El silencio de la presidenta Bachelet
Mónica Mullor recuerda que "El 23 de agosto de 1939 se celebró uno de los pactos más ignominiosos de la historia de la humanidad: aquel que se conoce como Pacto Mólotov-Ribbentrop y que, de hecho, convirtió en aliados a los comunistas (soviéticos) y a los nazis (alemanes), dando así paso al inicio de la Segunda Guerra Mundial".
Por Mónica Mullor
El 23 de agosto de 1939 se celebró uno de los pactos más ignominiosos de la historia de la humanidad: aquel que se conoce como Pacto Mólotov-Ribbentrop y que, de hecho, convirtió en aliados a los comunistas (soviéticos) y a los nazis (alemanes), dando así paso al inicio de la Segunda Guerra Mundial. Por ello es que esta fecha fatídica se ha convertido en el Día Europeo de Conmemoración de las Víctimas del Estalinismo y el Nazismo, también conocido como el Día Internacional del Listón Negro. Fue establecido como tal por el Parlamento Europeo en 2008 y luego, en 2009, transformado en el día del recuerdo de las víctimas de todos los regímenes totalitarios y autoritarios. A esta conmemoración también se ha sumado, de manera oficial, Canadá.
Sobre los crímenes del comunismo, en Chile no se habla y menos aún se conmemora el día de lo que el Presidente del Parlamento Europeo, Jerzy Buzek, calificase en 2010 como “la colusión de las dos peores formas de totalitarismo en la historia de la humanidad”. El Partido Comunista chileno, que nunca se ha hecho una autocrítica al respecto y siempre fue absolutamente leal a la Unión Soviética, calla sobre el Pacto Mólotov-Ribbentrop y también sobre su apoyo incondicional al mismo. También calla sobre su apoyo a la invasión de Polonia, los países bálticos y Finlandia por parte de la Unión Soviética, que fue una consecuencia directa del pacto del 23 de agosto. Y calla, en general, sobre su apoyo irrestricto a todos los horrores y matanzas cometidos por Joseph Stalin.
Pero no sólo los comunistas chilenos callan, lo que no es sorprendente ya que seguramente no se han arrepentido de ninguna de las fechorías de las que, a través de su historia, han sido entusiastas cómplices. También calla Michelle Bachelet, la Presidenta de Chile que gobierna junto al Partido Comunista y que no tuvo escrúpulos en congratular en carta abierta al Partido Comunista de Chile por sus 100 años de existencia. En esa vergonzosa carta no hay una sola palabra de crítica a un partido que ha avalado tantos genocidios ni a una ideología, el marxismo-leninismo (que sigue siendo la ideología oficial del Partido Comunista chileno), que le ha causado al mundo más muertes que ninguna otra ideología.
Michelle Bachelet se exilió junto a su madre, Angela Jeria, en la República Democrática Alemana. Eran los tiempos de la dictadura de Augusto Pinochet y luego de algunos años regresaron a Chile. La madre de Bachelet, con evidente nostalgia, ha reconocido posteriormente haber “sentido pena por la caída del Muro de Berlín, porque desaparecía un país más justo e igualitario”.
Pero más grave aún es el hecho de que la misma Bachelet nunca haya manifestado su repudio por la dictadura comunista que un día la amparó. Ha elegido el silencio dentro de Chile, pero fuera de su país ha llegado a decir que es el proyecto de la RDA el que tiene en su cabeza para Chile. Es un triste actuar de la Presidenta, que nos dice cuánto puede cojear el tan manido discurso en defensa de los derechos humanos.
Este 23 de agosto podría ser el día propicio en el año para que Michelle Bachelet rectifique y rompa su silencio cómplice con el Partido Comunista y la dictadura de la ex República Democrática Alemana. Para ello debería reconocer, clara y tajantemente, que las víctimas del totalitarismo y el autoritarismo no dejan de serlo por el hecho de que hayan sido avaladas por nuestros aliados o porque los culpables hayan sido los mismos que un día nos dieron protección.
Este artículo fue publicado originalmente en El Líbero (Chile) el 23 de agosto de 2015.