Habría que extender el TLC a todo el continente
Por David Boaz
Entrevista a David Boaz
Realizada por Juan Pina
Boaz es uno de los intelectuales estadounidenses que con mayor eficacia han logrado introducir las ideas y propuestas libertarias en el debate público. Como vicepresidente del prestigioso Cato Institute de Washington, Boaz tiene en sus manos una poderosa herramienta de influencia en la sociedad, los medios de comunicación y el proceso legislativo de su país; y no hay duda que la emplea constantemente en beneficio de la causa más elemental e importante: la libertad.
JP: El Cato Institute es hoy en día uno de los think-tanks liberales más prestigiosos del mundo. ¿Cómo y por qué surgió?
DB: El Cato fue fundado en 1977 para aplicar los principios de libertad y libre empresa a todos los asuntos públicos que eran de importancia para los Estados Unidos. Edward H. Crane, el co-fundador del Instituto --que todavía es nuestro presidente--comprendió que las instituciones privadas dedicadas a la investigación sobre políticas públicas --lo que llamamos think-tanks-- tenían bastante infiuencia en el debate político de Washington. Pensó que era importante que hubiera una organización de ese tipo que estuviera basada en los principios tradicionales estadounidenses de libertad individual, limitación del Estado, libre mercado y paz. Con el apoyo del industrial Charles Koch, fundó en San Francisco el Instituto en 1977, y en 1981 Io trasladó a Washington.
Pero en una sociedad tan compleja como es la estadounidense, ¿de verdad pueden infiuir los institutos como el Cato sobre los poderes públicos, los medios, la opinión ciudadana o el electorado? ¿Siente Ud. que el trabajo del Cato y de otras organizaciones similares verdaderamente se ve recompensado con la consideración y la eventual implementación de sus conclusiones por parte de quienes toman las decisiones?
Es verdad que los Estados Unidos son una sociedad muy compleja, y que hay muchísima gente organizada en multitud de instituciones de toda índole que compiten por la atención de los medios de comunicación y de los legisladores, pero creemos que, pese a ello, en este país los think-tanks juegan un papel muy significativo en el proceso de desarrollo y adopción de Políticas Públicas. En muchos casos el proceso de adopción de una determinada política es como sigue: primero se desarrolla en un think-tank, luego recibe el apoyo de lobbies y grupos de activistas de la causa correspondiente, después se debate en los medios de comunicación y finalmente se propone en el parlamento. Las ideas de la "gran sociedad" de Kennedy y Johnson se originaron en los think-tanks antes de formar parte del programa presidencial. La desregulación del transporte aéreo y del transporte de mercancías por carretera fue durante años materia de estudio al nivel académico de este tipo de organizaciones, sobre todo en el American Enterprise Institute y el Brookings Institution, antes de que lograra abrirse camino políticamente bajo los gobiernos de Ford y Carter. En el caso del Cato, fuimos la primera institución de este tipo que señaló la seriedad de los problemas financieros de la Seguridad Social y ofreció una alternativa basada en la privatización. Publicamos en 1979 un artículo respecto a esta cuestión, y un libro en 1980. Desde entonces hemos seguido estudiando esta materia y sin embargo se puede afirmar que sólo hemos hecho progresos sustanciales a nivel político en los dos últimos años. Todavía no hemos logrado que se privatice la Seguridad Social, pero esa opción no sería en la actualidad un asunto de ardiente debate público de no ser por la labor del Cato. Nuestro trabajo sobre la sanidad fue la base para una idea de tanto éxito como es en la actualidad la implementación de cuentas de ahorro médicas. En 1996, el Congreso aprobó un experimento limitado con esta clase de cuentas. El Cato también ha conseguido introducir en el debate público temas como la reforma estructural del sistema tributario, la doctrina constitucional de limitación del poder público y otras cuestiones. Los estudios elaborados por el Cato tuvieron una influencia decisiva a la hora de obtener el apoyo de los republicanos más conservadores para el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) y para frenar los esfuerzos de algunos grupos deseosos de limitar la inmigración.
Toda esta forma de actuar en las antesalas del poder mediante institutos como el que Ud. dirige, ¿es exportable al resto del mundo, y particularmente a América Latina?
No conozco los sistemas políticos latinoamericanos con el grado de detalle suficiente para ser muy preciso, pero estoy seguro de que en cualquier país democrático es importante que siempre haya gente estudiando las políticas públicas a la luz de los valores de la libre empresa, la democracia y la limitación de los poderes del Estado. Los estudios de un think-tank pueden ser más influyentes que las propuestas de los grupos de interinos, precisamente porque se perciben como posiciones mucho más independientes y ajenas a las motivaciones de los diversos sectores concernidos. Es importante que estas perspectivas formen parte del debate público.
El Cato esta muy próximo a los sectores liberales y libertarios de los Estados Unidos. ¿Significa esto ser de derechas en economía y de izquierdas en las cuestiones morales y de libertades civiles, o es algo mucho más complejo? Creo que a estas alturas la división en izquierdas y derechas es confusa. Vivo en los Estados Unidos, que es un país establecido como consecuencia de una revolución liberal --o incluso libertaria-- ocurrida hace dos siglos. ¿Qué significa ser conservador respecto a un sistema basado en principios liberales y libertarios? Probablemente, quien fuera en un país así "conservador" lo que desearía "conservar" serían precisamente esas libertades garantizadas por el origen del sistema político y constitucional. Pero con frecuencia no es así como los conservadores estadounidenses reaccionan ante las cuestiones a debatir. En todo caso, más que calificar a los liberales-libertarios de derechistas en economía e izquierdistas sobre las libertades públicas, definiría a esta ideología como un conjunto de ideas coherente y basado en una sólida creencia en la sociedad libre. Tiene más sentido afirmar que los conservadores estadounidenses son libertarios sólo en economía, pero muy estatistas en lo relativo a las libertades personales y otros asuntos, mientras que quienes en este país se autodefinen como liberales --es decir, los socialdemócratas-- suelen ser libertarios sobre las libertades personales pero estatistas respecto a la economía.
Muchas personas en todo el mundo contemplan a los Estados Unidos como un imperio ingenuo pero poderoso que interviene demasiado en la política internacional sin tener suficiente conocimiento de otros pueblos y culturas, buscando con frecuencia imponer su influencia económica y cultural de forma arrogante. ¿Qué diría el Cato --que está a favor de un menor gasto militar y de una menor intervención estadounidense en cuestiones exteriores-- sobre esa percepción injusta pero muy extendida? Y, ¿qué papel cree Ud. que corresponde a los Estados Unidos en el mundo y en relación con América Latina?
Durante muchos años, los Estados Unidos han constituido un baluarte de la libertad y una inspiración para millones de personas de todo el planeta, desde Simón Bolivar hasta los estudiantes que hace ahora diez años acamparon en la plaza pekinesa de Tian An Men. Pero los Estados Unidos también han olvidado muchas veces sus principios no intervencionistas y se han involucrado política o militarmente en contenciosos ajenos en cualquier lugar del mundo. Esto ha provocado casi siempre un gran resentimiento contra nuestro país. En el Cato abogamos por un retorno de los Estados Unidos a su tradición no intervencionista. Tenemos una visión universalista del mundo: intercambio comercial y cultural con todo el mundo, y un uso exterior muy restrictivo de nuestras fuerzas militares. Hoy en día, uno de los grandes riesgos a los que se enfrenta nuestro país es el terrorismo, y nuestros académicos argumentan que una intervención excesiva de los Estados Unidos en zonas turbulentas alienta el ataque terrorista a nuestros intereses. Por tanto, va en nuestro propio interés --y también en el de los demás países-- que los Estados Unidos reduzcan sus intervenciones militares. Pero, como Ud. puede imaginar, percibo de forma muy diferente nuestra influencia económica y cultural. Mientras no haya soldados ni políticos estadounidenses obligando a la gente de otros países a comprar nuestros productos ni a sintonizar nuestras emisoras de televisión, no me produce ningún rubor que persigamos "influir" económica y culturalmente. Si los productos y películas norteamericanas, o nuestra música, resultan atractivos a otras gentes del resto del mundo, debe permitírseles el acceso y ningún Estado es quién para restringirselo --como por ejemplo han venido haciendo, en materia cinematográfica, los gobiernos francés y canadiense--. Espero que en el siglo XXI los Estados Unidos vuelvan a ser un baluarte de la libertad, un refugio para los oprimidos, una tierra de oportunidades y una nación pacífica de nuestro mundo que participe del intercambio cultural y diplomático y que sólo haga uso de la fuerza bélica en defensa propia.
Hemos asistido hace poco al fracaso de la Cumbre de Río entre los países latinoamericanos y la Unión Europea. ¿Ha Ilegado el momento de alcanzar un mercado único panamericano y una moneda común?
Estoy a favor de la reducción de las barreras al comercio en todo el mundo. Creo que todos los países del continente deberíamos reducir las barreras existentes. No estoy seguro, sin embargo, de desear un mereado común panamericano, porque hemos visto en Europa que un mercado común suele convertirse rápidamente en una especie de burocracia multinacional. Llamaría a todos los Estados americanos a levantar sus fronteras económicas, y creo que podría ser bueno extender el TLC al conjunto del continente, pero no nos gustaría vernos en la situación de reducir las barreras entre los países americanos y elevarlas respecto al resto de los países. El objetivo es reducirlas para todos. Sobre una moneda única, tengo serias reservas. La competencia es un principio que funciona en el entorno de la libre empresa, en el de la ciencia, en el de la política democrática, etc. No debemos caminar hacia una situación de menor competencia entre monedas, sino precisamente hacia un entorno de mayor competencia. Steve Hanke, del Cato, aboga por los sistemas de currency board mediante los cuales un país vincula su moneda a otra exterior suficientemente estable, como puede ser el dólar. Creo que ese tipo de medida es conveniente para muchos países, pero no creo que debamos establecer un banco central común que produzca una moneda única para todo un hemisferio. Por supuesto, creo que los individuos deben tener la plena libertad de realizar sus transacciones en cualquier moneda que deseen.
Volviendo a los términos anticuados de "izquierda" y "derecha", el Cato aboga por el levantamiento de la costosa e ineficaz guerra contra las drogas (una posición considerada "izquierdista" por los conservadores y los moralistas), sugiere a la vez que es necesario proteger el derecho portar armas (una perspectiva que se ve, sobre todo fuera del país, como muy de "derechas"). Parece difícil que ambas ideas procedan de la misma fuente. ¿Cómo pueden conciliarse ideas tan diferentes?
Es necesario insistir en que los aspectos supuestamente "izquierdistas" y "derechistas" de las ideas liberales son absolutamente compatibles y constituyen un compromiso coherente con la libertad de la persona y con la creencia en la necesidad de limitar el Estado. De este tronco ideológico común surgen ambas propuestas, la de no impedir a la gente poseer armas y la de no impedirles consumir cualquier sustancia, de la misma manera que defendemos, por ejemplo, el derecho que cada cual tiene a rezar al dios que quiera, a poseer propiedades y comerciar con ellas, a elegir el colegio de sus hijos, etcétera. En realidad sería más lógico pedir a los socialdemócratas y a los conservadores que justificaran la incoherencia de sus posiciones. ¿Cómo puede alguien decir que las drogas deben ser ilegales y las armas legales, o al revés? ¿Cómo puede alguien decir que las mujeres tienen derecho a interrumpir su embarazo pero no a elegir la escuela a la que enviar a sus hijos?
¿Cree Ud. que la libertad está ganando terreno en relación con la mayor parte de las cuestiones importantes del debate público actual, en los Estados Unidos e internacionalmente?
Cuando intento determinar si la libertad avanza en los Estados Unidos de hoy, temo que los árboles no me dejen ver el bosque. Puede ser difícil alejarse de los acontecimientos cotidianos para comprender cuáles son las tendencias a largo plazo. A nivel internacional sí diría sin reservas que la libertad gana terreno: no hay más que volver la vista al colapso del comunismo, al retomo de la democracia a America Latina, al fin del apartheid en Sudáfrica o a la asuncibn de la economía de mercado en China y su crecimiento en el resto de Asia para concluir que, poco a poco pero de forma irreversible, el mundo se está haciendo más libre. Creo que la forma más acertada de enfocar esta cuestión es reconocer que siempre, desde las revoluciones liberales de los siglos XVII y XVIII, el mundo occidental ha venido avanzando hacia la libertad, y que el mundo no occidental está sumándose ahora a la corriente. Tuvimos, en cualquier caso, una seria interrupción de esa tendencia en el presente siglo con la Primera Guerra Mundial, la Gran Depresión, la Segunda Guerra Mundial y el auge de los totalitarismos que desembocó en la Guerra Fría. Estoy convencido de que por fin hemos logrado bordear los obstáculos que el siglo XX puso a la libertad y hemos reasumido el camino previo. Pero en los Estados Unidos la situación no está tan clara. Parece que nuestra prosperidad nos ha vuelto indiferentes ante el crecimiento del Estado en muchas áreas, y no parece que contemos con líderes políticos decididos a promover la libertad. Creo, sin embargo, que se trata de un fenómeno temporal y que el nuevo acceso de la gente a la información logrará cuestionar y reducir la burocracia y la autoridad de cualquier clase. La revolución de la información no va a desembocar en la emersión de un mundo nuevo, pero dotará a las personas de un poder sin precedentes y restringirá todas las formas de autoridad.
Pero, considerando la naturaleza humana, una libertad tan irrestricta como la que propone el Cato, ¿es de verdad viable en algún pals?
La gente del Cato no está tanto a favor de una libertad plenamente irrestricta como de una sociedad civil basada en el Estado de Derecho. Mi libertad sólo se extiende hasta el punto donde no choca con la de otro. Como decimos en los Estados Unidos, mi libertad de agitar mi brazo acaba allí donde comienza tu nariz. Así que el reto actual de los filósofos de la política y de los diseñaadores de políticas públicas es construir un mundo en el que la gente pueda vivir creativamente en armonía y paz sin negar la idéntica libertad de los demás. Creo firmemente que la clase de libertad por la que trabajo --la máxima libertad posible en un Estado de Derecho-- es viable y que, de hecho, lo es mucho más que cualquier otro sistema. Con la terrible excepción de la esclavitud, los Estados Unidos se aproximaron después de su revolución a ese ideal más que cualquier otro país, y los resultados han sido impresionantes: el crecimiento económico más rápido de la Historia. Una experiencia similar se vivió en Hong Kong tras la Segunda Guerra Mundial, y eso pese a que el territorio no era políticamente democrático y sólo contaba con un sistema liberal en lo relativo a la empresa y a la libertad de expresión Por tanto, sí creo que una libertad ordenada bajo el imperio de la Ley es el mejor sistema concebido hasta ahora. Mientras haya una Ley que nos impida atacar a otros y tomar sus cosas, podremos vivir juntos en paz y prosperidad.
¿Cómo percibe el futuro de la globalización? Parece evidente que caminamos hacia una Humanidad globalizada pero, ¿será el mundo futuro una prisión global o un universo de libertad personal?
Bueno, creo que es necesario ser muy cautos a la hora de predecir el futuro de la Humanidad a largo plazo. Si releyéramos lo que los eruditos más inteligentes predijeron en 1800 ó 1900 nos reiríamos. Pero me arriesgaría a decir que desde la revolución liberal y la industrial, la tendencia dominante ha sido el incremento de las libertades. Creo que continuará. Es difícil saber qué ocurrirá en los próximos diez o treinta años, pero si hablamos de uno o dos siglos, estoy seguro de que los individuos, cada vez más conscientes y cultos, exigirán su libertad. La globalización implicará mayores oportunidades de escapar del poder de los Estados opresores. Será un mundo de progreso y oportunidades económicas sin precedentes. Sólo espero que la ciencia médica avance suficientemente deprisa para que yo pueda ir de vacaciones a Marte y ver cómo serán las escuelas de mediados del siglo XXI.
Juan Pina es Director de la Revista Perfiles Liberales y Vicepresidente de la Internacional Liberal. Entrevista aparecida originalmente en Perfiles Liberales # 74, septiembre,1999.