Gustavo Petro se pone en camino hacia el endeudamiento, los aranceles, más impuestos y subsidios al granel

Juan Ramón Rallo considera que la presidencia de Petro significa un giro de 180 grados en la política económica del país.

Por Juan Ramón Rallo

Gustavo Petro será el próximo presidente de Colombia. El economista ex guerrillero impulsa un programa declaradamente de izquierdas que imprimirá un giro de 180 grados a la política económica del país. Entre sus propuestas más polémicas encontramos las siguientes. Primero, poner punto final a las nuevas inversiones en hidrocarburos. Aunque Colombia es exportador neto de petróleo y de carbón, Petro quiere acelerar la transición energética –no solo de su país sino también, al parecer, del resto del mundo– y para ello impedirá que se siga invirtiendo en este sector, de modo que el suministro mundial de crudo y carbón se verá afectado a medio plazo por esta decisión política. Segundo, estatalización de los planes privados de pensiones.

Ahora mismo, los colombianos ya pueden escoger si desean cotizar al sistema público o al sistema privado de pensiones. Nadie impone nada a nadie. Sin embargo, como el sistema público es deficitario, Petro quiere obligar a todos los ciudadanos a que empiecen a cotizar al público. Una forma de tapar el agujero en el presente a costa de subirlo en el futuro. Tercero, una fortísima subida de impuestos a los ricos con los que pretende sufragar todo su expansivo plan de gasto público: el problema ya no reside únicamente en que ello vaya a ahuyentar la inversión –puede que el próximo éxodo de grandes fortunas hispanoamericanas a Madrid sea de colombianos–, sino que las cuentas fiscales no le cuadran por ningún lado.

Ni siquiera expropiando el 100% de los ingresos anuales de los ricos colombianos, Petro lograría hacer buenas sus promesas de gasto… de modo que Colombia se encamina probablemente a mucho más endeudamiento. Cuarto, aranceles y subsidios: en lugar de fomentar la competitividad de la economía doméstica con reformas y liberalizaciones que permitan capitalizar la economía e incrementar su productividad, Petro promete proteger al agro colombiano frente a la competencia extranjera y subsidiar a aquellos otros sectores menos eficientes.

No es que Colombia no estuviese recurriendo ya a tales malas artes proteccionistas, pero con Petro irán a más, lastrando el crecimiento económico del país. Los colombianos, probablemente sin que muchos sean conscientes de ello, se enfrentarán a un complicado horizonte en el medio-largo plazo.

Este artículo fue publicado originalmente en La Razón (España) el 22 de junio de 2022.