El Talibán es como el Vietcong y el Estado Islámico como los Jemeres Rojos

Mustafa Akyol indica que vale la pena distinguir entre los distintos tipos de enemigos, como el Talibán y el Estado Islámico, puesto que esto ayudaría a diseñar una política exterior más sabia.

Por Mustafa Akyol

El retiro estadounidense de Kabul en agosto de 2021 le recordó a muchas personas las escenas del retiro estadounidense de Saigón en abril de 1975. Esa es de hecho una analogía útil, porque el Talibán de hoy tiene similitudes con el Vietcong del pasado. Ambas son fuerzas  de ocupación, solo para establecer regímenes autoritarios luego de remover al anterior (La gran diferencia, por supuesto, es que mientras que la ideología autoritaria del Vietcong era el comunismo, aquella del Talibán es el Islamismo—una interpretación politizada y opresiva del Islam que no es favorecida por la mayoría de los 1.600 millones de musulmanes en el mundo). 

Aún así hay algo más en esta analogía histórica: en 1975, además del Vietcong, hubo otra milicia comunista, que fue mucho más fanática y sangrienta. Estos fueron los Jemeres Rojos (Khmer Rouge), los peores de entre todos las peores de los comunistas, los cuales llegarían a matar 2 millones de personas durante los próximos 3 años. Finalmente fueron derrocados en 1978, gracias a nadie más y nadie menos que los comunistas vietnamitas, quienes ayudaron a establecer un régimen relativamente mas moderado en la vecina Camboya. 

Esa vieja distinción entre el Vietcong y los Jemeres Rojos es un tanto similar a la nueva distinción entre el Talibán y el “Estado Islámico” o IS (incluyendo su versión local, “IS-Khorasan”, o IS-K). Si, el Talibán es salvaje. Pero dado que IS es tanto más salvaje, el Talibán parece ser el mal menor, lo cual podría incluso ayudar a EE.UU. y sus aliados en contra del peor de entre los peores. 

Ciertamente, la ideología comunista compartida tanto por el Vietcong y los Jemeres Rojos (así como también la Unión Soviética y la China Maoísta) era una amenaza totalitaria que Occidente debería haber derrotado —como afortunadamente lo hizo, en gran medida. Pero esta derrota no se dio gracias a que las tropas estadounidenses ocuparan países comunistas uno por uno para “liberarlos” (si algo logró eso, eso fortaleció al comunismo, como sucedió en Vietnam). Esa derrota se dio porque el comunismo estaba destinado al fracaso debido a sus propias deficiencias. Todo lo que Occidente tenía que hacer —y lo hizo correctamente— era mantener la libertad viva y fuerte, para hacer que sus propias democracias funcionen bien. 

Esto es todavía lo que EE.UU. debería hacer hoy frente a los totalitarios islamistas: simplemente mantener la libertad viva y preservar la democracia liberal, así que la mayoría de los musulmanes ven (como ya muchos de ellos lo hacen) que la libertad religiosa es mucho mejor para ellos que la tiranía religiosa. Mientras tanto, no olvide que hay importantes sombras y grados entre quienes considera como sus enemigos. Esto puede ayudar a diseñar una política exterior más sabia.

Este artículo fue publicado originalmente en Cato At Liberty (EE.UU.) el 30 de agosto de 2021.