George Washington, el hombre que estableció la República

David Boaz cuenta que "George Washington fue el hombre que estableció la República de EE.UU. Él lideró las fuerzas armadas revolucionarias en contra del Imperio Británico, él sirvió como el primer presidente, y todavía más importante es que él entregó el poder".

Por David Boaz

Cuando terminó la Revolución Americana, el Rey Jorge III le preguntó a su pintor estadounidense, Benjamin West, lo que George Washington haría ahora. West contestó, “Dicen que él va a volver a su granja”.

“Si hace eso”, comentó el monarca incrédulo, “se convertirá en el hombre más grandioso del mundo”.

Coloquialmente, ahora llamamos al feriado federal del tercer lunes de febrero como “El día de los presidentes”. Legalmente, no obstante, todavía es “El cumpleaños de Washington”. Lo cual es adecuado, porque sin Washington puede ser que no hayamos tenido otros presidentes.

George Washington fue el hombre que estableció la República de EE.UU. Él lideró las fuerzas armadas revolucionarias en contra del Imperio Británico, él sirvió como el primer presidente, y todavía más importante es que él entregó el poder.

En una era de líderes brillantes, Washington no era el pensador más profundo. Nunca escribió un libro o incluso un ensayo largo, a diferencia de George Mason, Thomas Jefferson, James Madison, Alexander Hamilton, y John Adams. Pero Washington convirtió en una realidad las ideas de la fundación de EE.UU. Él representó las ideas liberales y republicanas con su persona, y les dio efecto a lo largo de la Revolución, la Constitución, su exitosa presidencia, y su salida del poder.

¿Qué es tan grandioso acerca de dejar el poder? Seguramente importa más lo que un presidente hace mientras está en el poder. Pero considere a los otros grandes comandantes militares y líderes revolucionarios antes y después de Washington —César, Cromwell, Napoleón, Lenin. Todos se aferraron al poder que habían ganado y lo mantuvieron hasta morir o hasta ser derrotados militarmente.

Washington creía en principios “republicanos” —esto es, él creía en una república de ciudadanos libres, con un gobierno basado en el consentimiento de los gobernados y establecido para proteger los derechos a la vida, la libertad y la propiedad.

De sus principios republicanos Washington derivó su odio al reinado, incluso para sí mismo. El escritor Garry Wills lo denominó “un genio de las resignaciones”. El renunció al poder no una vez sino dos veces —al final de la guerra revolucionaria, cuando él entregó su misión militar y volvió a Mount Vernon, y nuevamente al final de su segunda presidencia, cuando se negó ante presiones de buscar un tercer periodo. Al hacerlo, él fijó un estándar para los presidentes estadounidenses que duró hasta la presidencia de Franklin D. Roosevelt, cuyo apetito por el poder fue más fuerte que un precedente de 150 años fijado por Washington.

Washington no solo fue un modelo para los siguientes presidentes, rara vez emulado, sino que también dejó algunos consejos. Él expresó que el compromiso fundacional de EE.UU. no era solo con la tolerancia sino también con los derechos iguales para todos los ciudadanos en una carta famosa dirigida a la congregación judía de Newport, Rhode Island: “Ya no pasa más que se habla de la tolerancia como si fuese la indulgencia de una clase de personas, que otra clase gozara del ejercicio de sus derechos inherentes y naturales, dado que, felizmente, el gobierno de los Estados Unidos, que no aprueba el fanatismo, no asiste la persecución, requiere solo que aquellos que viven bajo su protección deberían comportarse como buenos ciudadanos”.

En su Carta de Despedida, él sentó las bases de la política exterior estadounidense, sobre las cuales nos vendría bien reflexionar hoy: “La gran regla de la conducta para nosotros respecto de naciones extranjeras es extender nuestras relaciones comerciales, tener con ellos tan poca conexión política como sea posible”.

Él sabía que el trabajo de un presidente no es conducir un país, ni legislar, sino más bien ejecutar las leyes formuladas por el Congreso. En su Carta de Despedida, urgió a todos aquellos confiados con un cargo público “a limitarse así mismos a sus respectivas esferas constitucionales; evitando en el ejercicio de los Poderes de un departamento usurpar aquellos de los demás. El espíritu de usurpación suele consolidar los poderes de todos los departamentos en uno solo, y por lo tanto, crear sin importar cuál sea la forma del gobierno, un verdadero despotismo”.

Washington era un granjero, un hombre de negocios, un entusiasta del comercio. Como un hombre de la Ilustración, estaba profundamente interesado en la agricultura científica. Sus cartas acerca de la administración de Mount Vernon son más largas que sus cartas acerca de la administración del gobierno (Por supuesto, en 1795 más personas trabajaban en Mount Vernon que en toda la rama ejecutiva del gobierno federal).

Cada 22 de febrero, el aniversario real del nacimiento de George Washington, deberíamos recordar al hombre que lideró la guerra que creó la nación y estableció los precedentes que hicieron de ella una república.

Este artículo fue publicado originalmente en Townhall.com (EE.UU.) el 22 de febrero de 2015.