Guatemala: Seis meses, dos niños y miles dólares, ¡Gracias burócratas!
Luis Guillermo Pineda Rodas, ganador del segundo lugar en nuestro primer concurso de ensayos, Voces de Libertad 2008, explica cómo una ley con buenas intenciones ha terminado perjudicando, en lugar de protegiendo, a los niños huérfanos de Guatemala.
Por Luis Guillermo Pineda Rodas
Este es uno de los tres ensayos presentados por el autor para participar en el Concurso Voces de Libertad 2008.
Más allá de las adopciones realizadas por famosos artistas de la pantalla hollywoodense anualmente cientos de niños son adoptados alrededor del mundo. Los padres que buscan adoptar un hijo sólo deben realizar una breve búsqueda en Internet y en un instante recibirán información de firmas de abogados internacionales que realizan estos trámites. Los siguientes pasos son evaluar el país en el cual la adopción se llevará a cabo. Antes, Guatemala era uno de los países más visitados por padres en busca de niños abandonados.
Durante muchos años Guatemala fue uno de los lugares en que más adopciones se realizaban. En el año 2006 salieron del país con destino a Estados Unidos más de 4.135 niños junto a padres adoptivos, estas visas representan 9 de cada 10 casos de adopción que fueron realizados por ciudadanos estadounidenses.
Sin embargo, desde finales del año 2007 y en plena carrera presidencial se aprobó con el apoyo de 109 congresistas la nueva ley de adopciones. Esta ley entró en vigor el día 12 de febrero de 2008 bajo los aplausos de la Iglesia Católica, los embajadores europeos y la burocracia guatemalteca.
Esta ley nació del deseo de los ciudadanos representados por sus congresistas en proteger a los niños del secuestro humano. Tal parece que era necesario establecer una ley de adopciones pues la mafia de abogados se enriquecía con procesos de adopciones que involucraban a niños robados. Sin embargo, había muchas otras cosas más por descubrirse. Mucho tiempo antes de la entrada en vigor de la ley de adopciones se empezó a discutir la politización del tema. Los políticos politizaron la institución de la adopción y la convirtieron en un circo de votantes. A través de mitos sobre robos de niños, secuestros y exportación de inocentes la ley fue aprobada y nunca se presentaron pruebas concretas.
Ahora, el proceso de adopciones de Guatemala se encuentra monopolizado bajo el Consejo Nacional de Adopciones (CNA). La monopolización de este proceso ha causado que solamente 2 niños hayan sido entregados a padres adoptivos desde la entrada en vigor de la ley. El precio de los procesos de adopciones se ha encarecido debido al pago de extorsiones a los burócratas y los niños son enviados a deleznables orfanatorios estatales.
Pero esas teorías nunca fueron comprobadas y se ha demostrado que la politización de esta ley obvio la verdad. De los casos de adopciones que se habían abierto en Guatemala el 96 por ciento era de padres que entregaron voluntariamente a los niños. El 4 por ciento restante era de niños declarados en el abandono. De las denuncias realizadas con la política del crimen de sustracción de menores, se comprobó que sólo 5 de ellas eran verdaderas (150 denuncias fueron recibidas hasta agosto de 2007).
Hasta agosto de este año, habían pasado seis meses y sólo dos adopciones han sido aprobadas por el CNA en Guatemala. Ahora, las adopciones de padres extranjeros tienen un costo que oscila entre US$ 5.000 y US$ 10.000. Ahora, uno de los puestos más cotizados en el gobierno de Guatemala se encuentra en la recién creada CNA donde abogados han salido y entrado en los últimos meses tratando de “pescar el pez gordo” de las extorsiones.
Como moraleja, en Guatemala nunca fueron significativos los secuestros. Sólo fue significa la necesidad de enriquecer a los burócratas. Los niños no importaban mucho. Nunca hubo necesidad de monopolizar un proceso exitoso que había llevado a cientos de niños a disfrutar de nuevos padres y nuevos hogares. Ahora, sólo dos de esos niños llegarán a disfrutar de una nueva oportunidad. Mientras tanto, una ley más en los códigos legales guatemaltecos ha triunfado en arruinar la vida a unos pocos, mientras los burócratas se enriquecen del pueblo.