Estamos mejor que antes

Gabriela Calderón de Burgos indica que desde 1983 la expectativa de vida a nivel mundial ha pasado de 63,7 a 71,6 años y el ingreso promedio de los habitantes de la tierra ha aumentado en un 54%.

Por Gabriela Calderón de Burgos

Cuando tenía 5 años, la edad de mi hija mayor, era 1988 y nadie se imaginaba que el Muro de Berlín caería trayendo consigo el fin de la Guerra Fría y la democratización y liberalización económica de varias naciones alrededor del mundo. En 1988, no estaba difundido el uso del Internet, las llamadas a larga distancia eran un lujo, no teníamos celulares, ni mucho menos los “smartphones”. Para hacer lo que un Smartphone hace hoy, en 1988 se necesitaba una cámara de fotos, una filmadora, una radio, una calculadora, una grabadora, una linterna, un fax y entre otras decenas de aparatos (varios de ellos creados después de 1988 y ya en 2017 son obsoletos).

Cuando nací en 1983 la expectativa de vida en Ecuador era de 64,9 años y en 2015 llegó a ser de 76,1 años.  Se morían alrededor de 59 bebes antes de cumplir un año, para 2015 esa cifra había caído a tan solo 18,4. El ingreso de cada ecuatoriano (ajustado para el poder adquisitivo y en dólares de 2015) ha aumentado en 38%. Los ecuatorianos ahora permanecen en el colegio más tiempo: de un promedio de 6,4 años de estudios hemos logrado llegar a 8,5 años de estudios.

A nivel global, también ha mejorado la situación. La expectativa de vida a nivel mundial era de 63,7 años en 1983 y en 2015 llegó a 71,6 años. En 1983, 73,5 de cada 1.000 bebés morían antes de cumplir un año, para 2015 esa cifra había caído a 31,7. El ingreso promedio de los habitantes de la tierra ha incrementado en un 54% entre 1983 y 2016 y esto es así incluso ajustando los datos para la inflación y para la paridad del poder de compra.

El mundo es cada vez más pacífico. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, hemos vivido un periodo históricamente pacífico. Las guerras internacionales han prácticamente desaparecido. Es cierto que en ciertas partes del mundo y en ciertos tipos de violencia hay retrocesos. Mi colega Chelsea Follet explica: “En casi todas partes, vemos una tendencia de apartarse de la violencia. El progreso, tristemente, no es lineal ni inevitable. Los retrocesos suceden. El terrorismo es un ejemplo de las pocas áreas en donde la violencia está empeorando, aunque esta sigue siendo algo raro. Por ejemplo, es mucho más probable que usted se muera de una enfermedad, por un accidente, o de un homicidio común y corriente”. Dicho esto, el terrorismo cobraba muchas más vidas en Europa Occidental durante los setentas y ochentas que durante la última década.

El mundo está cada vez más sano. La tuberculosis está prácticamente erradicada, la malaria en un franco declive, la prevalencia mundial de VIH está estancada desde 1999 y las muertes causadas por el SIDA llegaron a su punto máximo en 2006 (2 millones) y desde ahí han iniciado un declive sin interrupción hasta llegar a 1.200.000 muertes en 2014 (-40%).

Hay que celebrar este mundo que con todos sus problemas y defectos está cada vez mejor gracias a las acciones de miles de millones de personas que buscan mejorar su situación, y a pesar de los gobiernos que muchas veces lo dificultan.

Este artículo fue publicado originalmente en El Universo (Ecuador) el 29 de diciembre de 2017.