ideas de progreso están internalizadas culturalmente, las instituciones se respetarán. De otro modo será cuestión de tiempo para que sean transformadas.

¿Qué entiende por "cultura" Mokyr? La define como: "un conjunto de creencias, valores y preferencias, capaces de afectar el comportamiento, que son transmitidos socialmente (no genéticamente) y que son compartidos por algún subconjunto de la sociedad" (p. 8). Por eso, para entender el funcionamiento de las economías se hace necesario tener un mayor conocimiento social. No es una cuestión puramente institucional o técnica.

Ahí está el problema de fondo. Y es que en el actual cuestionamiento a las ideas de la sociedad libre, algunos de los ataques (con algo de razón), le acusan que sus promotores no se interesan por comprender culturalmente al ser humano y su desarrollo, queriendo imponer modelos foráneos.

La creación de riqueza, donde la innovación y su aceptación por parte de la sociedad es fundamental. Ahí, lo denominados "emprendedores culturales" y la inversión en capital humano juegan un papel determinante como agentes de evolución y cambio social, cobrando fuerza la conocida expresión que "las ideas tienen consecuencias", participando en un mercado competitivo de ideas. Como ocurrió entre el 1500 y el 1700 (República de las Letras). Época en la que además, otras naciones se fueron plegando a esta expansión cultural occidental, mientras que sociedades como la China se quedaron rezagados. En este sentido, el libro que comentamos es un magnífico complemento al trabajo de Douglas North, El nacimiento del mundo occidental. Una nueva historia económica (900-1700), y al de la citada D. McCloskey, Bourgeois Equality. How Ideas, Not Capital or Institutions, Enriched the Word.

Gran parte del crecimiento económico de los países se debe a que el conocimiento colectivo es reencausado hacia fines productivos. Sin embargo, éste no surge de la nada y sólo en Occidente no se desvaneció permitiendo el inicio de una historia de progreso. Lo importante es entender que su uso no sólo debe estar al servicio de quienes tienen el poder político o la riqueza económica, sino que debe contribuir -en un mercado de ideas- al uso general de la sociedad, en donde la cultura ha de jugar un papel predominante.