La caridad se hace presente ante la pandemia
Chelsea Follett destaca las múltiples formas en que las empresas, instituciones sin fines de lucros y otras organizaciones de la sociedad civil están demostrando la capacidad de los seres humanos para cooperar y tener compasión de manera voluntaria.
Por Chelsea Follett
Si usted necesita un rayo de luz en estos tiempos oscuros, considere la magnitud de la capacidad humana para la caridad y la acción voluntaria conforme nos ayudamos mutuamente en un momento de crisis. Individuos, organizaciones privadas y empresas en todo EE.UU. han dado un paso al frente para ofrecer asistencia a los más necesitados en medio de la nueva emergencia del coronavirus. La cooperación y la compasión voluntaria están demostrando ser algunas de las armas más potentes que tenemos para enfrentar la pandemia.
La tecnología y las redes sociales han permitido una mejor coordinación de esfuerzos de caridad y trabajo voluntario. En todo EE.UU. han surgido grupos en línea para ayudar a las personas a intercambiar suministros requeridos, información relacionada con el virus y para organizar el trabajo voluntario. Por ejemplo, en mi área local, el grupo de Facebook “DC-Area COVID-19 Grocery Getters” ayuda a coordinar voluntarios para entregar alimentos a personas mayores o a personas inmunológicamente comprometidas.
Grupos similares ofrecen asesoría gratuita en línea para ayudar a estudiantes a aprender de forma remota, o coordinan voluntarios para que entreguen comidas, que son donadas por restaurantes a los trabajadores en los hospitales. Un innovador grupo en línea une a los propietarios de remolques RV inactivos con trabajadores de la salud que necesitan un lugar para aislarse después de largos turnos en el hospital para que no infecten a los miembros vulnerables de su familia. Cientos de miles de voluntarios están donando la capacidad no usada de sus computadoras para la investigación sobre el virus, a través de proyectos como “Folding at Home”.
Muchas personas han donado mascarillas y otros suministros a trabajadores médicos, mientras que también han surgido grupos de voluntarios para coordinar la fabricación de nuevas mascarillas –que serían donadas– mediante impresoras 3D o cosiéndolas. Tal generosidad no se limita a los individuos. Organizaciones que van desde la Catedral Nacional de Washington operada por la Iglesia Episcopal, hasta la compañía de servicios financieros Goldman Sachs han donado valiosas mascarillas N95 de sus propios almacenes para ayudar a abordar la escasez de tales mascarillas entre los profesionales médicos.
Antes de que muchas autoridades locales emitieran órdenes de quedarse en casa, varias organizaciones y negocios ya estaban alentando el distanciamiento social. Muchos lugares de culto ya habían cesado sus servicios presenciales y se trasladaron a servicios en línea. Del mismo modo, muchos empleadores ya estaban alentando a sus empleados a trabajar de forma remota.
Muchas empresas están dando un paso al frente para ayudar no solo a sus empleados, sino también a los más vulnerables entre nosotros y lo hacen de forma voluntaria. El administrador de la Agencia Federal de Manejo de Emergencias de EE.UU., Pete Gaynor, señaló que no ha sido necesario hacer cumplir plenamente la Ley de Defensa de Producción porque las empresas han fabricado voluntariamente mascarillas, respiradores y otros suministros críticos para su donación.
La Radio Pública Nacional informó que incluso antes de que la administración de Trump alentara a las compañías no médicas para producir suministros médicos, estas ya tenían alianzas con las empresas médicas. Empresas que van desde la fabricante de automóviles Ford, hasta la compañía de ropa Brooks Brothers, ahora están haciendo suministros médicos. El CEO de Tesla, Elon Musk, prometió fabricar respiradores, al igual que Virgin Orbit de Richard Branson, una compañía que normalmente fabrica cohetes.
Muchas empresas no manufactureras también están haciendo su parte en medio de la pandemia, por ejemplo, ayudando a los estudiantes. Para facilitar el aprendizaje remoto, Zoom dio versiones gratuitas de su software de teleconferencias a las escuelas, mientras que AT&T, Verizon y Comcast están ofreciendo Wi-Fi gratis a los estudiantes que carecen de acceso a Internet para que sus estudios no se vean interrumpidos. La plataforma de educación en línea Coursera hizo que sus cursos fueran gratuitos para las universidades, y Scholastic lanzó el sitio web “Aprendiendo en Casa” con muchas herramientas gratuitas para nuevos maestros en casa.
La mayoría de las grandes tiendas de comestibles han establecido horarios de compras sólo para personas mayores, que se encuentran entre los grupos más vulnerables ante el COVID-19, para reducir su riesgo de exposición. Numerosos restaurantes han creado descuentos o exonerado tarifas de entrega para atender a los que están en cuarentena en casa.
Los filántropos también han sido generosos al proporcionar fondos a los esfuerzos para combatir el nuevo coronavirus. Multimillonarios como Bill Gates, Jack Ma, Jeff Bezos, Mark Zuckerberg, Ralph Lauren, Giorgio Armani y Oprah Winfrey están volcando sus fortunas a la investigación sobre el tratamiento y la prevención del COVID-19, la mayor capacidad de centros médicos y la preparación de largo plazo para combatir las pandemias. El premio de $1 millón de dólares del economista de la Universidad George Mason, Tyler Cowen, que premia varios desarrollos innovadores en la lucha contra el COVID-19, proporciona otro ejemplo de los importantes esfuerzos filantrópicos frente a la pandemia.
En algunos casos, la inclinación humana hacia la caridad desafortunadamente se ve obstaculizada por el exceso de regulaciones. Afortunadamente, si bien el gobierno ha relajado recientemente las restricciones obsoletas sobre quién puede donar sangre, algunas otras leyes que obstaculizan la caridad permanecen vigentes.
Los bancos de alimentos, por ejemplo, le ruegan al gobierno que relaje ciertas regulaciones que les impiden operar con un distanciamiento social seguro. Según las reglas actuales, los voluntarios que entregan suministros de alimentos de emergencia están legalmente obligados a recopilar información de los destinatarios de las despensas a través de entrevistas extensas que son difíciles de realizar desde la distancia recomendada de dos metros. A pesar de la tan desafortunada burocracia, las personas continúan encontrando formas de ayudarse mutuamente.
Este artículo fue publicado originalmente en HumanProgress.org el 8 de abril de 2020.