El "no-rescate" de Chipre

Gabriela Calderón de Burgos afirma que "Siempre alguien tiene que asumir la responsabilidad por las malas decisiones de inversión, y lo justo es que paguen quienes tomaron las decisiones equivocadas".

Por Gabriela Calderón de Burgos

Cuando las economías de Grecia, Irlanda, Portugal y España se encontraron en problemas la troika —la Comisión Europea, Banco Central Europeo y el FMI— intervino rápidamente para rescatar a sus gobiernos luego de que estos habían socializando las pérdidas de los bancos. En cambio, en el caso de Chipre se ha dado el primer intento de realizar un “bail-in”, privatizando, aunque sea parcialmente, las pérdidas.

En marzo el sistema financiero chipriota tenía un hueco de 10.000 millones de euros que equivalía a 60% del PIB, debiéndose en buena medida a malas inversiones en deuda pública griega y chipriota. Un rescate por parte del gobierno chipriota hubiese llevado la deuda pública de la isla a 150% de su PIB y hubiese significado la quiebra del Estado chipriota y de los mismos bancos que pretendía rescatar.1

La otra opción era un rescate por parte de la comunidad europea pero hubiese sido una medida muy difícil de tolerar para los contribuyentes de la Unión Europea, considerando que gran parte de los depósitos en el sistema financiero chipriota son de rusos y una porción considerable de este dinero es de dudosa procedencia.2

De manera que la troika optó por una alternativa hasta ahora ignorada: el “bail-in” o recapitalización interna de los bancos. Esto funciona así: las pérdidas se asignan a los accionistas, los bonistas junior y sénior, así como también en última instancia los depositantes con una quita compensada con acciones del banco. Así, los depositantes se convierten en dueños de los bancos en problemas y son quienes los rescatan, en lugar de pasarle la cuenta a toda la sociedad. Es cierto que en Chipre esto se ha hecho de manera torpe, por ejemplo, anunciando primero que sufrirían una quita incluso los depositantes asegurados con menos de 100.000 euros. Pero el acuerdo final de este “no-rescate” privatizó parcialmente las pérdidas del sistema financiero decidiendo que los accionistas de los bancos y sus bonistas lo pierdan todo y además imponiendo una quita de alrededor de 40% a los depositantes con más de 100.000 euros, compensada con acciones de los bancos.3

Algunos han interpretado esta medida como un “robo” de los depositantes. Pero esto ignora que los depósitos en los bancos en realidad no son dinero sino más bien deuda (léase una promesa de pago por parte de los bancos). Uno puede utilizar –y se lo hace con frecuencia— una deuda como medio de pago, pero esto no la convierte en dinero. La deuda solo servirá como medio de pago mientras los agentes económicos sigan considerando que podrán saldarla en dinero. En otras palabras, todo el sistema financiero actual se basa en la confianza depositada en bancos que suelen tener una relación estrecha con políticos.4

Siempre alguien tiene que asumir la responsabilidad por las malas decisiones de inversión, y lo justo es que paguen quienes tomaron las decisiones equivocadas. Finalmente, considero que la lección más importante de este caso es que, como dice el economista español Juan Ramón Rallo, “Quien tiene un patrimonio no puede aspirar a que el Estado se lo blinde frente a cualquier contingencia; y si lo espera, si hace dejación de sus responsabilidades y abraza una fe ciega en los gobernantes de turno, que luego no proteste cuando los descubiertos en cuenta hagan su aparición”.5

Publicado originalmente en El Universo (Ecuador) el 5 de abril de 2013.

Referencias:

1. Rallo, Juan Ramón. “Resumen telegráfico del ‘no-rescate’ de Chipre”. 17 de marzo de 2013.

2. Ibid., Rallo.

3. “The Cypriot Deal: Second Time Unlucky”. The Economist. 30 de marzo de 2013.

4. Rallo, Juan Ramón. “Sobre el ‘robo’ a los depositantes chipriotas”. 19 de marzo de 2013.

5. Rallo, Juan Ramón. “Chipre se hace un islandés”. 25 de marzo de 2013.