Justicia social

por Walter Williams

Walter Williams es profesor de economía en la Universidad George Mason y académico asociado del Cato Institute.

La lucha por alcanzar la justicia social ha sido la causa de gran parte de la miseria humana. Es más, a través de la historia una forma de injusticia es a menudo reemplazada por otra peor. La Revolución rusa que en 1917 derrumbó al zar y a sus injusticias, le abrió las puertas a Lenin, a Stalin y demás dictadores brutales que asesinaron a decenas de millones en nombre de la revolución proletaria. El alzamiento de Fidel Castro contra Fulgencio Batista en Cuba y del ayatola Jomeini contra el Sha en Irán produjeron regímenes mucho peores y sanguinarios. Luego de la independencia de Africa, las injusticias del colonialismo fueron reemplazadas por la brutalidad de múltiples tiranos tribales.

Por Walter E. Williams

La lucha por alcanzar la justicia social ha sido la causa de gran parte de la miseria humana. Es más, a través de la historia una forma de injusticia es a menudo reemplazada por otra peor. La Revolución rusa que en 1917 derrumbó al zar y a sus injusticias, le abrió las puertas a Lenin, a Stalin y demás dictadores brutales que asesinaron a decenas de millones en nombre de la revolución proletaria. El alzamiento de Fidel Castro contra Fulgencio Batista en Cuba y del ayatola Jomeini contra el Sha en Irán produjeron regímenes mucho peores y sanguinarios. Luego de la independencia de Africa, las injusticias del colonialismo fueron reemplazadas por la brutalidad de múltiples tiranos tribales.

La carnicería de casi 200 millones de víctimas en el siglo XX ha sido el resultado directo de luchas por la justicia social vista como igualdad de ingresos, el bien común y demás alternativas al "malvado" capitalismo. Pero el resultado ha sido más bien violaciones a los derechos humanos y la caída del nivel de vida de las poblaciones.

Algunos estadounidenses ingenuos piensan que eso nunca podría pasar aquí, olvidando que la nación que produjo a Goethe, Humboldt, Bethoven, Bach y Schiller también nos dio a Auschwitz, Buchenwald y Treblinka.

La gran mayoría de la gente está de acuerdo en que la esclavitud es inmoral. Pero ¿qué la hace inmoral? La esclavitud despoja a seres humanos de su derecho a usar su propiedad (su propio cuerpo) y el fruto de su trabajo de la manera que quieran. La esclavitud es el uso por la fuerza de una persona en beneficio de otra.

Lamentablemente, hoy en día muchos estadounidenses piensan que es permisible que una persona obligue a otra a servir el propósito de una tercera persona. De eso se trata la redistribución de la riqueza. La esclavitud, la redistribución de la riqueza y el robo son todas maneras cómo el trabajo de una persona es confiscado para beneficiar a un tercero.

Leyendo la Constitución no encontramos autorización alguna para confiscar la propiedad de un ciudadano y dársela a otro. Sin embargo, esta actividad constituye dos tercios del presupuesto federal, en gastos tales como Seguro Social, cupones de alimentos, subsidios a los agricultores, rescates de empresas que confrontan la quiebra y las actividades de los Departamentos de Agricultura, Salud Pública, Vivienda y Desarrollo Urbano. Todas esas actividades y muchas otras se justifican en nombre de la justicia social.

Ante la justicia social, la libertad individual ha pasado a segundo o tercer puesto. Supongamos que yo rehuse aportar al Seguro Social porque prefiero la infinitamente mayor rentabilidad de ahorrar e invertir por mi cuenta. El gobierno procedería a multarme y a confiscar mi propiedad. Si entonces yo decidiera defender mi propiedad, me matarían.

Usted dice, "pero Williams, usted está violando la ley". Y yo le respondo que la ley no determina lo que es una conducta moral. En la alemania nazi habían leyes que obligaban a la gente a reportar a quienes escondieran judíos. Antes de la Guerrra Civil, en Estados Unidos era un delito esconder a un esclavo que se hubiera escapado. En Alemania oriental era ilegal ayudar a alguien a fugarse del país y en Sudáfrica era un delito contratar a un negro para ciertos trabajos reservados a los blancos. ¿Puede una persona decente cumplir con tales leyes? Siempre debemos preguntarnos si la ley tiene un fundamento moral o no.

La libertad es frágil. Nuestras libertades están siendo acosadas porque la mayoría de los ciudadanos ignoran la Constitución y la filosofía en que se fundamenta. Por eso somos víctimas de charlatanes políticos que explotan nuestra ignorancia en su afán de poder y para satisfacer la visión popular de la justicia social.

Artículo de la Agencia Interamericana de Prensa Económica (AIPE)
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