¡Gracias María Blanco por reivindicar a la mujer liberal!
Andrea Rondón García y Gerardo Caprav reseñan el último libro de María Blanco, Afrodita desenmascarada, una defensa del feminismo liberal, texto en el cual Blanco intenta reivindicar al feminismo liberal.
Por Andrea Rondón García y Gerardo Caprav
Recientemente en una entrevista que Jordan B. Peterson diera a Cayetana Álvarez de Toledo para El Mundo afirmaba:
“La izquierda posmoderna y sus guerreras feministas han logrado imponer la idea de que la jerarquía es una construcción social del malvado y corrupto patriarcado occidental. Sepultan la biología bajo su ideología. Niegan la naturaleza para culpar al varón. Es absurdo. Sus ideas no tienen base fáctica alguna. La Biología evolutiva y la Neurociencia demuestran que las jerarquías son increíblemente antiguas. Más que los árboles”.
Estas afirmaciones las hace en un momento en que los actuales movimientos feministas están más vinculados con la izquierda; con los colectivismos y con una equivocada búsqueda de la igualdad (material). Dichos movimientos se han alejado de los reclamos de mitad del siglo XX en el que se exigía una reivindicación de los derechos de la mujer como persona; una que aspiraba a la igualdad, pero la igualdad ante la Ley, la única a la que se puede aspirar y a través de la cual se logra el respeto a los derechos y libertades individuales, sin importar sexo, religión, ideas políticas, etc.
Debe recordarse que el feminismo buscaba reivindicar el rol de la mujer como persona y en la sociedad. No olvidemos que efectivamente la mujer fue muy discriminada en diversos ámbitos. Tomemos como ejemplo en el área de las ciencias. En el año 1944 se otorgó el Premio Nobel solamente a Otto Hahn a pesar de la participación activa de Lise Meitner en el descubrimiento de la fisión nuclear; o el caso de espionaje del que fue víctima Rosalind Franklin quien descubrió los fundamentos de la estructura molecular del ADN y cuyos trabajos sirvieron de apoyo para los trabajos de James Dewey Watson, Maurice Wilkins y Francis Crick que en 1962 recibieron el Premio Nobel de Medicina; o cómo en el primer premio Nobel que recibiera Marie Curie sólo le permitieron subir al podio a su esposo Pierre Curie (ver La ridícula idea de no volver a verte de Rosa Montero).
De hecho esto último, el reconocer que existió y existe discriminación (no sólo hacia la mujer sino en general), es el punto de partida del libro de María Blanco, Afrodita desenmascarada, una defensa del feminismo liberal, porque la intención no es ocultar que existe un problema, pero sí denunciar las erradas formas de aproximarse a una solución.
Es un libro sumamente interesante que denuncia como los movimientos feministas actuales buscan erradas soluciones (parciales) a través de más Estado, más gasto público, más leyes, y que lamentablemente se han asociado a movimientos de izquierda y colectivistas. Sin embargo, tampoco es ajena al ver que ante las recientes tendencias colectivistas de los movimientos feministas, del lado de los liberales se tenga cada vez más escrúpulos para defender el feminismo.
Cuando María Blanco destaca que no se debe perder de vista la solución a un problema, y que esta solución no sea sesgada o parcializada, toca algunos temas necesarios cuyo enfoque ha sido distorsionado o son temas que se evaden, por ejemplo: rescata que el verdadero feminismo es libertario; comenta sobre la libertad sexual pero con la necesaria responsabilidad sexual individual; analiza las erradas propuestas feministas que buscan la igualdad salarial a golpes a través de la ley; denuncia las tendencias actuales en twitter al seguir a los “tuitstar”; afirma que el capitalismo es el mejor amigo de la mujer, porque es el que ha permitido su incorporación al mercado laboral y con ello, le ha otorgado independencia.
Finalmente, es un libro que invita a leer el liberalismo desde la perspectiva de la mujer, así que además de leer a la propia María Blanco, otras autoras que sin duda vale la pena leer: la siempre irreverente y admirada Ayn Rand y su reivindicación del egoísmo como virtud; o Wendy McElroy y la defensa directa del feminismo individualista, o Deirdre McCloskey dedicada a analizar con números cómo la Revolución Industrial desató las fuerzas creadores del capitalismo y, en consecuencia, de la sociedad abierta a través de la dignificación de la burguesía.