Justicia, entre la envidia y la ira
Alfredo Bullard asevera que "la justicia es una idea que se forja culturalmente. Pero reitero que su origen y su aplicación tienen que ver con las emociones, con la evolución biológica y no solo con la evolución cultural. El hombre antes que saber qué es justo, siente que algo es justo".

Por Alfredo Bullard
La semana pasada me refería en mi artículo al origen emocional de la justicia. En él recordarán que mencioné un experimento en el que dos monos son colocados uno al lado del otro, y en donde uno de ellos acciona una palanca que le permite recibir una galleta al mismo tiempo que su compañero recibe otra igual. Sin embargo, luego de un rato, el que activa la palanca vuelve a recibir una galleta, pero su compañero recibe tres. El que accionaba la palanca se molesta y abandona el juego.
¿Explica la reacción instintiva del mono lo que llamamos justicia? Mi posición es que en buena parte sí. El artículo generó interesantes reacciones a favor y en contra. Entre los más interesantes estuvo el comentario del psicólogo Dante Bobadilla, quien señaló que la justicia es una idea culturalmente aprendida y no una emoción y que, por tanto, no se le puede atribuir un origen emocional.
Coincido con Dante en que la justicia es una idea que se forja culturalmente. Pero reitero que su origen y su aplicación tienen que ver con las emociones, con la evolución biológica y no solo con la evolución cultural. El hombre antes que saber qué es justo, siente que algo es justo. Existen estudios bastante serios que han identificado que cuando un juez se indigna con lo injusto, es más probable que esté motivado a poner la justicia en práctica. Hay algo no cultural que explica por qué nos indignamos con lo injusto.
Por ejemplo, ¿es la propiedad un concepto culturalmente aprendido? Sin duda. Pero el sentimiento de injusticia cuando se toma lo ajeno sin autorización es de ira, y es virtualmente universal. Muchos animales marcan su territorio (y no pretendo decir que saben que es la propiedad) y reaccionan con ira y hasta atacan físicamente a quienes no lo respetan. Más allá de cómo definimos la propiedad, el sentimiento de reacción a su violación es la ira. Es probable que la propiedad tenga entre sus componentes elementos biológicos, como lo tienen muchos de los derechos que llamamos fundamentales (la vida, la integridad física, la libertad, etc.) más allá de sus expresiones culturales concretas.
Pero hay una parte del comentario de Dante que me pareció aun más interesante y retador. Según él, lo que se ve en el experimento de los monos es una emoción muy primitiva: la envidia. El mono reacciona enojado porque el otro tiene más galletas que él.
La reacción emocional del mono se explicaría porque se rompe un concepto igualitario de justicia (todos debemos tener lo mismo). Entonces la “injusticia” se vincula a la envidia. El punto sería mucho más claro si el mono que recibe tres galletas es el que jala la palanca y es el otro el que se enoja por recibir solo una.
Pero la reacción tiene otra interpretación. La justicia que se rompe no es la igualitaria, sino es meritocrática (yo hice el esfuerzo de aprender cómo jalar la palanca y el otro, sin ningún esfuerzo, se apropia de sus frutos). En ese caso no es envidia sino ira por la apropiación de lo que me corresponde por mi propio mérito. La reacción, ante la desposesión es la ira.
El concepto de justicia social (sea lo que quiera decir) parece vincularse más a la envidia y al concepto igualitario. La igualdad debe generarse porque quien tiene algo genera la envidia de quienes no lo tienen. La justicia socialista tendría ese origen emocional. La reacción, muchas veces virulenta, para alcanzar la llamada justicia social se explicaría por ese sentimiento. La envidia acompañaría una justicia como la que propuso Chávez en Venezuela, mientras que la ira acompañaría la justicia de atrapar al ladrón que huye con nuestra cartera luego de arrancharla.
Confucio decía: “Mejor que el hombre que sabe lo que es justo es el hombre que ama lo justo”. Y es que explicar la justicia en términos meramente racionales o culturales es como explicar la poesía o la música como frutos de un intelecto sin sentimientos.
Este artículo fue publicado originalmente en El Comercio (Perú) el 14 de diciembre de 2013.