¿Hillary Clinton es una neoconservadora?

Por Edward H. Crane

“Cuando le pregunto a la gente, “¿Cuáles son los objetivos de EE.UU. hoy en día? La gente no tiene idea. No sabemos qué estamos tratando de lograr. Y yo pienso que en la vida o en un país uno tiene que tener algunos objetivos”.
— Senadora Hillary Clinton, MSNBC, 11 de mayo de 2007

El punto de vista de la Senadora Hillary Clinton, como está descrito aquí arriba, es muy distinto a los fundadores de EE.UU. La idea de que la nación estadounidense tenía “objetivos”, así como los tienen los individuos, hubiera sido totalmente extraña para ellos. Para ellos todo el propósito del gobierno era el de proteger nuestros “auto-evidentes” derechos a la vida, la libertad y la busqueda de la felicidad. Este énfasis en la primacía del individuo es la esencia del verdadero excepcionalismo estadounidense.

Los objetivos nacionales son un eufemismo para el poder político nacional concentrado. El “Viejo Mundo” estaba repleto de naciones con objetivos, casi todos perjudiciales. El concepto de objetivos nacionales no es tan anti-patriótico sino más bien algo que no forma parte de la cultura estadounidense. Pero la Sra. Clinton persiste en promover el concepto, diciendo en un reciente discurso de campaña en New Hampshire que en vez de una “sociedad de propietarios” ella preferiría una “sociedad de ‘todos estamos juntos en esto’”. Ella invoca frecuentemente la noción de que los estadounidenses quieren “ser parte de algo más grande que ellos mismos”.

Ella ha tenido un aliado extraño en esto. La otra fuerza política poderosa en EE.UU. que comparte la frustración de ella respecto de la falta de objetivos nacionales es el neoconservadurismo. Los neoconservadores lo llaman la “grandeza nacional”. Sus teóricos como Bill Kristol y Robert Kagan denominaron la voluntad del Presidente George W. Bush de “involucrarse donde sea que sea necesario alrededor del mundo” un reconocimiento de una “parte esencial de la grandeza nacional”.

Tal vez su exponente más articulado es, sin embargo, David Brooks, el columnista del New York Times. El Sr. Brooks se queja en un artículo del Weekly Standard de que “los estadounidenses han descartado la busqueda de la grandeza nacional en casi cualquier cosa particular”. Y ¿cómo describiría él ese objetivo? “Ambición y voluntad individual son redirigidas hacia la causa de la grandeza nacional. Y al lograr la grandeza nacional, los individuos son capaces de sumar sus preocupaciones obtusas al proyecto nacional más integral”. “A final de cuentas”, añade él, “el objetivo estadounidense solo puede encontrar su voz en Washington”. La Sra. Clinton parece haber encontrado un alma gemela en el Sr. Brooks, acaso un compañero de candidatura.

Pero hay más acerca de las conexiones de la Sra. Clinton con el neoconservadurismo. Otra característica que ella comparte es la promiscuidad con la cual ambos grupos utilizarían el gobierno federal—como si no hubiese límites al poder federal. Dado el alto perfil que tienen los neoconservadores por habernos involucrado en la guerra en Irak, muchas veces pasa desapercibido porque, casi sin excepción, sus políticas domésticas han sido iniciativas federales vigorosas.

La toma de la educación por parte del gobierno federal, conocida como “La Ley de Ningún Niño Se Queda Atrás”, es un proyecto neoconservador. También lo fue la iniciativa basada en la fe que financió a las organizaciones religiosas locales. El Sr. Brooks recientemente hizo un llamado a que los candidatos presidenciales “creen un comité para las familias que florecen. Consigan que los economistas, los activistas religiosos y los psicólogos se reúnan en un cuarto para entender cómo el gobierno puede reducir la tensión para las familias con problemas”. Este sería el mismo gobierno que se demoró tres días en descubrir que el Huracán Katrina había ocasionado un problema en New Orleans.

Sin quedarse corta, en Se requiere de una comunidad (It Takes a Village)—la “comunidad” siendo el gobierno federal, la Sra. Clinton sugiere que el gobierno financie videos acerca del cuidado de los bebes que “podrían ser emitidos continuamente en las oficinas de los doctores, las clínicas, hospitales, oficinas de vehículos motorizados, o en cualquier otro lugar donde la gente se junta y tiene que esperar”. Esto tiene tintes de 1984.

El gobierno expansivo siempre será un proyecto para aquellos que subyugarían a los individuos ante los propósitos colectivos nacionales. Los fundadores estaban al tanto de este peligro, razón por la cual ellos nos dieron una constitución de poderes enumerados y por los tanto limitados. Como Thomas Jefferson lo dijo: “Yo considero las bases de la constitución como está establecida aquí que ‘todos los poderes no delegados a EE.UU., por la constitución, ni prohibidos por ella a los estados, están reservados para los estados o las personas’. Dar un solo pasó más allá de los límites especialmente establecidos alrededor de los límites a los poderes del Congreso es tomar posesión de un campo ilimitado de poder que ya no sería susceptible a definición alguna”.

La Sra. Clinton parece estar en peligro de seguir el mismo camino condenado de los neoconservadores, con su objetivo siendo el de tomar posesión de ese campo ilimitado.

Este artículo fue publicado originalmente en el Financial Times el 11 de julio de 2007.