En el paraíso el crimen no existe
Luis Alfonso Herrera dice que la práctica de negar la realidad y criminalizar a sus víctimas es una característica del "paraíso comunista".
No debe sorprender que muchas personas sientan asombro e indignación, tanto dentro como fuera de Venezuela, que de los responsables directos de la caótica situación que se vive en todo el territorio nacional en casi todas las áreas de vida en sociedad y privada, de forma coordinada, permanente, cínica y absolutamente irresponsable, nieguen que ese caos y esa tragedia colectiva estén sucediendo.
Así, el Ministro de Alimentación niega que haya crisis alimentaria y acusa a la empresa privada de ejecutar una guerra económica que causa problemas, la Ministra de Salud niega que haya crisis sanitaria y de medicamentos y acusa a los médicos y al capitalismo de los laboratorios de lo que pueda suceder, el Ministro de Interior y Justicia niega que los índices de criminalidad y la inseguridad sean los más altos de la región y atribuye a “enfrentamientos” las muertes en los operativos siniestros que ejecuta su Despacho, la Ministra de Cárceles niega que los “pranes” controlen las cárceles y ejerzan el terror sobre toda la población de los Estados en que aquéllas se encuentran y acusa a las ONGs de mentir sobre las garantías de los derechos humanos de los “privados de libertad”, el CNE niega que en Venezuela no existen elecciones auténticas y que son malos perdedores los que se quejan del sistema electoral y, por último, el Tribunal Supremo de Justicia, integrado por políticos y fanáticos de las ideologías nacionalsocialistas y comunistas, afirman que en Venezuela hay autonomía de Poderes y que lo sepultado es el Estado liberal burgués de Derecho.
Esto último fue afirmado hace unas pocas semanas, por una de las militantes políticas más radicales del chavismo en el Tribunal Supremo de Justicia, pero que se presenta a sí misma como jurista y jueza imparcial, en el evento llamado “Democracia e independencia de poderes en Venezuela” organizado por la embajada del Estado venezolano ante la sede de las Naciones Unidas en Ginebra, Suiza. Se trata de la señora Carmen Auxiliadora Zuleta de Merchán, quien es “magistrada” de la Sala Constitucional.
Según reporte del medio Infobae, la señora en cuestión afirmó, en ese evento, cuanto se indica a continuación: “Les agradezco la oportunidad de invitarme para conversar sobre lo que pasa en Venezuela, que está viviendo un tiempo glorioso", comenzó diciendo Zuleta, en momentos en que el país atraviesa una de las peores crisis sociales y políticas de su historia, con millones de personas en la miseria y una escasez de alimentos inédita. Lo curioso de su alocución, es que si bien el tema de la charla era la supuesta independencia del Poder Judicial en el país, la magistrada recalcó una y otra vez su adhesión al proyecto chavista. "Es interesante conversar fuera del país de lo que nosotros estamos haciendo, una prueba de 16 años de un modelo democrático de participación protagónica del pueblo, que se diferencia del modelo de la Constitución del 1961", dijo. "En la Constitución de 1999 se establece la imperiosa orden de refundar la institucionalización porque estamos experimentando un nuevo programa democrático, y la Constitución no es sino el desarrollo de un modelo político. Por eso tenemos un activismo judicial. Nosotros actuamos activistamente (sic) para lograr un desarrollo y una armonía social", agregó. Infobae preguntó a la jueza por qué, si el TSJ es independiente, declaró inconstitucionales casi la totalidad de las leyes aprobadas por la Asamblea Nacional, que desde principios de año controla la oposición, y nunca jamás se expidió en contra de algún proyecto impulsado por el gobierno. "En Venezuela el presidente puede, antes de promulgar una ley del Parlamento, dudar de su constitucionalidad y preguntarle a la Sala Constitucional. Hay un control previo de la ley. En todas las decisiones que la Sala tuvo que pronunciarse se puede ver claro que no había otra manera de publicar estas leyes porque eran de verdad inconstitucionales”, dijo. Y luego aclaró: "Pero hay casos en los que no se le ha dado la razón al Presidente". Sin mencionar ninguno, se limitó a decir que "hay muchas solicitudes en la Sala Constitucional de órganos del Poder Ejecutivo y de diputados oficialistas y opositores, en los que la Sala no se ha pronunciado” (ver la nota de prensa completa).
Ante posturas tan contradictorias con la realidad venezolana, y que de forma consciente y planificada se observa en todos los representantes del partido de Gobierno, estén en cargos de Ministros, jueces, contralores o fiscales (todos siguen las mismas órdenes), determinadas a negar la realidad, mentir en forma sistemática y criminalizar a las víctimas de sus delitos, resulta patético, cuando no indigno, que desde los sectores democráticos de la sociedad (ONGs, medios de comunicación, Academias, oposición buenista, iglesias, Gobernaciones y Alcaldías no oficialistas, etc.) se reclame, exija o pida a quienes detentan cargos de Gobierno que cumplan con la Constitución, las leyes, los derechos humanos y los principios democráticos, como si estamos ante un Gobierno que sólo es incompetente, algo abusador, pero democrático. Pues no lo es, y las pruebas al respecto sobran por montones.
Quizá para ayudarles a aceptar la verdadera naturaleza del régimen que tiraniza a nuestro país, les vendría bien a quienes todavía se asombran de este proceder macabro leer la novela del escritor Tom Rob Smith, titulada El Niño 44, ambientada en la época de la Rusia estalinista, concretamente en el año 1953. En esta novela, que fue adaptada al cine con el mismo título, se narra cómo Leo Stepánovich, integrante de los servicios de la inteligencia soviética, investiga una serie de asesinatos que le llevarán a resolver los enigmas de su dura infancia, al mismo tiempo que es víctima del sistema para el que él trabaja. Tal y como se explica en la red, “…el autor se inspiró en la vida del asesino en serie ruso Andréi Chikatilo, que entre los 70 y los 90 asesinó a 52 personas, la mayoría niños. Smith trata de contar una historia de asesinatos que se salga de lo habitual, y para ello traslada los hechos a los años 50 en la URSS, lo que le permite transportar al lector a los últimos años del estalinismo y a la sociedad soviética”. Lo relevante de la historia atroz de esta ficción, inspirada en un hecho real, es que el criminal pederasta que asesinaba a sus pequeñas víctimas no pudo ser castigado por quienes determinaron su autoría en los crímenes, debido a su jerarquía dentro del partido comunista de la URSS, y a la negativa total de los jefes de este partido a permitir que se supiera que en el “paraíso comunista” existían crímenes, y para más cometidos por sus propios “camaradas” de partido.
Dado que desde su ascenso al poder a inicios del siglo XX, una estrategia clave de quienes profesan la per se criminal ideología comunista es mentir siempre, sistemática y compulsivamente, y negar toda evidencia empírica que le sea adversa en su plan de mantenerse en el poder indefinidamente, resulta por decir lo menos cándido asumir, como muchos lo hacen, que es un hecho dado que Nicolás Maduro saldrá de la Presidencia si es que se llega a realizar el referéndum revocatorio, incluso en el año 2017 —cuando, por cierto, ya es absolutamente irrelevante realizarlo—, pues el tipo de régimen autoritario que controla a casi todo el Estado en Venezuela, en tanto discípulo de autoritarismos de raíz comunista como son los de Cuba, Rusia y China, no puede permitirse que, en este caso, nada menos que el “sucesor” de Hugo Chávez, sea revocado por el voto de millones de venezolanos hartos de ser tratados peor que vasallos en los feudos de la Edad Media. Por lo demás, tampoco el aspecto geopolítico de nuestra tragedia debería pasarse por alto, al tener esos regímenes autoritarios grandes intereses en nuestro territorio.
Lo que sí puede asegurarse, a partir de las mentiras aludidas al inicio de estas líneas, es que hasta el final de su tiranía, y aún si llegan a estar fuera del poder, quienes encarnan el régimen militarista, comunista y esencialmente criminal llamado chavismo, negarán que bajo su control en el país ocurrió la más grande destrucción, planificada y deliberada, de vidas y propiedades de que la ya casi muerta República de Venezuela haya tenido noticia desde las matanzas por guerras del siglo XIX. Y ello, por una razón muy sencilla: porque en el paraíso no existe el crimen.
Este artículo fue publicado originalmente en El Nacional (Venezuela) el 21 de octubre de 2016.