Irak: ¿No se trata de petróleo?
Por Charles V. Peña
En un artículo reciente, el senador demócrata de Georgia Zell Miller escribió, "Disculpen mi franqueza, pero esta gente (mis constituyentes) también quieren escuchar al presidente y al vicepresidente decir que esta guerra no se trata sobre petróleo." Ésta representa una preocupación bien señalada, dados los lazos históricos del presidente Bush y el vicepresidente Cheney con la industria petrolera estadounidense. Desafortunadamente, Estados Unidos continua aferrado al mito de que necesita defender el petróleo del Golfo Pérsico (y por ende la presencia militar norteamericana en Arabia Saudita). Aún así, economistas a través del espectro político (incluyendo al socialdemócrata James Tobin y al libertario Milton Friedman) concuerdan en señalar que es innecesario declarar la guerra por petróleo.
Así que mientras nadie habla verdaderamente sobre el tema, el asunto del petróleo y su relación con una acción militar contra Irak no deja de constituir un asunto persistente.
Altos oficiales sostienen que la administración se encuentra preocupada por el planeamiento militar, no por el petróleo. Sin embargo, esto no significa que el gobierno no entienda la notable importancia del crudo en el proceso de toma de decisiones sobre Irak. Después de todo, las relaciones de Estados Unidos con las naciones del Oeste africano -las cuales constituyen una cuota de cerca del 15% de las importaciones norteamericanas del petróleo- se han vuelto considerablemente más cálidas desde el 11 de septiembre. De hecho, la semana pasada Bush se reunió con los líderes de 11 países africanos ante la amenaza de una guerra con Irak y preocupaciones sobre la seguridad de los suministros de petróleo del Golfo Pérsico. Inclusive, Estados Unidos está considerando construir una base naval en la pequeña isla de Santo Tomás y Príncipe, una antigua colonia portuguesa la cual se cree que está localizada sobre reservas masivas de petróleo que aún no han sido explotadas.
También es difícil de ignorar el hecho de que Irak ha probado poseer reservas de 112.000 millones barriles de petróleo crudo, las segundas más grandes en el mundo después de Arabia Saudita. Sin duda alguna ésta no es una pérdida para las compañías petroleras estadounidenses que, habiéndoseles prohibido la participación directa con Irak desde finales de los ochenta, se podrían beneficiar enormemente de un gobierno post-Hussein que sea amigable con Estados Unidos. De acuerdo con un analista de la industria petrolera, "No hay ninguna compañía petrolera allá afuera que no esté interesada en Irak."
Aún cuando los intereses petroleros de Estados Unidos hayan permanecido silenciosos en este asunto, la oposición iraquí que espera suceder a Hussein no lo ha estado. De acuerdo con un líder iraquí del Congreso Nacional que favorece la creación de un consorcio liderado por Estados Unidos para desarrollar los campos petroleros de Irak, "Las compañías norteamericanas se ganarán la lotería con el petróleo iraquí."
Nada de esto ha pasado desapercibido por compañías no-estadounidenses de más de una docena de naciones, incluyendo Francia, Rusia, China, India, Vietnam y Algeria, quienes también poseen intereses petroleros en Irak. Nerviosos de que un gobierno pro-estadounidense en Bagdad los pueda excluir, representantes de esas compañías se reunieron con líderes de la oposición iraquí para presentarles su caso en favor de una cuota en un Irak post-Hussein. Aunque muchas de estas compañías petroleras extranjeras tienen acuerdos existentes (o en principio han buscado alcanzar dichos acuerdos) para desarrollar y expandir la industria petrolera de Irak, los oficiales de la oposición iraquí han dejado claro de que no serán limitados por ningún trato existente.
La declaración más honesta vino del antiguo director de la CIA Jim Woolsey, uno de los principales proponentes de la acción militar contra Irak: "Francia y Rusia tienen compañías petroleras e intereses en Irak. Se les debe decir que si ayudan a establecer un gobierno decente en Irak, haremos lo mejor que podamos para garantizarnos de que el nuevo gobierno y las compañías norteamericanas trabajen conjuntamente con ellos." Woolsey también declaro que, "Si le apuestan a Saddam, será difícil al punto de imposible el persuadir al nuevo gobierno iraquí de que trabaje con ellos."
Incluso si el ir a una guerra contra Irak no se trata enteramente sobre petróleo (las armas de destrucción masiva asustan mucho más), es imposible ignorar e inclusive aún más ridículo el pensar de que no es un factor importante: ¿Se estaría dando este debate si el país en cuestión estuviera en el África Sub-Sahariana? Después de todo, el Departamento de Defensa señala a 12 países con programas de armas nucleares, 13 con armas biológicas, 16 con armamento químico y 28 con misiles balísticos como amenazas existentes o emergentes para Estados Unidos. Pero solo uno de esos países se encuentra localizado sobre la segunda reserva de petróleo más grande del mundo. Nada más recuerde el adagio: Siga al dinero... o en este caso, al petróleo.
Traducido por Juan Carlos Hidalgo para Cato Institute.