La adaptación del Fed a la realidad

Manuel Sánchez González dice que la Fed debe enviar señales contundentes acerca de las medidas que planea adoptar para combatir la inflación.

Por Manuel Sánchez González

La tendencia ascendente de la inflación en EE.UU., que ha alcanzado niveles no observados en casi cuarenta años, ha obligado al Banco de la Reserva Federal de ese país (Fed) a modificar su visión sobre la seriedad de los riesgos que enfrenta para cumplir su mandato de máximo empleo y estabilidad de precios.

El cambio parece haber sido forzado por los extraordinarios errores de pronóstico en torno a la inflación. Al igual que los pronosticadores privados, los miembros del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) han subestimado, de forma sistemática y notable, el aumento de los precios.

El indicador preferido por este Banco Central para monitorear la inflación es el Índice de Gastos de Consumo Personal (PCE). En la reunión del FOMC de diciembre de 2020, ninguno de los diecisiete participantes estimó que la inflación anual en diciembre de 2021, según el PCE, superaría 2,4 por ciento, y la mediana de las correspondientes proyecciones se ubicó en 1,8 por ciento.

Las estimaciones del FOMC fueron gradualmente ajustándose al alza a lo largo de 2021. Por ejemplo, la mediana de las previsiones pasó de 2,4 por ciento en marzo, a 4,2 por ciento en septiembre.

Si bien aún no se conoce la cifra correspondiente a diciembre de 2021, la inflación en noviembre, según el PCE, alcanzó 5,7 por ciento anual, la más elevada desde julio de 1982. Además, la inflación, según el Índice de Precios al Consumidor, indicador utilizable para comparaciones internacionales, siguió en ascenso hasta registrar 7,0 por ciento anual ese mes, el mayor ritmo desde junio de 1982.

Así, es probable que la inflación de diciembre de 2021, según el PCE, vaya a superar la de noviembre. Con ello, rebasaría, en más de punto y medio porcentual, la mediana de las expectativas del FOMC, manifestadas a solo tres meses de concluir ese año.

Detrás de los errores de pronóstico sobre la inflación se encuentra un diagnóstico incompleto sobre las causas que la han originado. En los sucesivos comunicados de política monetaria, de abril a noviembre de 2021, el FOMC reiteró que el incremento de la inflación obedecía mayormente a factores “transitorios”.

Esta caracterización ambigua parecía conllevar la idea de que la inflación regresaría, pronto y por sí sola, a sus niveles moderados previos. Los elementos aludidos por el presidente del Fed, Jerome Powell, en sus conferencias de prensa, incluyeron “efectos base de comparación”, derivados de calcular la inflación anual respecto de los meses al inicio de la pandemia, que registraron caídas en el nivel de precios.

A la consideración aritmética anterior, aplicable principalmente a marzo y abril, se añadieron razones que describían un “choque de oferta”, asociado con los trastornos en las cadenas globales de suministro. Se anticipaba que, al normalizarse las operaciones de producción y entrega de productos, la inflación cedería.

Las perturbaciones de oferta pueden ejercer presiones “de una sola vez” en el nivel general de los precios, pero difícilmente generan una inflación continua y creciente. La única manera en que puede prolongarse una inflación elevada consiste en que la demanda agregada crezca más rápidamente que la oferta.

A finales de 2021, el Fed parece haber iniciado un reconocimiento, aunque parcial e indirecto, de este factor. En sus comunicados de noviembre y diciembre, el FOMC señaló la existencia de “desbalances” entre oferta y demanda, si bien asoció esta última a la realización del gasto que había estado contenido por la pandemia.

Además, Powell hizo referencia a la fuerte demanda agregada, “alentada” por el apoyo de la política fiscal y monetaria, aunque no relacionó esta realidad con la inflación.

De cualquier forma, el abandono de la descripción de la inflación como un fenómeno transitorio y la aceptación, aunque limitada, de las presiones de demanda como causa, han coincidido con el inicio y posterior aceleración del programa de reducción de compras de activos financieros por parte del Fed, cuya reciente fecha de conclusión ha sido mediados de marzo de 2022.

Ojalá que, en la decisión de política monetaria de hoy, el Fed envíe señales contundentes sobre las medidas que planea adoptar para combatir la inflación. Hace décadas que este Banco Central no actuaba de manera reactiva, y no preventiva, con relación a este fenómeno.

La ventaja es que hoy, más que nunca, este Banco Central cuenta con suficientes herramientas para evitar que se arraigue la inflación. Puede incrementar su tasa de interés de referencia y puede reducir significativamente el tamaño de su balance. Tiene experiencia en el uso de guías futuras. Pero, principalmente, cuenta con una historia de credibilidad que debe fortalecer.

Este artículo fue publicado originalmente en El Financiero (México) el 26 de enero de 2022.