Hayek y la revolución crypto
Axel Kaiser dice que el sueño de Hayek de un futuro en el que dinero sería manejado de manera descentralizada sin necesidad de banco ni autoridad alguna llegará más lejos de lo que él imaginó.
Por Axel Kaiser
El mundo se encuentra ad portas de una de las transformaciones más profundas que haya experimentado. Fue nada menos que Friedrich Hayek quien, en 1976, en su obra La denacionalización del dinero, afirmara que la única forma de terminar con el daño que creaban los gobiernos mediante su control del dinero, sería la emergencia de un mercado privado con monedas que, de algún modo, este no pudiera detener. Pues bien, ese futuro que Hayek imaginó y llegó a considerar “utópico”, se encuentra cerca gracias, entre otras, a la tecnología blockchain que popularizó el Bitcoin.
Desde sus inicios, Bitcoin fue despreciado por el mainstream y aún muchos son renuentes a validarlo. En el mundo de economistas cercanos a la escuela austríaca, en cambio, tempranamente se advirtió la revolución que este significaba. En pocas palabras, el Bitcoin tiene todas las características del oro, pero digital. Como tal, y en un ambiente inflacionario como el que llevan incubando los bancos centrales del mundo hace tiempo, este se ha convertido crecientemente en un bien de refugio y no sería raro ver su precio cercano a 1 millones de dólares en unos años más si la espiral de gasto, impresión y deuda continúa, lo que es probable.
La blockchain, que se encuentra detrás de la cryptomoneda, en tanto, es una tecnología que permite acreditar propiedad y validar transacciones de manera totalmente descentralizada, es decir, sin requerir de banco ni autoridad alguna. Esto hace que la moneda sea inhackeable, trazable y, a diferencia del oro, fácil de transferir. Adicionalmente, como la cantidad de Bitcoin será limitada, su valor necesariamente subirá en el tiempo, mientras el de las monedas controladas políticamente decrecerá.
Pero toda esta revolución va mucho más allá de Bitcoin. Las plataformas DeFi harán innecesarios a los bancos como custodios de dinero, otorgadores de crédito, vehículos de inversión y canales de pago. De hecho, ya es posible obtener tasas de interés múltiplos más altas que en la banca tradicional suprimida por la banca central. Algunas ofrecen pagos de 7-8% al año en Bitcoin u otras monedas, o stablecoins, que son aquellas usualmente respaldadas 1-1 en dólares.
La tendencia general descrita explica que ya se observe a los primeros bancos como Deutsche Bank planear ofrecer servicios crypto a sus clientes. Lo mismo ha anunciado Master Card, empresa que procesará pagos en crypto siguiendo al pionero PayPal. Adaptarse o morir es el lema. Pero la transformación va más allá aún, porque la tecnología de smartcontracts implementada por plataformas como Ethereum harán innecesarios intermediarios en casi cualquier transacción que queramos imaginar. Seguros, notarios, compraventas, sistema electoral, subastas y muchos otros simplemente serán regidos por protocolos peer to peer, llevando a la reestructuración de sectores completos de la economía y a la posibilidad de reducir dramáticamente la burocracia que nos asfixia. Como resultado, la calidad de vida de los ciudadanos se incrementará dramáticamente.
Sin duda la clase política y funcionaria intentará conservar sus privilegios, pero el poder del cambio que comienza es de tal naturaleza que difícilmente podrá frenarlo más que parcialmente. Y es que al ser descentralizado en la totalidad de su estructura, será cada vez más difícil oponérsele, pues la gente común y corriente es la que se verá más beneficiada al poder celebrar toda clase de acuerdos sin tener que pedirle permiso ni pagarle a una empresa o a autoridad alguna. La regulación estatal deberá adaptarse, tal como lo ha hecho con la emergencia de otras tecnologías, aunque se demore.
Así las cosas, parece ser que el sueño de Hayek de un futuro descentralizado en el dinero llegará más lejos de lo que imaginó. Se trata de una revolución propia del orden espontáneo del mercado que podría acabar con buena parte de la centralización privada y estatal, produciendo progreso e incrementando la libertad de millones de personas. Y todo ello liderado ni más ni menos que por innovadores, de los cuales muchos son directos herederos intelectuales del pensador austriaco.
Este artículo fue publicado originalmente en El Mercurio (Chile) el 6 de marzo de 2021.