Friedman, 50 años después
Manuel Suárez-Mier dice que México necesita tener un debate acerca de la responsabilidad social de las empresas y considerar la respuesta de Milton Friedman dio hace décadas, basada en la importancia de la competencia.
El 13 de septiembre se cumplieron 50 años de la publicación del importante ensayo de Milton Friedman La responsabilidad social de las empresas es aumentar sus utilidades en el Magazín del New York Times (NYT), que normó la prioridad empresarial hasta hace poco cuando algunos grupos la variaron.
El cambio efectuado por el Business Roundtable de EE.UU. fue discutido en esta columna en agosto del año pasado con el título de Responsabilidad Social (ver aquí y aquí), aclarando el contexto en el que se dio la definición y rechazando la caricatura que pintan los detractores de Friedman atribuyéndole que “la codicia es buena”.
Como notable reconocimiento de la importancia del ensayo en cuestión, el propio NYT publicó un número especial de su Magazín en el que reprodujo el texto original, junto con la opinión de economistas, empresarios y comentócratas variopintos, algunos de los cuáles insistieron en repetir la caricatura aludida.
Como destaca en su glosa Russ Roberts de Stanford, el término “competencia” aparece una sola vez en el párrafo final del ensayo, aunque en la visión de Friedman la competencia subyace a lo largo de toda su argumentación.
Dado que el autor cree que las empresas deben maximizar utilidades y no propósitos más ambiciosos, la gente supuso que su posición era a favor de las empresas, lo que él siempre rechazó diciendo que él apoyaba a los mercados y que las empresas debieran siempre sujetarse a la más intensa competencia.
Negocios que tratan bien a sus empleados y clientes sobrevivirán la competencia en mejores condiciones, mientras que quienes no lo hacen perderán a unos y a otros y acabarán en la bancarrota. Con frecuencia Friedman subrayaba lo raro que líderes empresariales tildados de capitalistas a menudo actuaran justo al revés, procurando aislarse de toda la competencia habitual en mercados libres.
Para ello, gastan enormes recursos en cabilderos intentando que el gobierno les de tarifas y cuotas para evitar la competencia internacional, como se ve ahora con los productores agrícolas de EE.UU., y gestionan subsidios y otros apoyos que los aíslen aún más de un mercado competitivo y les dan poderes monopólicos.
Hoy que está de moda buscar o inventar a quién acusar de discriminación racial, los detractores de Friedman le imputan no incluir tal objetivo junto al de maximizar utilidades, a pesar de que él afirmó que, con frecuencia, era más eficiente contratar minorías y actuó en concordancia en su propia Universidad.
Me da la impresión de que es un tema que seguirá en intensa disputa un buen rato pues la regla de optimizar el valor de las empresas para sus accionistas ha sido, en buena medida, responsable de la enorme creación de riqueza en los últimos 50 años y del notable abatimiento de la pobreza en el mundo entero.
Es un debate que hay que tener en México dónde los líderes empresariales se agachan genuflexos ante el gobierno con tal de recibir contratos y prebendas para mantener privilegios y monopolios, y quienes no lo hacen son perseguidos y castigados.
Este artículo fue publicado originalmente en Asuntos Capitales (México) el 18 de septiembre de 2020.