El rendimiento del maíz y otros cultivos muestra mejoras constantes

David Behrens destaca cómo han aumentado considerablemente los rendimientos del maíz y otros cultivos y las consecuencias positivas que esto tendrá.

Por David Behrens

En 1993, el rendimiento promedio del maíz en EE.UU. llegaba a 100,7 fanegas por acre. Esa cifra aumentó a 175 fanegas por acre para 2020. El incremento constante en los rendimientos del maíz empezó a fines de la década de 1930, cuando los rendimientos promediaban algo muy por debajo de las 30 fanegas por acre, y se aceleró en la década de 1950. Desde ese entonces, los rendimientos han estado aumentando en un promedio de case 2 fanegas por acre cada año.

El Concurso Nacional de Rendimiento de Maíz de la Asociación Nacional de Agricultores de Maíz, realizado cada diciembre, mide los rendimientos del maíz entre los agricultores más innovadores de EE.UU. El concurso muestra el potencial de las técnicas agrícolas de punta desarrolladas mediante investigaciones y experimentos exhaustivos para mejorar la producción de alimentos.

El ganador de 2020, Don Stall de Michigan, produjo un rendimiento de 476,9 fanegas por acre. Eso es dos veces y medio el promedio nacional —un logro especialmente impresionante considerando las condiciones climáticas sub-óptimas, los incendios descontrolados y la pandemia global que constituyeron un reto para los agricultores estadounidenses en 2020. El récord mundial para el rendimiento de un agricultor dedicado al cultivo del maíz es de 619,2 fanegas por acre, fijado solo un año antes por David Hula de Virginia. Hula ha fijado el récord mundial cuatro veces, consistentemente encontrando maneras de elevar sus rendimientos. 

El maíz no es el único cultivo que muestra mejoras significativas y consistentes en su rendimiento. La producción global de trigo, por ejemplo, llegó a un nuevo récord de 761,7 millones de toneladas (Mt) en 2019-20 y se proyecta que llegue a un total todavía más alto de 764,9 Mt en la temporada 2020-21. 

Los estadounidenses no son los únicos líderes en productividad de alimentos. Una masiva cosecha buena puso a Australia en el camino hacia un incremento interanual de 60% en la producción general de cultivos en 2020, a pesar de los incendios descontrolados y la sequía que afectaron a ese país durante los primeros meses del año. 

Mientras que las condiciones generales del clima sí importan, la innovación sin duda ha sido clave para lograr las ganancias agrícolas. David Hula, por ejemplo, ha desarrollado un proceso detallado para sembrar y cosechar cultivos, el cual utiliza tecnología de frecuencia variable en conjunto con un sistema de cultivos en hileras que le ayudan a utilizar el fertilizante de manera precisa y eficiente. La nueva tecnología también permite que Hula aísle y proteja sus cultivos para asegurarse una producción consistente. 

Más ampliamente, el mundo agrícola ha experimentado una serie de avances prometedores, incluyendo la edición de genomas, robots autónomos para cosechar, los cultivos verticales entre otros. Gran parte de estos avances tienen el efecto de facilitar los cultivos, hacerlos más predecibles, eficientes y menos dependientes de los arbitrios de la naturaleza. 

Los avances agrícolas muy bien en la descripción que Andrew McAfee hace de la desmaterialización —un proceso de utilizar menos recursos para producir más bienes y servicios— que delineó en su libro de 2019 More from Less. Si las tendencias actuales continúan, el potencial para la conservación de tierras es significativo. 

La mayor eficiencia también podría estimular más especialización, satisfaciendo así la demanda global con menos agricultores y liberando decenas de millones de personas a nivel mundial para dedicarse a otras carreras. Así como la Revolución Industrial en gran medida retiró el peso del trabajo agrícola de la mayor parte de occidentales, las ganancias en la eficiencia es probable que deriven en una reducción del trabajo agrícola en el mundo en vías de desarrollo. 

Algunos se preocupan de que si los rendimientos del maíz continúan aumentando mientras que la demanda de maíz y de productos derivados del maíz, como el etanol, permanece estancada, eventualmente habrá un incentivo disminuido para que los agricultores dedicados al cultivo del maíz continúen innovando. Eso muy probablemente proveerá un ímpetu para que los maiceros se las ingenien y encuentren nuevos productos derivados del maíz, apliquen innovadoras técnicas agrícolas a otros cultivos, o simplemente abandonen el mercado. 

Conforme el maíz y otros cultivos se vuelvan cada vez más fáciles de producir, el mercado laboral agrícola probablemente experimentará cambios estructurales, y valdrá la pena observarlos. Considerando la manera en que se continúan desarrollando los prospectos de conservación de tierras, es todavía más importante que permanezcamos conscientes de las maneras en que la tierra es utilizada conforme esta continúa siendo devuelta a la naturaleza.

Este artículo fue publicado originalmente en HumanProgress.org (EE.UU.) el 2 de febrero de 2021.