El valor del largo plazo

Roberto Salinas León explica que el rendimiento neto real de las cuentas individuales de ahorro para la jubilación "habla bien del valor del largo plazo".

Por Roberto Salinas-León

“En el largo plazo, todos estamos muertos…” Esta famosa máxima de Keynes se ha citado para justificar intervenciones de corto plazo que “requiere” una economía en problemas (digamos, una masiva expansión de los medios de pago), aun cuando ello genere otros problemas en el largo plazo (digamos, inflación).

Pero la ironía keynesiana se ha convertido en bandera ideológica entre algunos círculos políticos. Un buen ejemplo lo arroja el sistema de pensiones individuales, que por naturaleza se ve expuesto (como todo instrumento de inversión) a los altibajos del mercado financiero—y donde a partir del año pasado, se han acumulado minusvalías en las pensiones de generaciones futuras.

En el corto plazo, ello sirvió como excusa para justificar, en Argentina, una total expropiación de las pensiones individuales—bajo la idea que así se permitiría dar una mayor seguridad a las pensiones.

En realidad, fue otra (¡otra más!) flagrante violación de derechos de propiedad, un robo de los ahorros acumulados de millones de trabajadores, que además ya habían pagado impuestos sobre sus rendimientos acumulados.

En el corto-plazo, el gobierno cristinista obtuvo ingresos extraordinarios, pero a costas de patrimonios pulverizados en el largo plazo.

Hay políticos en nuestro país que consideran viable adoptar una “intervención” similar. Pero si una lección arroja la caída bursátil de los últimos dieciocho meses, por lo menos para los ahorros de pensiones individuales, es la vieja sabia premisa que no debemos poner todos los huevos en una canasta. La diversificación de activos implica, entre otras cosas, protegerse contra riesgos inesperados en el futuro.

Aun así, en el curso de varios años, los rendimientos acumulados son de capital importancia—y principalmente, porque en un horizonte de largo plazo, se puede dar la magia del interés o el rendimiento compuesto: crecimiento sobre crecimiento, en un lapso de dos, tres y hasta cuatro décadas.

El famoso sistema de Afores en México se diseño para asegurar mayor ahorro interno y desarrollar un nuevo mercado de capitales. Pero, a pesar de los errores, de los aspectos mejorables del sistema, su principal virtud es que otorga la seguridad en el largo plazo de derecho de propiedad de los trabajadores: la certidumbre de retirarse con una pensión propia, de nadie más, que ha acumulado plusvalía en promedio durante varios años.

A la fecha, el rendimiento neto real de las cuentas individuales es de 4,5%. No es espectacular, a menos de que se vea en el largo plazo; y ha sufrido pérdidas en este año. Pero para ello, la gran mayoría de cuentas individuales existentes todavía tienen un panorama de largo plazo, por lo menos dos décadas, para recuperar el terreno. Y ello habla, y habla bien, del valor del largo plazo.

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