El poder sindical con Obama

Gary S. Becker dice que el subsidio del gobierno de EE.UU. a General Motors y Chrysler podría llegar a superar 100 mil millones de dólares y que esto es una muestra del poder de los sindicatos con el gobierno de Obama.

Por Gary S. Becker

Los más grandes sindicatos de EE.UU. —incluyendo el de trabajadores de la industria automotriz y también del acero— le dieron su total apoyo a Barack Obama durante las elecciones presidenciales. Contribuyeron con más 400 millones de dólares y el trabajo de cientos de miles de voluntarios. Ese apoyo logró rotundas victorias en estados industrializados, como Michigan, Wisconsin, Ohio y Pensilvania.

Los sindicatos esperan su recompensa y apoyan el proyecto de ley que facilitaría considerablemente la certificación de nuevos sindicatos, eliminando la votación secreta de los trabajadores para crear el sindicato. Pero existe oposición tanto de demócratas como republicanos en el Congreso y no está claro si ganarán los sindicalistas.

El rescate de General Motors y de Chrysler ha sido otro gran esfuerzo para ayudar a los sindicatos. En este caso, el gobierno de Obama gastó decenas de miles de millones de dólares de los contribuyentes de impuestos para ayudar a esas empresas. Yo estimo que el gasto federal en GM y Chrysler va a alcanzar o a exceder los 100 mil millones de dólares. Una alternativa mucho más adecuada hubiera sido declararlas en bancarrota en otoño del año 2008, cuando estaban perdiendo mucho dinero. Después de un año hubieran emergido del proceso de bancarrota con mucho menos deudas y obligaciones en cuanto a salarios, beneficios médicos y pensiones. Pero el resultado fue que los contribuyentes de impuestos terminaron pagando por todo eso. Entonces GM y Chrysler, sin ayuda adicional, hubieran podido competir con las marcas de automóviles extranjeros producidos tanto dentro como fuera de Estados Unidos.

Pero en lugar de la bancarrota y para afectar lo menos posibles a los miembros de sindicatos, el gobierno de EE.UU. se convirtió en el principal dueño de GM y Chrysler. Y la más exagerada e inquietante ayuda a los sindicatos fue la reciente imposición de un arancel de 35 por ciento a cauchos importados de China, sin que se haya determinado ninguna práctica comercial ilegal por parte del gobierno chino ni de fabricantes de cauchos de ese país.

Se trata de un horrible precedente porque nunca antes un presidente de EE.UU. había actuado de esa manera y ello puede fomentar a otros gobiernos a actuar de la misma manera.

Los sindicatos también lograron incluir el mandato de “comprar productos estadounidenses” en los 787 mil millones de dólares decretados bajo paquete de estímulo, a pesar de las objeciones de muchos países extranjeros. La disposición de comprar productos americanos para estimular el empleo no se diferencia de imponer aranceles para reducir importaciones y aumentar así la demanda de productos nacionales. Ambas medidas son inconsistentes con el libre mercado e invitan a la aplicación de represalias de otros países.

Los políticos en las democracias suelen complacer a ciertos y determinados grupos, pero eso no beneficia a la mayoría de la población sino a pequeños grupos poderosos. En relación a esto debemos recordar que apenas 8 por ciento de los estadounidenses que trabajan en el sector privado son miembros de sindicatos. El resultado de las recientes políticas impuestas por Washington será una economía menos eficiente, lo cual perjudica a todos consumidores y a la gran mayoría de trabajadores que no pertenecen a sindicatos.

Artículo de la Agencia Interamericana de Prensa Económica (AIPE)
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