Fracasos del socialismo
Carlos Ball comenta cómo tanto en Venezuela y en EE.UU. se han olvidado los principios sobre los cuales se fundaron ambas naciones y cómo aquello ha resultado en un deterioro de la economía en EE.UU. y la democracia en Venezuela.
Por Carlos A. Ball
Chávez y Obama no parecían tener mucho en común: el presidente venezolano es vulgar y sufre de múltiples complejos, mientras que el estadounidense se expresa muy bien, es amable y tiene títulos universitarios de Columbia y Harvard. Pero ambos han dado un vuelco marcadamente intervencionista a los gobiernos de sus países y las consecuencias negativas ya están afectando gravemente a toda la ciudadanía.
Los venezolanos no se podían imaginar peores gobernantes que los copeyanos socialcristianos y los adecos socialdemócratas de las últimas décadas del siglo pasado, pero bajo Chávez cualquier tiempo anterior luce tanto mejor.
Los estadounidenses no podían esperar salir del maniático G. W. Bush, quien se creía encomendado de Dios para salvar no solamente a su país, sino al mundo entero del terrorismo y de las drogas. Pero Obama ha gastado más en nuevos programas en sus primeros nueve meses de lo que gastó Bill Clinton a lo largo de ocho años en la Casa Blanca y de esa manera le ha dado la espalda a los principios fundamentales de la libertad individual, enumerados y defendidos por los padres fundadores de la patria. Hoy no solo Bolívar y Sucre deben estar dando vueltas en sus tumbas con lo que sucede en su amada Venezuela, sino que algo parecido debe estarle sucediendo a Franklin, Washington, Adams, Jefferson, Madison y Hamilton con el desempleo, la desconfianza de los inversionistas, creciente dificultad para la obtención de financiamiento, dramática caída del valor de las viviendas, pérdida del poder adquisitivo del dólar y la creciente inseguridad personal.
Los gobiernos de países libres no fueron concebidos para redistribuir ingresos, regalar servicios médicos, lavar los cerebros de los jóvenes ni utilizar los ahorros de la ciudadanía con fines netamente políticos, dentro ni fuera de la nación. La verdadera función del gobierno es proteger los derechos individuales y la propiedad de cada uno, de manera que el más fuerte no se aproveche de la debilidad de otros. La igualdad ante la ley es lo que nos hace libres, mientras que la creciente intervención gubernamental nos esclaviza bajo el engaño de que así se está protegiendo a los pobres.
La economía venezolana se contrajo 4,5 por ciento en el tercer trimestre del 2009, en comparación con el mismo período del año pasado, y la producción petrolera cayó más del doble (en 9,5%), mientras la inflación que este año alcanzará 26% es la más alta de América Latina. Pero ante tan infames resultados, el remedio que el gobierno de Chávez adelanta es cambiar la manera de calcular esas estadísticas, para supuestamente “adecuarlas” a la economía socialista. Y para el año 2010 reducirá los presupuestos de educación y salud, mientras aumenta los gastos militares y en 600% el presupuesto del presidente.
El total abandono de los trabajos de mantenimiento tras la total estatización de la energía eléctrica y en los acueductos provocan frecuentes apagones en Caracas e instrucciones presidenciales de que los venezolanos se deben bañar menos frecuentemente, utilizando “totumas” y poncheras en lugar de regaderas.
Según el recién publicado Índice de Libertad Económica 2009, Estados Unidos ocupa el puesto número 6 en el mundo, detrás de Hong Kong, Singapur, Australia, Irlanda y Nueva Zelanda, mientras que Venezuela cayó al puesto número 174, junto al Congo, Cuba, Corea del Norte y Zimbabue.
Artículo de la Agencia Interamericana de Prensa Económica (AIPE)
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