El muro y la crisis financiera

Sebastián Soto argumenta, basándose en evidencia histórica, que el fortalecimiento de la libertad económica es la respuesta adecuada a la crisis.

Por Sebastián Soto

El 12 de junio de 1987, junto a la Puerta de Brandenburgo, el Presidente Ronald Reagan lanzó el que luego pasaría a ser un histórico clamor por la libertad: Mr. Gorbachev, le dijo, “tear down this wall!” Y es que no podía decirse otra cosa ante un muro que no solo dividía a un pueblo sino que también a un continente y, finalmente, al mundo entero.

El 9 de noviembre de 1989 cayó por fin aquel muro y, desde entonces, el mundo rememora ese día como el Día de la Libertad. Hace algunas semanas, diecinueve años después de aquel acontecimiento, 38 centros de estudios que pertenecen a 18 países de América se unieron para proclamar nuevamente la libertad en un continente donde la sombra del totalitarismo y la opresión del Estado se extienden año a año. Y más aún en las circunstancias de estas semanas donde muchos dicen que la crisis financiera iniciada en los Estados Unidos, y extendida hacia Europa y el resto del mundo, constituye el fin del capitalismo. A pesar de ello, los centros de estudio firmantes coinciden en que el mejor camino para superar la crisis es la libertad económica. Veamos por qué.

Ante todo el documento expresa que la crisis no nace de una falla del mercado sino que más bien de una falla del Estado. Ello, en primer lugar, porque detrás de las ya famosas hipotecas subprime está la decisión estatal de promover el endeudamiento para adquirir viviendas por parte de los sectores más pobres. Y de esto se encargaron principalmente don entidades pseudo-estatales como son Fannie Mae y Freddie Mac que, aún cuando puedan no ser empresas públicas como las conocemos en Latinoamérica, tienen y siempre tendrán la garantía implícita del fisco. Una segunda falla es la explícita decisión de la Reserva Federal de mantener tasas artificialmente bajas que, como era de esperar, fomentaron el endeudamiento de empresas y personas aumentando así de forma igualmente artificial el valor de activos financieros. Finalmente, una tercera falla es la carencia de regulaciones adecuadas que hubieran permitido, como advierte el documento, “poseer un sistema de señales que permita advertir las situaciones de iliquidez e insolvencia que puedan ocurrir en este mercado y poseer las normas para que los agentes económicos internalicen los costos de sus malas decisiones”.

Con esto en mente, corresponde enfrentar las soluciones. Algunos claman por más regulaciones y proteccionismo. Sin embargo, es la libertad económica el mejor camino para superar la crisis. Si miramos por ejemplo las crisis que afectaron a países emergentes veremos que aquellos con mayor libertad económica la superaron antes que aquellos que tenían menos. La crisis de inicios de los 80 en Latinoamérica tuvo una duración de 6,6 años mientras que la que afectó al sudeste asiático a fines de los 90 duró 3,3 años. A su vez, las pérdidas del producto acumulado para Latinoamérica debidas a aquella crisis fueron de un 24,6% del PIB mientras que en Asia tan solo 9,4%.1

También se ha dicho que, como consecuencia de la crisis, ha llegado el momento de superar el capitalismo anglosajón y caminar hacia un modelo europeo. Una vez más, y esta vez sobre la base del libro de Angus Maddison Growth and Interaction in the World Economy, el documento nos propone un capitalismo con menos presencia del Estado. Si se compara históricamente a los países de Europa Occidental, por un lado, y a EE.UU., Canadá, Nueva Zelanda y Australia, por el otro, tenemos que en 1820 el PIB per cápita era en ambos bloques similar (US 1.200). El año 2001, en cambio, mientras la cifra de los europeos no alcanzaba los US 20.000, los “anglosajones” subían casi a US 27.000.2 No obstante los ciclos económicos, concluye el documento, “los países capitalistas con Estado limitado habían logrado mayor desarrollo”.

Estos y otros datos llevan a los centros de estudios firmantes a promover el fortalecimiento de la libertad económica como la respuesta adecuada para enfrentar la crisis. A diecinueve años de la caída de “El Muro”, no son los muros proteccionistas, no son los muros que construye el Estado para detener el emprendimiento individual, no son los muros que, en fin, obstaculizan el camino de la libertad los que se necesitan. Será la libertad económica la que nos ayude a dejar atrás esta crisis.

Referencias:

1. J. de Gregorio y L. Felipe Céspedes. “Recesiones: Evidencia Internacional”. Banco Central de Chile. 2005.

2.Angus Maddison, “Growth and Interaction in the World Economy: The Roots of Modernity”. The AEI Press, 2004.