Ideas renovadoras y liderazgos para evitar lo peor
Víctor Pavón dice que Paraguay debe replantearse el modelo intervencionista, particularmente considerando que ciertas medidas de apertura comercial por parte de Argentina y Brasil podrían afectar su comercio fronterizo.
Por Víctor Pavón
Nuestros vecinos, Argentina y Brasil, están intentando deshacerse de las malas políticas económicas que vienen aplicando. Brasil redujo a cero el impuesto a la importación de electrónica e informática, luego se vienen los free shops en la frontera y, Argentina, bajó a 0 % el Impuesto Selectivo al Consumo (IVA) a los productos de la canasta familiar. Desde luego, les queda mucho por hacer.
¿Dónde se radicarán las inversiones? ¿Dónde comprará la gente? Si bien lo primero puede ocurrir en el mediano y largo plazo y lo segundo ya está sucediendo, la realidad es que Paraguay debe reinventarse cuanto antes o sucumbirá su comercio fronterizo. El problema que tenemos no es el déficit ni el mal gasto. Es la idea prevaleciente la que multiplica ese déficit y mal gasto. Sin ideas renovadoras ni liderazgos no hay cambios.
En estos últimos años, la teoría y la práctica han sido consistentes en demostrar que la intervención del Estado en materia de recaudación y gastos afecta las conductas de las personas y las empresas, modificando lo que se denomina la dirección en el uso de recursos.
Si una persona, por ejemplo, desea gastar su propio dinero en el bien A o en consumo de B, y el Estado decide utilizar ese dinero en el bien C o en el consumo de D, pues se está ante un cambio en la dirección del gasto que, no es gratis ni benévolo puesto que se reduce de alguna u otra manera el nivel de vida de aquella persona.
Solo en caso que ese dinero ahora no disponible en los bolsillos de esa persona se convierta en una contraprestación necesaria que le permita vivir pacíficamente con las demás garantizando su vida, propiedad y libertad, se estará ante una contribución necesaria para el ordenamiento de la sociedad. Si no se da esta situación, como viene sucediendo en nuestro país, pues entonces estamos asistiendo al más puro y duro robo a la gente por medio del mismo Estado y de sus representantes.
La explicación no es complicada ni antojadiza. El cambio en la dirección del gasto que antes estaba en manos de una persona o empresa, no es un permiso solicitado a éstas, sino que es un acto de coerción al que apelan los gobernantes de turno utilizando la fuerza de la ley para disponer de un dinero que le pertenece a otros.
Seguir manteniendo este status quo caracterizado por la falta de contraprestación ni de calidad en el gasto de un Estado con pies de barro, ciertamente además de un robo, se constituye en la lenta pérdida de la libertad y la propiedad a la que tienen derecho los individuos, cualquiera sea su condición, rica o pobre, sana o enferma, sabia o ignorante. Lo que se está afectando es el derecho de toda persona a buscar su propia felicidad, condición moral que hace a las sociedades libres o si se desea decirlo en términos de la ciencia política, el régimen constitucional de base liberal y republicana.
Y la economía sana no es más que la otra cara de la política prudente. Los beneficios de un ajuste fiscal, por ejemplo, inciden positivamente sobre el crecimiento de la economía porque reduce la necesidad de financiamiento inflacionario o endeudamiento. El problema no es el déficit ni el mal gasto, es la idea prevaleciente que las alimenta con más Estado e intervencionismo. Sin ideas renovadoras ni liderazgos no habrá posibilidad alguna de evitar lo peor.