Grecia es una alarma para toda Europa
William G. Shipman asevera que "El casi colapso de Grecia es una alarma para toda Europa; el modelo del estado de bienestar está en camino al despeñadero con fuerzas mucho más fuertes que las ataduras de Europa a esa promesa utópica".
El casi colapso de Grecia es una alarma para toda Europa; el modelo del estado de bienestar está en camino al despeñadero con fuerzas mucho más fuertes que las ataduras de Europa a esa promesa utópica. La colisión por venir será entre aquellos que demandan que el Estado continúe proveyendo para gran parte de las necesidades de sus ciudadanos y aquellos que argumentan que no puede. Mientras que se desenvuelve el conflicto, Europa tendrá dos opciones. Una será la de adherirse a sus beneficios desde la cuna hasta la tumba; la otra será reemplazar estos con soluciones eficientes basadas en el mercado. Qué camino elija no solo influirá en el futuro de Europa, sino que también determinará el nuestro hasta cierto grado.
El modelo de bienestar nació de la revolución industrial. Con su enfoque en la fortaleza y soporte de la fuerza laboral, este producto económico del siglo 19 devoró los recursos humanos. Como resultado, las sociedades de ayuda mutua, los grupos religiosos y las empresas público/privadas emergieron para beneficiar a aquellos que eran demasiado débiles para trabajar. Estas micro-respuestas, las cuales aparecieron en muchos países europeos, fueron superadas finalmente por grandes programas gubernamentales. Alemania, por ejemplo, introdujo la Ley de Seguridad para Enfermedad en 1883. Luego agregó la Ley de Seguro para Accidentes un año después y luego en 1889 la Ley de Seguro para la Tercera Edad y para la Discapacidad, el principio de la Seguridad Social. Fue decretado que el gobierno debía intervenir y proteger a sus ciudadanos de los difíciles eventos imprevistos de la vida.
Habiendo dado estos primeros pasos experimentales, el gobierno alemán amplió su mandato. Hoy, provee una pensión de tercera edad, discapacidad y de sobrevivientes. También ofrece beneficios por enfermedad y maternidad así como también beneficios médicos para los dependientes de los trabajadores. Si uno es herido en el trabajo, el estado paga beneficios por discapacidad temporal y permanente así como también beneficios médicos para los sobrevivientes. Si uno está desempleado, el estado paga un beneficio igual a 67% de las ganancias netas. También hay un beneficio para los niños menores de 18 y una cantidad para cubrir los costos de cuidar a un niño menor de 2 años. Gran parte de los gobiernos europeos, incluso Grecia, proveen beneficios similares.
Estos beneficios generosos requieren de recursos generosos, gran parte de los cuales vienen de la tributación a los salarios. Considere, por ejemplo, los siguientes números para Alemania: los seguros para la tercera edad, la discapacidad y para los sobrevivientes, 19,5% de las ganancias (combinado el monto que tributan el empleador y aquel que tributa el empleado); los beneficios para enfermedad y maternidad, 15,9%; seguro para heridas en el trabajo, 1,33%; beneficios para el desempleo, 6,5%. Para Grecia, la carga tributaria total sobre los salarios, para la persona asegurada y para el empleador, es de alrededor de 35%.
Estos impuestos a los salarios altos desalientan el empleo, lo cual conduce a un crecimiento económico más bajo, una tasa de desempleo más alta y finalmente a recaudaciones tributarias relacionadas a los salarios más bajas. Pero más allá de todo esto, Europa se enfrenta a un monstruo demográfico que dejará su tejido cultural en añicos.
A lo largo del continente, el número de trabajadores jóvenes que pagan impuestos está reduciéndose en relación a la población de personas mayores que reciben beneficios, ya que la expectativa de vida está aumentando y las tasas de fertilidad están disminuyendo. Desde 1950 hasta ahora, la expectativa de vida en Alemania ha aumentado de 68 a 81 años mientras que la tasa de fertilidad cayó de 2,2 a 1,3. Estas tendencias son comparables a lo largo de toda Europa.
La tasa de fertilidad que estabiliza la población es 2,1. Por encima de esa tasa, la población aumenta y por debajo de ella, se encoge. Las tasas de fertilidad en todos los países europeos estaban por encima de 2,1 en 1950; ahora todas están muy por debajo de ella. No hay un país en Europa en el que las personas están teniendo suficientes hijos para reemplazarse así mismos cuando mueran. Europa está envejeciendo, y al mismo tiempo, se está encogiendo. Pero el modelo de bienestar requiere que no sucedan ninguna de las dos cosas. Europa está en camino al despeñadero. Como responde ahora determinará su futuro, probablemente por décadas.
Una respuesta sería alterar fundamentalmente la manera en que las necesidades de los ciudadanos son satisfechas y financiadas. La solución más eficiente sería la de proveer estructuras basadas en el mercado a la atención médica y al ingreso para la jubilación.
Una respuesta alternativa sería la de ver el reto financiero a corto plazo como un problema de flujo de caja —lo cual es, pero solamente en parte. Desde esta perspectiva, la solución es aumentar los impuestos aún más y/o recortar los beneficios. Ambas respuestas empeoran una situación que ya de por sí es mala. Los beneficios ajustados para los impuestos ya son bajos. Rebajarlos más —como si esa fuese la única solución— colocaría una carga aún más pesada sobre los ciudadanos y la economía.
Mientras vemos la reacción europea a la tragedia griega, causada en parte por su respuesta a la interacción entre sus bien establecida demografía y modelo de estado de bienestar, aprenderemos si los países europeos al fin aprendieron que el estado de bienestar es insostenible. Si Europa toma la decisión equivocada, sufrirá más y perderá importancia como socio económico y estratégico. La próxima alarma no será falsa.
Este artículo fue publicado originalmente en Washington Times (EE.UU.) el 31 de mayo de 2010.