Exportaciones y crecimiento

Isaac Katz considera que el crecimiento del PIB y de las exportaciones hubieran podido ser más altos si el presidente AMLO hubiese profundizado la apertura del sector energético al sector privado.

Por Isaac Katz

En el periodo abril-junio la economía creció, respecto del primer trimestre, en 1% (y en 1,9% respecto del mismo trimestre del año pasado; en este mismo porcentaje creció la economía durante el primer semestre). Destaca que en el segundo trimestre los tres grandes sectores de actividad económica crecieron prácticamente a la misma tasa (primario y secundario en 0,9% y el terciario en 1%). Hay que apuntar que aún con este crecimiento no se ha recuperado el nivel del PIB que tuvo en el tercer trimestre de 2018, ya no se diga en términos del PIB por habitante.

No cabe duda que una parte significativa del crecimiento a tasa anual registrado durante el primer semestre (1,9%) se debe a la expansión de la producción cuyo destino es el mercado externo. Así, en dólares corrientes, durante este periodo las exportaciones agropecuarias crecieron en 8% mientras que las exportaciones de manufacturas aumentaron en 17,3% (las automotrices en 11,5% y las no automotrices en 20,3%).

Hay otros dos puntos que vale la pena resaltar de la información de las exportaciones realizadas durante el primer semestre de este año. Primero, las exportaciones petroleras representaron únicamente el 7,3% de las exportaciones totales (este porcentaje sería menor de no ser por la ilegal invasión rusa de Ucrania). Segundo, el 82% del total de las exportaciones tuvieron como destino EE.UU., reflejo de que por la vecindad geográfica reforzada con el tratado de libre comercio, este es el destino natural de las exportaciones mexicanas.

Una digresión sobre las exportaciones petroleras. Hay que recordar que a mediados de la década de los ochenta del siglo pasado las exportaciones de este bien representaban casi el 80% de las exportaciones totales no porque México fuese una potencia petrolera, sino por el reflejo, por una parte, del sesgo en contra de las exportaciones de una política comercial proteccionista y, por otra, del efecto desplazamiento de las exportaciones no petroleras como resultado de la apreciación del tipo de cambio real derivado del súbito incremento en el volumen y valor de las exportaciones de petróleo a partir de 1979, lo que se conoce como la “enfermedad holandesa”. Que en la actualidad las exportaciones de este bien representen únicamente el 7% de las totales refleja el profundo cambio estructural por el que ha atravesado la economía mexicana derivado de la apertura unilateral de la economía al adherirse al GATT en 1986 y su posterior consolidación con la entrada en vigor del TLCAN en 1994 y de otros tratados de libre comercio, con lo que se eliminó el sesgo en contra de las exportaciones no petroleras. Pensar, como lo hace el presidente López, que el crecimiento de Mexico se sustente el petróleo no tiene el mínimo sentido.

Regresando al tema del crecimiento del PIB y de las exportaciones es claro que ambas pudieron haber sido más elevadas si el presidente hubiese continuado e inclusive profundizado la apertura del sector energético al sector privado, principalmente en el sector eléctrico. Su decisión de tratar de fortalecer a la CFE buscando darle todo el poder monopólico con la reforma a la Ley Eléctrica así como las decisiones de la CRE de negar la entrada en operación de generadores privados, principalmente en energías renovables (el meollo de la controversia con EE.UU. y Canadá), no solo ha inhibido nuevas inversiones en el sector eléctrico sino también en otros sectores de la economía, particularmente en la industria manufacturera.

La inversión, las exportaciones de manufacturas y el crecimiento económico pudieron haber sido mucho más elevados si hubiese habido certeza de que las plantas tendrían garantizado el abasto de electricidad a bajo costo y en muchos casos de fuentes renovables y más aún, certeza jurídica sobre las reglas del juego y la inviolabilidad de los contratos. No lo fueron por culpa de las decisiones que tomó el presidente y, peor aún, todo lo hasta ahora alcanzado en la modernización de la economía y hacer de las exportaciones no petroleras una fuente significativa de crecimiento se perdería si el presidente lleva a cabo su amenaza de denunciar al T-MEC por tener una visión notoriamente equivocada de lo que es la soberanía nacional, en qué se sustenta y de cómo es que ésta se fortalece.

Este artículo fue publicado originalmente en El Economista (México) el 1 de agosto de 2022.