El riesgo de no hacer nada

Por Charles V. Peña

Cuando el presidente George W. Bush se dirigió al pueblo estadounidense y al mundo dos días antes de iniciar los ataques a Irak, él dijo: "Estamos actuando ahora porque los riesgos de la inacción serían mucho mayores." La implicación era de que la acción militar haría más seguro a Estados Unidos. Ahora que este país ha ganado la guerra, ha depuesto a Saddam, y se ha aventurado en la construcción de una democracia en Irak, vale la pena reexaminar la aseveración del presidente.

Primero, la rápida victoria militar de Estados Unidos es una prueba de que Irak nunca representó una amenaza militar de importancia. Por supuesto, la verdadera amenaza, de acuerdo con la administración Bush, no era el ejército iraquí sino sus armas de destrucción masiva y sus supuestos lazos con la red terrorista al Qaeda.

A la fecha, ninguna arma química o biológica ha sido encontrada en Irak, a pesar de las aseveraciones que precedieron a la guerra de que Estados Unidos sabía que los iraquíes tenían dichas armas y sabía dónde estaban localizadas. Y no son unas pocas armas que necesitan ser desenterradas para prestarle alguna credibilidad a la justificación del presidente estadounidense para lanzar una guerra preventiva. Bush acusó a Irak de tener suficiente material "para producir más de 25.000 litros de ántrax—suficientes dosis como para matar a varios millones de personas... más de 38.000 litros de toxina de botulismo—suficiente para condenar a muerte a millones de personas por insuficiencia respiratoria... hasta 500 toneladas de gas sarín, gas mostaza y agente nervioso VX."

Y aún así la posesión de armamento químico y biológico no es suficiente como para afirmar que Irak era una amenaza que requería una acción militar inmediata. De hecho, si los iraquíes tenían las armas de destrucción masiva pero no estuvieron dispuestos (o en capacidad) de usarlas para defender a su país, ¿cuándo y cómo las iban a utilizar del todo?

Si la guerra no trataba sobre la quimera militar iraquí, entonces, ¿qué hay de la amenaza terrorista? Bases usadas por Ansar al-Islam—un grupo radical islámico acusado por Estados Unidos de tener lazos con al Qaeda—fueron destruidas en el norte de Irak. Pero estas bases pudieron haber sido eliminadas sin una guerra a gran escala. Las mismas se encontraban localizadas en territorio controlado por los kurdos y pudieron haber sido bombardeadas con armas de precisión como parte de los operativos de la zona de exclusión aérea aliada.

No cabe duda que Saddam Hussein era un dictador sanguinario que aterrorizaba a su propio pueblo. Liberar a los iraquíes de su tiranía se convirtió en una de las justificantes para la guerra de la administración Bush. Y nadie, ni siquiera aquellos que se opusieron a la guerra, discutirían el hecho que los iraquíes están mejor ahora que Saddam se ha ido. Pero la pregunta es si Estados Unidos está mejor. La respuesta es menos clara.

Estados Unidos parece contar con dos opciones contrastantes para el Irak posguerra. La primera opción es la de Bush de un "compromiso sostenido" para reconstruir Irak y crear una democracia constitucional, una sociedad libre, y una economía de mercado. Pero eso también implica un prolongado compromiso militar estadounidense que muy probablemente será visto como una ocupación. Y los costos de un compromiso sostenido podrían ser substanciales. Los estimados varían de $75.000 millones a $500.000 millones. Dadas las relaciones escabrosas con las Naciones Unidas y la mayoría de los aliados de Estados Unidos, esa cuenta muy probablemente será pagada por los contribuyentes norteamericanos.

La segunda opción es la de entregarle de inmediato el gobierno al pueblo iraquí y retirar a las fuerzas estadounidenses de la región. Eso podría producir un Estado islámico y un posible vacío de poder, el cual podría ser llenado por Irán o quizás Siria—ambos acusados por Estados Unidos de patrocinar el terrorismo y perseguir armas de destrucción masiva. La retórica de la administración Bush es esquizofrénica: el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, afirmó que Estados Unidos no planea permanecer por mucho tiempo en Irak, pero que este país no debería ser una teocracia, lo cual implica que los norteamericanos podrían permanecer por mucho tiempo.

Ninguna opción es satisfactoria y ambas acarrean riesgos.

Una tercera opción—pero que no está en estos momentos sobre la mesa—propone que Estados Unidos abandone Irak lo más rápido posible y le entregue la tarea de la democratización y la reconstrucción a una coalición. Esto reducirá las probabilidades de que la presencia estadounidense se convierta en una excusa conveniente para el terrorismo, así como posiblemente le dificultaría a los grupos radicales islámicos hacerse del control del nuevo gobierno. No es una opción perfecta, pero podría ser la menos mala.

Quizás el evento más perturbador en las postrimerías de esta guerra es que el departamento de Estado recientemente emitió una advertencia mundial que "los recientes eventos en Irak podrían aumentar el potencial de amenazas a los ciudadanos e intereses estadounidenses en el extranjero, incluso por parte de grupos terroristas."

Dada la advertencia, ¿han sido alguno o todos los riesgos asociados con ganar la guerra menos inquietantes que los riesgos de no haber hecho nada?

Traducido por Juan Carlos Hidalgo para Cato Institute.