El plan tributario no es revolucionario pero fomentará el crecimiento

Ryan Bourne considera que la reforma tributaria impulsada por los Republicanos logrará en promedio una reducción de la carga tributaria para los negocios e individuos, aunque no resolverá el problema de una creciente deuda nacional.

Por Ryan Bourne

El proceso de reforma tributaria en el congreso de EE.UU. es el equivalente político a la producción de salchichas —un proceso tan desagradable que arriesga que a usted le termine disgustando el producto final.

Como resultado, el paquete que está siendo considerando en ambas cámaras del legislativo ahora está muy lejos de los altos ideales de la reforma fundamental que los Republicanos prometieron. Sin embargo, es razonable pensar que, en general, mejorará los prospectos de crecimiento para EE.UU. El plan, después de todo, reduce significativamente la tributación a los negocios, reduce las tasas marginales de impuestos sobre el ingreso y elimina una serie de subsidios implícitos dentro del código tributario.

La reforma clave es que el impuesto corporativo estadounidense de 35 por ciento (actualmente el más alto de la OCDE) sería permanentemente reducido a un 20 por ciento. Como el economista Martin Feldstein ha señalado, esto atraerá una suma importante de capital al sector corporativo de EE.UU., al aumentar el retorno sobre la inversión después de pagar impuestos, alentando la repatriación de las ganancias y la fijación de sedes centrales de empresas en EE.UU., y desviando el capital desde sectores menos productivos.

La inversión más alta, alentada por esto y por la introducción de deducciones completas e inmediatas de las inversiones en equipos durante cinco años, puede esperarse que aumenten la productividad y los salarios. Las magnitudes de esto son ardientemente debatidas, pero los cálculos económicos razonables sugieren que solamente esto podría elevar el PIB por entre 1 por ciento y 4 por ciento a lo largo de los próximos 10 años.

Los cambios al impuesto federal sobre la renta han sido menos ambiciosos, pero podrían fomentar el crecimiento del PIB todavía más. Los Republicanos quieren reducir las tasas de los impuestos marginales y financiar esto eliminando las deducciones que los contribuyentes son capaces de realizar.

El paquete de reformas debería causar una importante caída en el número de hogares que buscan “detallar” —la ineficiente (desde una perspectiva económica) tarea de completar declaraciones complejas para minimizar su cuenta de impuestos.

Aunque es improbable, todavía hay una oportunidad de que la ley final pueda restringir la deducción por el interés cobrado por hipotecas —ampliamente reconocido por economistas como algo que conduce al consumo en exceso de vivienda.

Para que todo esto sea apetecible, el partido Republicano están duplicando su equivalente a la exención personal y expandiendo los créditos para las familias también. Esto aportará poco al crecimiento, pero la reforma tributaria se trata tanto acerca de política como de economía.

Sin embargo, dado que la ley recorta significativamente un impuesto perjudicial, reduce las tasas de los impuestos marginales y elimina las deducciones —desde hace mucho consideradas las vacas sagradas de la política tributaria— ¿por qué ha generado tantas críticas el plan Republicano?

Desde la izquierda, el plan es comúnmente denunciado como un favor que se le está haciendo a los ricos. Los economistas progresistas resaltan que los ganadores más importantes están entre los que encabezan la distribución del ingreso. Pero esto en parte es una distorsión estadística, derivada principalmente del hecho de que la gran mayoría de aquellos que se encuentran en la parte más baja de la distribución del ingreso desde ya no pagan impuestos federales sobre el ingreso y, segundo, porque las reglas de procedimiento acerca de los déficits del futuro significan que muchos recortes de impuestos individuales están teóricamente destinados a “expirar” durante los próximos años.

Mi colega Chris Edwards calcula que en 2019, cuando tanto los recortes de impuestos corporativos e individuales se apliquen, todos los grupos de ingreso afectados verán en promedio un recorte de impuestos, siendo el recorte más grande experimentado por aquellos que ganan entre $40.000 y $50.000, quienes verán su cuenta de impuestos reducida a la mitad, en promedio. En cambio, aquellos que ganan más de $1 millón verán que su cuenta de impuestos caerá por solo 5,8 por ciento.

Una preocupación económica más legítima es el efecto sobre las finanzas públicas de EE.UU. Se espera que la ley agregue $1,5 billones (“trillions” en inglés) a la deuda nacional durante los próximos 10 años —que será más baja una vez que los efectos macroeconómicos sobre el crecimiento sean considerados; más alta nuevamente si es que no se permite que expiren los recortes de impuestos.

Esta cifra es poco probable que tenga consecuencias catastróficas para la capacidad de EE.UU. de prestar, principalmente porque es relativamente pequeña comparada al capital disponible en los mercados globales. Pero con el impacto potencial de una recesión en el futuro y con los vientos en contra que vendrán debido al envejecimiento poblacional, todavía hay argumentos de que es necesario poner en orden al fisco estadounidense y esto inevitablemente no ayudará. Los Republicanos han tenido razón de resaltar durante muchos años como, a primera vista, la proyección terrorífica de la deuda está liderada por el creciente gasto en programas de ayuda social, provocados a su vez por el envejecimiento poblacional.

Pero podría resultarles un poco más difícil promover el recorte de los gastos futuros en salud o en pensiones si son vistos como apáticos acerca de la deuda y cómo esta se verá impactada por los recortes tributarios de hoy.

Este artículo fue publicado originalmente en UK Telegraph (Reino Unido) el 30 de noviembre de 2017.