El Salvador: Populismo y políticas sociales
Manuel Hinds indica que "La nueva clase media latinoamericana ya no quiere ese lenguaje raído que la izquierda usaba para conseguir votos en la sociedad agraria de hace treinta años. . .La clase media tampoco quiere las advertencias de la derecha de que tiene que votar por ella, aunque no presente ninguna idea de lo que hay que hacer para resolver los problemas del país, porque si no van a caer en manos de la izquierda".
Por Manuel Hinds
Se ha vuelto un lugar común decir que en América Latina la derecha se ha quedado clavada en el así llamado (y anticuado) "consenso de Washington" mientras que la izquierda ha enfatizado las (modernas) políticas sociales, que la derecha (ciegamente) mira como "populismo". Las personas que apoyan esta visión dicen que los países que fueron gobernados por la derecha se han empobrecido mientras que unas minorías muy pequeñas se han enriquecido. Dicen que es por eso que la izquierda ha triunfado en tantos países. La implicación con respecto a El Salvador es que el FMLN ganó las elecciones de 2014 porque instauró supuestamente exitosas políticas sociales durante la administración de Mauricio Funes. La implicación con respecto a Venezuela, Argentina, Cuba y Brasil es que las políticas sociales del Siglo XXI han llevado a esos países a una gran prosperidad.
Si usted es de los que cree que no hay que dejar que la realidad arruine una teoría que suena bonita, adopte esa interpretación de la historia y no siga leyendo. Si quiere conocer datos incómodos para esa teoría, siga leyendo y dese cuenta de que los problemas nuestros, de El Salvador y de América Latina, requieren de mayor sofisticación en el diagnóstico y en las recomendaciones.
Por supuesto, decir que las políticas del Siglo XXI han llevado al progreso a los países que han sido gobernados por la izquierda chavista o semichavista contradice toda la evidencia que muestra que todos ellos están pasando por serias crisis a pesar de que todos gozaron de un boom sin precedentes en los precios de sus exportaciones en los últimos diez años. Suerte que las políticas de Chávez fueron exitosas en Venezuela. ¿Se imaginan lo que sería para la población que apenas come salteado si hubieran sido un fracaso? ¿No ha visto que Cuba vive de la caridad ajena? ¿No ha visto la desesperación de Argentina por conseguir dólares? ¿No ha notado como los problemas económicos de Brasil se vuelven cada vez peores?
Por otro lado, los datos de la gráfica 1 contradicen la afirmación de que El Salvador es un país en que sólo unos pocos se han beneficiado del progreso desde que terminó la guerra. Al contrario, en las últimas dos décadas nuestra clase media firme ha crecido a tasas que son las sextas más altas en la América Latina. Creció 145 por ciento de 1991 a 2009, más rápido que las clases medias firmes brasileña, colombiana, peruana, guatemalteca, nicaragüense, panameña, uruguaya, venezolana, ecuatoriana, mexicana, argentina y paraguaya.
¿Qué quiere decir clase media firme? El estudio "La movilidad económica y el crecimiento de la clase media en América Latina", que publicó el Banco Mundial en 2013, divide la sociedad entre pobres (con ingresos por debajo de cuatro dólares diarios PPP) y de clase media. Luego divide la clase media en dos partes: la vulnerable, que puede retroceder a la pobreza en casos extremos, que tiene ingresos de entre 4 y 10 dólares PPP diarios por persona, y la firme, que aguanta reveses económicos serios, que tiene ingresos entre 10 y 50 dólares PPP diarios por persona. Esto equivale, en una familia de cinco, a ingresos de hasta $7.300 por año para los pobres, de hasta $18.250 para las clases medias vulnerables, y hasta $91.250 para la clase media firme. Los dólares PPP compensan por las diferencias en el poder adquisitivo del dólar en distintos países, de modo que son los apropiados para hacer comparaciones internacionales.
La gráfica 2 muestra que El Salvador tiene una clase media total (vulnerable más firme) que es similar al promedio de América Latina como porcentaje de la población total. En el 2009, representaba el 69 por ciento de la población mientras que ese promedio representaba el 70 por ciento. Más aún, nuestra clase media no sólo ha crecido sino que se ha vuelto más firme. En 1991, la vulnerable representaba el 72 por ciento de la clase media total. En 2009 representaba el 56 por ciento, casi igual al de México, en donde representa el 54 por ciento.
Estas cifras evidencian un hecho que ni la izquierda ni la derecha han interiorizado: que El Salvador se ha convertido en un país dominado por la clase media y por sus aspiraciones. Esto tiene implicaciones políticas y económicas muy serias que no se pueden entender si se sigue hablando con el lenguaje anticuado de la guerra y se trata de legitimar intelectualmente una imagen de la sociedad que ya no corresponde con la realidad.
La nueva clase media latinoamericana ya no quiere ese lenguaje raído que la izquierda usaba para conseguir votos en la sociedad agraria de hace treinta años. Ya no quiere que los gobiernos, de izquierda o derecha, gobiernen con medidas populistas. Populismo no es establecer programas sociales efectivos, sino tratar de esconder la falta de esos programas con enormes campañas de propaganda que pretenden hacer parecer que sí existen, gastándose en esa propaganda los dineros que podrían usarse para mejorar las condiciones de vida del pueblo.
La clase media tampoco quiere las advertencias de la derecha de que tiene que votar por ella, aunque no presente ninguna idea de lo que hay que hacer para resolver los problemas del país, porque si no van a caer en manos de la izquierda. La clase media no quiere estas cosas sino realidades.
ARENA ya experimentó el poder de la clase media en las últimas dos elecciones presidenciales. Los votantes no comprometidos del centro, que son los que les habían dado el triunfo en las elecciones anteriores a 2009, ahora prefirieron no votar que votar por la izquierda anticuada del FMLN o por los candidatos sin programas, sin ideas y sin carisma que la derecha estaba presentando.
Pero no solo la derecha está recibiendo lecciones. En Brasil, por ejemplo, las masas urbanas se levantaron en mayo de 2013 en contra de un gobierno de izquierda pidiendo que el dinero de sus impuestos se usara para dar mejor educación, mejor salud y mejores transportes en vez de alimentar el circo del populismo.
Así va a ser aquí en El Salvador. La gente no es tonta para no darse cuenta de que mientras el gobierno y el FMLN habla de los grandes éxitos de sus políticas sociales está pidiendo cada vez más dinero de contribuyentes y prestamistas para financiar gastos superfluos y propaganda. Entre tanto, los hospitales están en condiciones más precarias que nunca, las medicinas del sistema público escasean progresivamente, los pacientes tienen que esperar a que los atiendan tirados en el suelo en condiciones higiénicas inaceptables, y los plazos de atención se miden en meses. En educación los niños no progresan desde hace quince o veinte años. El transporte llena de humo las ciudades y de víctimas de accidentes y asaltos las carreteras y las calles. La seguridad ciudadana está colapsando. ¿Adonde están esas maravillosas políticas sociales?
Este ya no es el mundo de antaño, de antes y durante la guerra, en el que raídas teorías convencían a la gente de votar y hasta de tomar un fusil. Si el FMLN piensa que puede seguir usando el populismo y esas raídas teorías para ganar elecciones y controlar el poder, debe prepararse para una serie de derrotas como las que ARENA ha sufrido en estos años. Los moderados que deciden las elecciones no son ideológicos, no están interesados en superficiales teorías de la historia, sino en resultados en términos de una vida más moderna y con más oportunidades.
Estas personas, y los pobres que vienen detrás de ellos, quieren políticas económicas que los afiancen más en la clase media, y que les permitan crecer dentro de ella. Eso no quiere decir que no quieran buenas políticas sociales, sino que las quieren de verdad, no anunciadas populistamente mientras el estado desperdicia todos sus fondos. Quieren buenos trabajos, buenos carros, buenas casas, y quieren que por sus impuestos el gobierno les devuelva, no etéreas teorías, sino buena educación, salud, transporte y seguridad para sus familias. El desperdicio actual del gobierno hace que esa clase media emergente tenga que pagar dos veces por los servicios públicos: los pagan en sus impuestos, y luego, como son tan malos, tienen que pagarlos en el sector privado. Esta es la realidad del pueblo. La manera de alejarse de la pobreza es dejar de pagar dos veces por esos servicios, recibiéndolos de calidad del gobierno.
Esto lo tienen que entender la izquierda y la derecha. Cuando un país se va volviendo de clase media, la gente se aviva y no quiere más retóricas como la de la guerra, no más teorías históricas, no más cuentos. Solo realidades.
Este artículo fue publicado originalmente en El Diario de Hoy (El Salvador) el 11 de mayo de 2014.