Incoherencia en las promesas
Manuel Suárez-Mier recuerda las nefastas consecuencias del Plan Cambridge implementado por el gobierno de José López Portillo.
El mayor defecto de un líder ignorante en temas económicos como AMLO, es pensar que una economía responde a los mandatos de su voluntad y no a las consecuencias de acciones individuales de millones de personas que toman decisiones en función de sus percepciones, intereses y de los incentivos que se les presentan.
Esto viene a cuento por la total incongruencia entre las promesas del candidato en campaña, las explicaciones de sus manejadores, como Alfonso Romo, y las glosas de sus asesores económicos en el panfleto que apareció la semana pasada, Pejenomics.
Al respecto vale la pena recordar cómo terminó el sexenio de otro López que dejó al país en ruinas después de desperdiciar la propicia coyuntura que se le presentó a México cuando se dio la feliz coincidencia de exportaciones crecientes de petróleo a precios elevados y ascendentes.
José López Portillo, Jolopo como lo tildó la gente y para AMLO el último Presidente que encarnó valores que él admira, se gastó los enormes recursos del petróleo más un endeudamiento externo que se triplicó, en un dispendio público sin precedente y en voraces empresas gubernamentales.
En las postrimerías de su administración, cuando el precio del petróleo dejó de subir, en lugar de ajustar el gasto público y controlar el desperdicio, decidió atender el consejo de un grupo de economistas cercanos a la Universidad de Cambridge, la misma donde estudió un cercano asesor de AMLO.
John Eatwell y Ajit Singh viajaron a México patrocinados por funcionarios cercanos a Jolopo para diseñar un plan de contingencia heterodoxo que salvara a la economía, cuyos elementos esenciales fueron:
1. Aumentar el gasto público para compensar la caída en el precio del petróleo y mantener la demanda interna y el crecimiento económico en 8% anual, alcanzado gracias al estímulo petrolero. Como el crédito externo del país se había esfumado se recurrió al déficit público, que en ese año llegó a la cifra estratosférica de 18% del PIB, financiado por el banco central.
2. Para evitar que el mayor gasto se fuera al exterior vía fuga de capitales o más importaciones, fue necesario tomar tres acciones clave: devaluar el peso, cerrar la economía aún más sujetando todas las compras al exterior a permisos previos y mayores aranceles, y adoptar un control de cambios que le impidiera a los ciudadanos comprar dólares.
3. Para que tales medidas funcionaran, el plan exigía la expropiación de los bancos pues, según Jolopo, los culpables de la crisis eran los banqueros al asesorar a sus clientes que sacaran su dinero del país. “¡Ya nos saquearon, pero no nos volverán a saquear!” rugió teatralmente en su último informe de gobierno.
Las consecuencias del Plan Cambridge de Jolopo fueron devastadoras. Se generó la mayor fuga de capitales en la historia pues la adopción del control de cambios sólo condujo al florecimiento de un enorme mercado negro al que recurrió la gente a comprar dólares tratando de salvar algo de su patrimonio.
El gasto público sin respaldo redundó en una inflación sin precedente, con niveles cercanos al 100%, mientras que la marcha de la economía no sólo se detuvo y se estancó por casi una década, sino que puso al país de rodillas sin generar empleos ni dar cabal servicio a su pesada deuda.
Los bancos burocratizados se dedicaron casi en exclusiva a financiar al gobierno y dejaron de desempeñar su función crucial de alentar el ahorro nacional y canalizarlo a la inversión productiva.
Jolopo, al igual que AMLO, jamás definió ninguna de estas acciones como parte de su programa de gobierno pero fue orillándose a ellas por la desesperación de ver fracasar su gobierno, sin entender que las causas del naufragio eran sus políticas, incongruentes por completo, y no los complós en su contra de los poderosos.
Este artículo fue publicado originalmente en Asuntos Capitales (México) el 16 de mayo de 2018.