Julian Simon: Muerte de un abanderado de la libertad
por Carlos Ball
Carlos Ball es Periodista venezolano, director de la agencia de prensa AIPE (www.aipenet.com) y académico asociado del Cato Institute.
Me entristeció profundamente la muerte de Julian Simon: brillante economista, amigo generoso y abanderado de la libertad. En su última comunicación me hablaba de estar puliendo su español para recibir a fines de enero un doctorado honorario de la Universidad de Navarra. Murió repentinamente en su casa, en las afueras de Washington, el domingo 8 de febrero. Hubiera cumplido 66 años el día de su entierro.
Por Carlos A. Ball
Me entristeció profundamente la muerte de Julian Simon: brillante economista, amigo generoso y abanderado de la libertad. En su última comunicación me hablaba de estar puliendo su español para recibir a fines de enero un doctorado honorario de la Universidad de Navarra. Murió repentinamente en su casa, en las afueras de Washington, el domingo 8 de febrero. Hubiera cumplido 66 años el día de su entierro.
Nadie que conocía a Julian dejaba de ser inyectado de optimismo y contagiado por su intensidad intelectual. Tenía una increíble capacidad de trabajo, publicando libros a un ritmo casi anual sobre una variedad de temas que le interesaban con pasión. Sin embargo, siempre tenía tiempo para sus amigos, para dar un consejo o ayudar en algún proyecto. En sus cartas personales solía incluir una hoja otoñal caída de un árbol de su jardín, algo que añadía un toque personal y cariñoso a su correspondencia. Julian además era un hombre profundamente religioso, quien siempre respetaba el sábado hebreo, por más presiones de trabajo que tuviese.
Conocí a Julian Simon en 1984, durante una extraordinaria conferencia de la Sociedad Mont Pelerin en la Universidad de Cambridge, sobre el totalitarismo enunciado 40 años antes por Hayek y Orwell en sus libros "Camino de servidumbre" y "1984". Además de Simon y del propio Hayek, otros maestros liberales participaron en esa conferencia: Milton Friedman, Karl Brunner, Lord Bauer, Paul Johnson, Shirley Letwin, Arthur Shenfield, Gordon Tullock, etc.
En esa ocasión, Simon comenzó su conferencia sobre las "falsas amenazas respecto a los recursos y la población" de la siguiente manera: "Muchas de las malas noticias que leemos a diario sobre los recursos naturales y la población son totalmente falsas. Por ejemplo, a menudo se oye que los alimentos por habitante en el mundo se reducen, cuando la realidad es que han aumentado durante décadas "
Varios años más tarde, cuando yo emigré a Estados Unidos y fundé mi actual empresa periodística, la Agencia Interamericana de Prensa Económica (AIPE), Julian Simon fue uno de los primeros y que con más entusiasmo apoyaron la idea, no sólo aportando estupendos escritos sino también abriéndome puertas con muchos de sus amigos académicos y en las más destacadas fundaciones de estudios políticos de Estados Unidos. Nada le atraía más que atacar la mentira y la politización de la ciencia. Con una profunda fe en el individuo y apasionamiento por la libertad, Julian creía firmemente en el hombre como el más valioso de los recursos naturales, manteniendo que el intelecto humano crece tanto cuantitativamente a través del aumento de la población como cualitativamente a través de la educación, por lo que el descubrimiento de nuevos recursos naturales o del valor escondido en estos, y antes no apreciado, siempre irá muy por delante de la demanda y del consumo, por lo cual el nivel de vida de los hombres libres tiende a mejorar cada día. Su diáfana lógica, extensa cultura y fe en el mercado (es decir, en la gente) desesperaba a sus opositores empeñados en hacernos creer teorías apocalípticas y remedios colectivistas en cuanto a la urgente necesidad de imponer controles de natalidad o límites al consumo de energía.
Como escribió recientemente Ben Wattenberg en el Wall Street Journal: "Simon raramente decía algo que no estuviese apoyado en hechos; hechos jerarquizados para enfrentar la oposición; hechos sobre las selvas y los alimentos, contaminación y pobreza, energía nuclear y recursos no renovables; hechos que utilizaba como soldados para dar un golpe en nombre de la autenticidad Si Malthus está en el cielo, que se prepare para una discusión respaldada con hechos, hechos, hechos".
Otra cosa en la que Julian creía fervientemente era en el inmenso beneficio que la inmigración aporta a cualquier país. Generalmente comenzaba su argumentación diciendo que sólo la gente trabajadora y valiente está dispuesta a abandonar todo lo que le es conocido familia, idioma, terruño en búsqueda de un mejor futuro para sus hijos. Y lamentaba que "los pueblos siempre buscaron amurallarse. Pero las inexorables fuerzas económicas exigen un alto precio por tales prejuicios xenófobos. La discriminación tiene un costo, ya sea contra grupos minoritarios o extranjeros".
Dentro de su filosofía de dejar que el mercado determine la más efectiva solución a los problemas, Julian inventó en 1978 la práctica desde entonces utilizada por las líneas aéreas en Estados Unidos de comprar los asientos faltantes a los pasajeros, en los vuelos sobrevendidos.
La gente de esta gran nación norteamericana siempre ha visto a la estatua de la Libertad como un importante símbolo de la civilización moderna. Julian Simon encarnó durante toda su vida ese espíritu y dedicación a la libertad. ©
Artículo de la Agencia Interamericana de Prensa Económica (AIPE)
© Todos los derechos reservados. Para mayor información dirigirse a: AIPEnet