Héroes del Progreso, Parte 46: Astell y Wollstonecraft
Alexander C. R. Hammond destaca el trabajo de Mary Astell y Mary Wollstonecraft, dos pensadoras del siglo 17 y 18, respectivamente, que son ampliamente consideradas como las pioneras de la filosofía feminista.
Hoy presentamos la parte No. 46 de una serie de artículos publicada por HumanProgress.org titulada “Héroes del Progreso”. Esta columna provee una breve introducción a los héroes que han realizado una contribución extraordinaria al bienestar de la humanidad. Puede encontrar la parte No. 45 de la serie aquí.
Esta semana, nuestros héroes son Mary Astell y Mary Wollstonecraft —dos pensadoras inglesas del siglo 17 y 18, quienes son ampliamente consideradas como las pioneras más tempranas de la filosofía feminista. Los trabajos de Astell y Wollstonecraft ganaron popularidad en el siglo 19 y ayudaron a proveer el fundamento filosófico a los movimientos por el voto de las mujeres y los derechos femeninos alrededor del mundo.
En los siglos 17 y 18, las mujeres de Europa Occidental eran muchas veces muy mal educadas y tenían escasas protecciones bajo la ley. En una serie de trabajos destacados, Astell argumentó que las mujeres deberían tener oportunidades educativas iguales a las de los hombres. Astell también era la primera en basar sus argumentos a favor de la igualdad entre géneros en la filosofía, en lugar de la evidencia histórica, como hasta ese entonces había sido la norma.
Wollstonecraft tomó el llamado de Astell por una educación igual entre los sexos y la llevó un paso más allá. Astell argumentaba que, dado que tanto los hombres y las mujeres estaban dotados con los derechos inalienables a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad, las mujeres también deberían tener el derecho a votar y debería permitírseles seguir la carrera que desearan.
Mary Astell nació el 12 de noviembre de 1666 en el seno de una familia de clase media alta en Newcastle, Inglaterra. Su padre administraba una empresa local de carbón, pero a pesar de la riqueza de su familia, Astell no recibió educación formal alguna. En cambio, ella fue educada en casa por su tío Ralph Astell, un hombre del clero. Ralph estaba muy involucrado en la escuela filosófica denominada Neo-platonismo, que enseñaba las creencias racionales basándose en las obras de los filósofos griegos, tales como Platón, Aristóteles y Pitágoras.
A los 12 años de edad, el padre de Astell murió y la dejó sin una herencia, lo que significaba que sus prospectos de casarse con alguien de una clase social similar se volvieron poco probables. Un años después, su tío Ralph murió, dejándola sin profesor. Aún así, durante su adolescencia Astell continuó enseñándose a sí misma muchas materias y descubrió que tenía una aptitud particular para la filosofía política.
En 1684, la madre de Astell murió. Eso motivó a Astell para mudarse a Chelsea, un suburbio de Londres. En Chelsea, Astell rápidamente conoció a un círculo literario de mujeres influyentes. Las nuevas amistades de Astell, junto con William Sancoft, el otrora Arzobispo de Canterbury que le dio respaldo financiero, ayudaron a Astell a desarrollar y publicar sus escritos.
En 1694, Astell publicó su primer libro Serious Proposal to the Ladies for the Advancement of their True and Greatest Interest. Seis años después, su segundo libro titulado Some Reflections upon Marriage fue publicado. Estos dos trabajos fueron publicados de manera anónima. En ellos, Astell argumentaba que las mujeres deberían recibir una educación igual a la de los hombres. Ella afirmó que la disparidad intelectual existente entre los hombres y las mujeres no se debía a la inferioridad natural, sino a la falta de oportunidades educativas de las mujeres. Astell también argumentó que las mujeres deberían ser capaces de elegir con quién se casaban o de abstenerse de casarse si así lo deseaban.
Mediante estos trabajos, Astell se volvió una de las primeras escritoras en promover la idea de que las mujeres eran igual de racionales que los hombres. Al usar la teoría del dualismo de Descartes (la idea de que la mente y el cuerpo son distintas y separables), Astell argumentó que ambos géneros tenían capacidad igual de razonar sin importar sus diferencias físicas. Como tal, las mujeres deberían ser tratadas de igual forma. Astell escribió la frase famosa “Si todos los hombres nacen libres, ¿por qué las mujeres nacen esclavas?”
Posteriormente en su vida, Astell salió del ojo público. En 1709, se volvió directora de una escuela caritativa para niñas. Astell diseñó el currículum y se cree que la de ella fue la primera escuela en Inglaterra que tuvo una Junta de Gobernadores poblada totalmente por mujeres. Luego de una mastectomía para remover un seno cancerígeno, Astell murió en su casa de Chelsea el 11 de mayo de 1731.
A lo largo de su vida Astell fomentó a ambos géneros a luchar por los derechos de las mujeres. Luego de su muerte, Mary Wollstonecraft continuó su promoción de la reforma educativa para las mujeres que había iniciado Astell.
Mary Wollstonecraft nació el 27 de abril de 1759 en Londres, Inglaterra. Como Astell, nació en una familia de clase media alta que se volvió significativamente más pobre a través del tiempo. El padre de Wollstonecraft, Edward John Wollstonecraft, era un hombre violento que frecuentemente golpeaba a su esposa durante sus rabietas cuando estaba borracho. Cuando era niña, Mary muchas veces intervenía y trataba de prevenir el abuso de su padre. Con el tiempo el padre de Wollstonecraft gradualmente despilfarró el dinero de la familia, causando que la familia de mudara varias veces durante su infancia.
A inicios de la vida de Wollstonecraft, se hizo amiga de Jane Gardiner, cuyo apellido de soltera era Arden. El par muchas veces leerían juntas los entonces nuevos libros de la “Era de la Ilustración”. También asistieron a discursos del padre de Arden, John Arden, quien era un académico de la filosofía natural y había sido uno de los primeros profesores de Wollstonecraft.
Infeliz con su vida en casa, Wollstonecraft decidió mudarse. A lo largo de fines de los 1770s y principios de los 1780s, trabajó en varios trabajos distintos alrededor de Inglaterra e Irlanda, incluyendo como una institutiz, tejedora y profesora.
Wollstonecraft se volvió frustrada con las opciones limitadas de carrera que estaban abiertas a las mujeres. A fines de los 1780s, se embarcó en una carrera como una autora, lo cual era visto como una opción radical para una mujer en ese entonces. En 1787, Wollstonecraft escribió su primer libro titulado Thoughts on the Education of Daughters. El libro se asemeja a una versión temprana de los modernos libros de auto-ayuda y ofrece consejos acerca de la educación femenina. También incluía segmentos acerca de la moralidad, la etiqueta y lo básico de la crianza infantil.
En 1788, Wollstonecraft trabajó como traductora para el publicista Joseph Johnson, quien publicó varios de sus primeros trabajos. Wollstonecraft tuvo un gran interés en la Revolución Francesa. Luego de que el filósofo inglés Edmund Burke publicara un libro titulado Reflections on the Revolution in France, que cuestionaba los principios de la Revolución Francesa, Wollstonecraft decidió responder.
En 1790, Wollstonecraft publicó el libro A Vindication of the Rights of Men, en el que criticaba el despotismo del Antiguo Régimen de Francia, daba la bienvenida a la reforma revolucionaria y argumentó que los derechos naturales de la humanidad deben ser protegidos por un gobierno. En el libro Wollstonecraft también criticó la naturaleza arbitraria del poder estatal.
En 1792, Wollstonecraft publicó su obra mejor conocida, titulada A Vindication of the Rights of Woman. En el libro, Wollstonecraft expandió el trabajo de Astell y argumentó que el sistema educativo entrenaba a las mujeres para ser frívolas e incapaces. Wollstonecraft señaló que no había diferencias mentales entre los hombres y las mujeres. Si las mujeres tuvieran las mismas oportunidades educativas que los hombres, argumentaba ella, las mujeres serían capaces de desempeñar muchas profesiones y de surgir por sí mismas en la sociedad.
A diferencia de Astell, Wollstonecraft creía que la mejora de las mujeres debería buscarse a través del cambio político radical, con reformas requeridas tanto en el sistema educativo como en el sistema electoral. Wollstonecraft señaló que, como los hombres y las mujeres eran intelectualmente similares, las mujeres deberían tener también el derecho a votar. Escribió, “Las mujeres deberían tener representantes, en lugar de ser arbitrariamente gobernadas sin tener una participación directa permitida en las deliberaciones del gobierno”.
Wollstonecraft también señaló que “la libertad es la madre de la virtud”. Consecuentemente, si las mujeres fuesen mantenidas “por su propia constitución, esclavas, y no se les permite respirar el aire agudo y estimulante de la libertad, deben siempre languidecer como exóticas, y ser reconocidas como preciosos defectos de la naturaleza”.
A Vindication of the Rights of Woman fue una obra inmensamente exitosa y ayudó a promover la reputación de Wollstonecraft como una escritora. Después en 1792, Wollstonecraft fue a Paris para observar la Revolución Francesa. Llegó justo un mes antes de que el Rey Luis XVI fuese guillotinado. Wollstonecraft permaneció en Francia hasta 1795.
Luego de la ruptura de una relación romántica, Wollstonecraft se quedó con el corazón roto y dos veces intentó suicidarse. Cuando volvió a Inglaterra, Wollstonecraft llegó a involucrarse activamente en un grupo unido de intelectuales radicales que incluían a William Godwin, Thomas Paine, William Blake y William Wordsworth.
Mary Astell está en el lado izquierdo de la fotografía. Mary Wollstonecraft está a la derecha.
En 1797, Wollstonecraft se casó con William Godwin y dio a luz a Mary Wollstonecraft Shelley —quien luego escribiría Frankenstein. Justo 11 días después del parto, Wollstonecraft murió de septicemia el 10 de septiembre de 1797.
Los trabajos de Astell y Wollstonecraft no lograron reformas inmediatas cuando fueron publicados. Los trabajos de las dos pensadoras, sin embargo, proveyeron el fundamento intelectual para los movimientos por el voto de las mujeres y feminista, los cuales empezaron a fines del siglo 19 y continúan alrededor del mundo hasta el día de hoy. Aunque eran consideradas radicales durante su época, sin sus ideas es poco probable que los derechos de las mujeres fuesen tan extensos como lo son hoy. Por esta razón, Mary Astell y Mary Wollstonecraft se merecen ser nuestras Heroínas del Progreso No. 46.
Este artículo fue publicado originalmente en HumanProgress.org (EE.UU.) el 12 de junio de 2020.