La creación de una coalición anti-estadounidense

Por Stanley Kober

El 11 de marzo, el embajador alemán en Islamabad organizó una reunión en la cual representantes de las legaciones china, francesa y rusa hablaron con la prensa sobre el voto pendiente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en cuanto a Irak.

De acuerdo con el Daily Times de Pakistán, los diplomáticos querían escuchar el punto de vista de Pakistán. Pero ésta fue más que una misión en búsqueda de opiniones. Los representantes de esos cuatro países habían puesto temporalmente sus diferencias al lado para solicitarle a Pakistán que se opusiera a Estados Unidos porque, como una de las autoridades anónimas dijo, "un mundo unipolar será una pesadilla." Dicho encuentro marcó un cambio radical, indicando un reajuste de poder en el mundo. Tal y como lo pusiera el Times de la India en un editorial: "Para un país como India, la opción es clara: debe estrechar las manos con otros en Asia y en otras partes para resistir la creciente intervención estadounidense." Claramente el actual cambio de poder no favorece necesariamente a Estados Unidos. La reunión del 11 de marzo desafió uno de los preceptos fundamentales de la política exterior de la administración Bush: que puede liderar "coaliciones de los dispuestos" mientras previene la formación de contra-coaliciones. De acuerdo con la estrategia de seguridad nacional del presidente estadounidense George W. Bush, "nuestras fuerzas serán lo suficientemente fuertes como para disuadir a adversarios potenciales de intentar igualar el poder de Estados Unidos." Y ha manifestado que evitará la creación de dicho poder opositor mediante ataques preventivos, de ser necesario.

Los gobiernos extranjeros han tomado nota. Algunos han decidido alinearse con Estados Unidos viendo al poder norteamericano como una garantía para su seguridad. Pero otros han adoptado un enfoque diferente. En Noviembre pasado, el People's Daily enfatizó la creciente importancia de la Organización Cooperativa de Shanghai (OCS) y se enorgulleció de que "las relaciones chinas-rusas siguen siendo mejores que las rusas-estadounidenses."

P.B. Metha, profesor de derecho y filosofía en la Jawaharlal Nehru University de India, afirmó: "Esta guerra casi de seguro dará como resultado un mayor sentimiento anti-estadounidense alrededor del mundo e incluso podría ocasionar un esfuerzo más concertado para construir coaliciones que reten la hegemonía norteamericana." Esta práctica del poder balanceando al poder sigue un patrón histórico que data de la antigua Grecia a nuestros tiempos. La administración Bush cree que romperá con este patrón debido a la virtud con la que ejercerá dicho poder. Eso, sin embargo, desafía la filosofía que fundó a Estados Unidos: que el poder sin contrapesos será invariablemente abusado. "Si los hombres fueran ángeles, no se necesitaría de gobiernos," escribió James Madison en los Documentos Federalistas. Ya que no somos ángeles, "la ambición debe ser hecha para contrarrestar a la ambición" de tal forma que el gobierno sea "incapaz de concertar y llevar a cabo esquemas de opresión." Por lo tanto, cuando se forman coaliciones para oponerse a Estados Unidos, éstas solo estarán poniendo en práctica la filosofía de los pesos y contrapesos adoptada por los fundadores de Estados Unidos. La estrategia de seguridad de la administración Bush va en contra de los deseos de los fundadores. En su discurso de despedida, el presidente George Washington le imploró al pueblo estadounidense "evitar la necesidad de esas clases militares sobrecrecidas las cuales, bajo cualquier forma de gobierno, son desfavorables a la libertad, y las cuales deben ser consideradas como particularmente hostiles a la libertad republicana."

Y aún así, es esta clase militar sobrecrecida la que se necesitará para resguardar un imperio estadounidense implícito. Consecuentemente, si Estados Unidos declara que está asumiendo responsabilidades imperiales para la defensa del orden mundial, no debería sorprendernos si otros países concluyen que eso representa una amenaza a sus propias libertades.

Y si la administración Bush piensa de manera diferente, debería desafiar el legado del primer presidente de manera directa, en lugar de afirmar que está promoviendo un mundo más democrático y pacífico.

Traducido por Juan Carlos Hidalgo para Cato Institute.