En 2018, "no tengáis miedo"
Alejandro Tagliavini señala que el miedo al terrorismo, a la inmigración, entre otras amenazas reales o fabricadas muchas veces lleva a justificar abusos de poder por parte de quienes nos gobiernan.
Corría el 22 de octubre de 1978, y el mundo estaba sorprendido por la elección del primer Papa no italiano desde 1522. Viniendo de Polonia, un país comunista que se regía por el terror que las “autoridades” imponían sobre la población, Juan Pablo II sabía que había que vencer al temor y, entonces, sus primeras palabras al inaugurar su pontificado, en la Plaza de San Pedro, fueron “No tengáis miedo". Así, con esta premisa, fue clave para voltear la temida Cortina de Hierro, en paz sin necesidad de guerras.
Epicteto, filósofo romano del año 50 d. C., decía que “No hay que tener miedo de la pobreza ni del destierro, ni de la cárcel ni de la muerte, hay que tener miedo del propio miedo”. Porque este nubla el entendimiento y nos retrae a reacciones primarias. La violencia se produce, precisamente, cuando el temor súbito nos impide razonar y reaccionamos de manera primaria. Y, como el Estado es el monopolio de la violencia, los estatistas —como los comunistas y los populistas— necesitan que esta violencia sea aceptada, y para ello eligen el camino adecuado: atemorizar a la masa.
Por caso, el miedo a la inmigración ha causado más daños que los que se atribuyen a la inmigración misma. Resurgen grupos de extrema derecha. Donald Trump, durante su campaña, atemorizó al país contra la inmigración mexicana a quienes llegó a llamar “violadores, asesinos y ladrones de empleos”, justo cuando el flujo de mexicanos había caído significativamente.
El temor al fundamentalismo islámico ha sido capitalizado en las urnas por populismos reaccionarios. El Brexit es un ejemplo, aunque algunos lo proponen justamente por las razones inversas, para excluirse de una Europa que se ha cerrado en demasía. Como señala Francisco Martín Moreno, los pueblos irritados y hartos llegan a creer en las promesas nacionalistas o en las tesis proteccionistas cuando éstas han demostrado hasta la saciedad su ineficiencia.
Cuenta Claudi Pérez que tres cosas que sorprenden del distrito de Bruselas donde se instalaron las instituciones de la Unión Europea (UE). Una es la algarabía babilónica, paisaje rico y diverso de gentes con acentos y rasgos étnicos de todo tipo. La segunda es la perpetua inflación de grúas y obras, y la metáfora que conlleva: Europa está construyendo una supra burocracia asfixiante. La última es siniestra: fuerzas de seguridad armadas hasta los dientes, con tanquetas policiales, chalecos antibalas y ametralladoras. Porque “el miedo es hoy una de las fuerzas motrices de Europa”, asegura Pérez.
La debilidad europea se ve en el muro que levanta Hungría con Serbia, o los que hay en Ceuta, Melilla, Grecia, Chipre y Bulgaria. Aunque en la UE, que ya tiene 60 años, no todo ha sido negativo. De los 6 países fundadores hoy son 28, absorbiendo a ex dictaduras fascistas y a ex comunistas que se han visto alentados y conducidos a liberar a sus economías y sociedades. Europa hoy goza de 35.000 euros anuales de renta por habitante, razonablemente bien repartidos aun cuando el 20% de la población acumula el 80% de la riqueza.
La UE necesita una “refundación” dice Emmanuel Macron, esperemos que sea por el lado de terminar con el miedo. Esperemos que los habitantes del mundo entero pierdan el miedo, porque ese el camino eficaz para desconocer —y voltear— a los que quieren imponerse con violencia, de voltear muros contra la libertad como el de Berlín.