Es poco probable que las nuevas sanciones de Biden logren sus objetivos declarados

Justin Logan considera que las nuevas sanciones económicas anunciadas por la administración Biden sufren de una desconexión entre los fines estratégicos y los medios tácticos.

Por Justin Logan

La administración Biden celebró el segundo aniversario de la guerra en Ucrania anunciando una nueva ronda de sanciones y otros esfuerzos económicos para coaccionar a Rusia. Desgraciadamente, las nuevas sanciones adolecen del mismo defecto que su política general sobre Ucrania: una desconexión entre los fines estratégicos y los medios tácticos.

Biden afirma que las nuevas sanciones "irán dirigidas contra personas relacionadas con el encarcelamiento de [Aleksey] Navalny, así como contra el sector financiero, la base industrial de defensa, las redes de adquisiciones y los evasores de sanciones de Rusia en múltiples continentes", y "garantizarán que Putin pague un precio aún más alto por su agresión en el extranjero y su represión en casa". Sus restricciones a la exportación buscan castigar a los actores "que proporcionan apoyo de puerta trasera a la maquinaria de guerra de Rusia". La administración también busca "reducir aún más los ingresos energéticos de Rusia".

Es probable que estas medidas logren todos esos objetivos. Pero incluso consiguiendo esos objetivos es muy poco probable que contribuyan al fin estratégico que busca la administración, que es una derrota rusa en Ucrania. La historia de las sanciones y otras medidas de coerción económica no es feliz, especialmente cuando se trata de una gran potencia muy motivada, como Rusia en Ucrania. La coerción económica suele fracasar sin un alto nivel de conformidad global con el esfuerzo, y cuando el Estado objetivo considera que el fin que persigue merece la pena pagar altos costos. Hasta la fecha, muchas de las sanciones rusas más importantes (como la limitación del precio del petróleo) no han tenido éxito, y la economía rusa, aunque lesionada, ha evitado daños lo suficientemente graves como para obligar al gobierno a revisar sus objetivos.

Hasta que la administración no se comprometa con la cuestión central –la orientación estratégica de Ucrania y el apoyo de Estados Unidos a su ingreso en la OTAN– se quedará contragolpeando con medidas tácticas que no pueden obligar a Rusia a poner fin a la guerra en los términos de Ucrania.

Este artículo fue publicado originalmente en Cato At Liberty (Estados Unidos) el 23 de febrero de 2024.