Juan Guaidó, el líder que Venezuela necesita en este momento
Hana Fischer considera que Juan Guaidó está demostrando la determinación y la claridad necesarias para combatir efectivamente a la dictadura chavista.
Por Hana Fischer
Juan Guiadó es un paradigma de la reserva moral que existe en Venezuela. Representa lo valioso que pervive en esa nación, a pesar de lo que la banda delictiva-dictatorial dirigida por Fidel y Raúl Castro, Hugo Chávez, Nicolás Maduro y Diosdado Cabello ha hecho lo imposible por destruirlo.
Debilitar mediante el hambre y enfermedades curables, es parte de ese diabólico plan de aniquilar cualquier tipo de resistencia.
Guaidó es el símbolo de la luz luchando por disolver la tenebrosa oscuridad, a la peor expresión de la condición humana. Es el bien combatiendo el mal más abyecto. El mundo entero fue testigo de ello al observar en vivo y en directo lo ocurrido este viernes 22 de febrero y principalmente, el sábado 23.
Por un lado, el decidido accionar de Guaidó y el abrumador apoyo que recibió por parte del pueblo venezolano, inspiró al multimillonario británico Richard Branson a financiar el mega concierto “Venezuela Aid Live”. Su objetivo fue recaudar fondos para contribuir a paliar la crisis humanitaria vigente en esa nación caribeña. Eso provocó una reacción en cadena, que impulsó a unos 30 artistas de fama internacional a cantar gratis en el mencionado evento. O sea, salió a relucir lo más puro de la naturaleza humana.
Y por el otro, Maduro, Cabello y sus patrones cubanos, reaccionaron impidiendo la entrada o quemando la ayuda humanitaria y masacrando a civiles desarmados. Como ya no cuentan ni siquiera con la lealtad del ejército venezolano, recurrieron a los paramilitares –los “colectivos” – y a presos. Los más castigados fueron los indígenas que habitan en el Amazonas, cerca de la frontera venezolana-brasilera.
Ramón Flores –presidente del Parlamento Amazónico que está integrado por Brasil, Perú, Ecuador, Bolivia, Colombia, Guayana, Surinam y Venezuela- denunció que 25 pemones fueron acribillados a mansalva por el régimen de Maduro en Santa Elena de Uairén. Los indígenas –que son quienes más sufren la carestía- estaban apoyando el ingreso desde Brasil de alimentos y medicinas donados por la comunidad internacional.
“Contamos más de 60 autobuses y 16 vehículos rústicos desde los cuales se disparaba a las personas que se encontraban en la plaza de Santa Elena, en las cuatro esquinas, obligándonos a huir hacia las montañas. Había un estado de caos y anarquía. Logramos llegar al hospital de Santa Elena, el cual se desbordó por la llegada de heridos y muertos”, expuso el diputado y cacique indígena Romel Guzamana.
Guzamana agregó que descubrieron que quienes atacaban y disparaban eran paramilitares del régimen, prisioneros de las cárceles de Dorado, Vista Hermosa y otros centros penitenciarios, con “uniformes de la Guardia Nacional, la más corrupta de esto”.
Flores señaló que el régimen chavista intenta tergiversar lo ocurrido y están destruyendo pruebas. Pero confían en que se hará justicia; acudirán a organismos internacionales para que Maduro sea juzgado por delitos de lesa humanidad.
Con respecto a los aludidos hechos, Guaidó calificó de sádica la actuación del régimen dictatorial. Afirma que en algún momento Maduro y su banda delictiva pagarán por sus abominables acciones porque hay pruebas. “Ahí está la evidencia en video, en audios, en órdenes, incluso, se vieron los vehículos trasladándose de la cárcel hasta el punto de contención. Ahí está claramente la prueba de cada uno de esos elementos”, manifestó.
Por tanto, no existe duda que Maduro representa y promueve lo más infame del ser humano.
Dado que así son las cosas, los argumentos con los cuales se sigue apoyando –explícita e implícitamente- a esta brutal dictadura, nos dicen mucho acerca del ser íntimo de quienes los esgrimen. Por ejemplo. los del José “Pepe” Mujica –experto en enredar las cosas mediante falacias- y su esposa Lucía Topolansky, senadora y vicepresidenta del Uruguay.
El Pepe declara que la crisis de Venezuela plantea una disyuntiva dramática, “paz o guerra”. Alega que “EE.UU. está dispuesto a intervenir en Venezuela en el marco de su pulso geopolítico con China y para impedir que el gigante asiático controle el petróleo del país sudamericano”. Exhibiendo sus dotes de sofista, sostiene que “si el gran imperio no va a aceptar de brazos cruzados que el petróleo venezolano quede administrado por China, estamos frente a una eventualidad de guerra”.
Topolansky sigue la línea argumental de su marido. Dice que el problema radica en una lucha por el petróleo venezolano pero se abstiene de mencionar a Cuba. Arguye que “lo principal es la paz. Nosotros hemos visto, desgraciadamente en estos últimos tiempos, qué pasa cuando invaden un país. Las armas han evolucionado a tal punto que mandan un avión no tripulado, bombardean y barren hospitales. ¿Quién muere? ¿Los dirigentes? No, mueren los más débiles. Los más pobres porque los más ricos ya se fueron. Es eso lo que queremos evitar. Para eso Uruguay planteó un mecanismo”.
Guaidó refuta esas falacias. Señala que “hay que tener cuidado con los absolutismos en ese sentido, de poner una dicotomía, o un dilema, o un falso dilema entre guerra o paz. Ese no es un dilema, es un falso dilema […] Es un falso dilema porque todos optamos por la paz, todos optamos por el reencuentro, por la reconciliación de nuestro pueblo. El único que apuesta por la guerra es Maduro”.
La verdad que se pretende oscurecer, es que la disyuntiva es entre opresión y libertad; dictadura o democracia, barbarie o civilización.
Topolansky revela su catadura moral cuando sin ruborizarse afirma que la ayuda humanitaria que Maduro bloqueó, “es casi una propina para los 17.000.000 que son en Venezuela. Hay torpezas de los dos lados porque son iguales, son caribeños. Es tan caribeño y tan estridente Maduro como Guaidó, Guaidó como Maduro”.
Repulsiva es esa posición. Recordemos que Maduro y su esposa bailaron de alegría –literalmente- mientras sus esbirros asesinaban gente indefensa e impedían que los alimentos y las medicinas llegaran a quienes más las necesitaban.
En cambio, Guaidó está demostrando ser la persona adecuada para liderar el espinoso proceso de acabar con la dictadura cubano-chavista, no solo porque fue capaz de vivificar, unificar y brindar esperanza al sufrido pueblo venezolano, sino por su actitud tras el malogrado intento de ingresar la ayuda humanitaria.
En vez de mostrarse abatido, siguió adelante con mayor brío. Un periodista le preguntó si no le frustró lo acontecido. Contestó que “lo único que me molesta de eso es que pudimos haber salvado vidas, porque teníamos medicina y comida para atender y alivianar parte de esta emergencia”.
Asimismo, no se amedrenta frente a las amenazas de muerte del régimen cubano-chavista. Guiadó especifica que “fueron llamadas a familiares. Quieren evitar mi regreso a Caracas, generar confusión, generar miedo y no descartamos también que una de esas opciones sea ejecutarme, ya sea directamente o mediante los colectivos o presos comunes como hicieron en Santa Elena de Uairén". Agregó, “nosotros vamos a seguir determinadamente trabajando por nuestra gente”.
El periodista le pregunta si no tiene miedo. La respuesta de Guiadó lo retrata de cuerpo entero. “Mi miedo no – afirma – es por mi vida o por mi libertad, yo sé a lo que me estoy enfrentando en Venezuela. Todos los que hacemos política en Venezuela sabemos a lo que nos exponemos. Tenemos miles de presos políticos, exiliados, asilados, desterrados, asesinados como el caso de Fernando Albán. Así que eso no es lo que nos va a detener. Vamos a tomar las previsiones necesarias y vamos a seguir ejerciendo nuestras funciones en Caracas”.
Sin lugar a dudas, Guiadó es el líder que Venezuela necesita en estos momentos.
Este artículo fue publicado originalmente en Panam Post (EE.UU.) el 7 de marzo de 2019.