“El mercado no puede salvar la utopía socialista de su propia miseria”
Orestes R. Betancourt relata varios ejemplos de cómo el odiado mercado ha rescatado a la utopía socialista de su propia miseria, siempre como cura parcial y temporal dado que a largo plazo el estatismo limita e incluso revierte las reformas.
Por Orestes R. Betancourt Ponce de León
Recuerdo no entender la Nueva Política Económica (NEP) de Lenin cuando la estudié en décimo grado en Cuba. ¿Cómo era posible que una dosis de capitalismo salvara al comunismo soviético? Con 15 años, a mis amigos y a mí aquello nos resultó paradójico. Luego, en la Universidad de La Habana mi profesor de Economía Política del Socialismo no podía responder cómo si Lenin sabía que cierta liberalización de la economía era beneficiosa, ¿por qué no hizo estas reformas antes? ¿por qué luego Stalin abandonó la NEP? Comencé a creer que el mercado era superior al Estado en el manejo de la economía y que los jerarcas comunistas soviéticos y cubanos sabían esto.
El propio Fidel Castro no tuvo más remedio que adoptar tímidas reformas de liberalización económica a mediados de 1993. Solo así pudo detener la caída libre de la economía de la Isla que entre 1990 y 1993 se había contraído un 35%. Con distinto alcance y duración, reformas similares ocurrieron en la Yugoslavia de Tito, en Checoslovaquia bajo Alexander Dubček, en Hungría bajo János Kádár, en China con Deng Xiaoping, y en Laos y Vietnam con el Nuevo Mecanismo Económico y las reformas Doi Moi respectivamente. Recientemente Nicolás Maduro ha hecho lo mismo en Venezuela.
El alcance y consecuente éxito de estas reformas siempre ha dependido de cuánta autonomía económica las nomenklaturas estén dispuestas a dar como migajas a los individuos, una autonomía económica con grilletes siempre bajo la mirada celosa de un Estado totalitario que a la menor amenaza a su monopolio político no ha dudado en coartar y eliminar. Los resultados positivos siempre han sido pesar de las limitaciones a la libertad, la propiedad y al comercio:
- La Nueva Política Económica (NEP; 1921-1928) revirtió la ruina del Comunismo de Guerra bolchevique. Entre 1921 y 1923 los trenes pasan a transportar el doble de mercancías y pasajeros, de 1921 a 1926 las manufacturas crecen un 200% y entre 1922 y 1925 la superficie cultivada crece de 78 millones de hectáreas a 104. Nikolái Bujarin acuña el slogan “¡Campesinos, enriqueceos!” y pasará de ser uno de los ideólogos del férreo estatismo del Comunismo de Guerra a ser un defensor de las parciales reformas promercado de la NEP. Sin embargo, ya en 1920 Ludwig von Mises había predicho que el problema del cálculo económico hería de muerte la utopía del desarrollo socialista. En 1965, las reformas de Kosyguin fueron otro intento fallido del Leviatán soviético por reformarse.
- Entre 1952 y 1974, las reformas de la Yugoslavia de Tito pretendieron aumentar el poder de decisión empresarial de los trabajadores, liberalizaron los precios y redujeron los impuestos a las empresas autogestionadas. Durante este período, la economía creció aproximadamente un 6% anual y Yugoslavia apuntaba a ser el milagro del “socialismo de mercado”. Sin embargo, las empresas privadas no agrícolas solo tenían un máximo de 5 a 10 empleados. A largo plazo, confirma James A. Dorn, la ausencia de propiedad privada hizo que no se formaran ni mercados de capitales ni de trabajo, provocando así una asignación incorrecta de recursos en la economía, entiéndase, ineficiencias de todo tipo. Con las contrarreformas y el adiós al “socialismo de mercado” en 1974, el declive se intensificó cayendo así el Producto Interno Bruto, la productividad y el empleo.
- Con la invasión soviética a Checoslovaquia en 1968, Alexander Dubček no tuvo tiempo de ver el resultado de sus reformas. Sin embargo, Hungría sí aplicó su Nuevo Mecanismo Económico a partir del propio 1968. Los precios y salarios se liberalizaron parcialmente y se permitió la pequeña propiedad privada y cooperativa, así se evitaron las grandes distorsiones de las otras economías de planificación central y la escasez de productos no era crónica. Las colas que se veían en otros países de la Europa del Este socialista aquí eran poco frecuentes. Sin embargo, la inconsistencia y frecuente contramarcha de las medidas y la influencia del Estado en la economía hacían que esta fuese deficiente. En 1990, luego de celebrar elecciones libres por primera vez en más de cuatro décadas, el país decidió alejarse completamente del estatismo económico.
- Nuevo Mecanismo Económico también se llamaron las reformas que a partir de 1985 se implementaron en Laos. En pocos años se redujo la inflación y se mejoraron los indicadores macroeconómicos. Sin embargo, las instituciones y leyes como andamiaje de la propiedad privada y el funcionamiento del mercado han sido débiles, la corrupción es rampante y el régimen sigue imponiendo políticas intervencionistas en la economía. Como consecuencia, Laos sigue siendo el país más pobre del Sudeste Asiático a excepción del pequeño Timor Oriental.
- Por primera vez desde 2013, la economía venezolana crecerá o al menos se contraerá menos que en años anteriores. La hiperinflación y la escasez, que siguen siendo crónicas, serán menos que en años anteriores. Este es el resultado de las tímidas reformas que comenzaron a fines de 2019. Desde entonces, el régimen de Caracas ha aplicado un levantamiento del control de precios y divisas, la permisión de una economía informalmente dolarizada, el fomento de la inversión extranjera sobre todo en el sector de los hidrocarburos, y una política macroeconómica alejada del más puro estilo del populismo chavista. En una entrevista para Bloomberg en junio de 2021, Delcy Rodríguez, vicepresidenta y peso pesado del chavismo, comentó sobre las medidas que durante veinte años aplicó su propio régimen: “No se puede decir que lo que se hizo era socialismo, no. Esas políticas iban directamente contra la gente, contra el poder adquisitivo de la gente”. El chavismo demoró dos décadas en admitir, y esto reservadamente, su fracaso. Todavía el país tiene los niveles de inflación más altos del mundo, una extrema pobreza que alcanza al 77% de la población y una corrupción grotesca. El alcance y resultados de estas reformas, por desgracia, serán limitados.
- China y Vietnam son los ejemplos más exitosos. Hay que leer a Frank Dikötter sobre los horrores del Gran Salto Adelante y la Revolución Cultural, la hambruna y el canibalismo, para entender las dimensiones del cambio que el mercado trajo a China en pocos años a partir de 1979. Lo mismo con Vietnam a partir de 1986 con las reformas Doi Moi luego de décadas de guerra. Sin embargo, millones de seres humanos fueron sacados de la más abyecta pobreza en China y Vietnam, a pesar del Estado, no gracias a él. En ambos países, en comparación con el sector privado, el sector estatal obstaculiza la competencia, es el menos transparente e innovador y el más ineficiente. Además, según el Índice de Libertad Humana (2021) del Instituto Cato, desde 2019 el partido comunista chino ha intensificado sus ataques al libre mercado, y acelerado los arrestos de empresarios y el establecimiento de células del partido en el 73% de todas las compañías privadas, cifra que aumenta al 92% para las 500 compañías más grandes del país.
El odiado mercado ha rescatado una y otra vez a la utopía socialista de su propia miseria. Aunque funcione como cura parcial y temporal, a largo plazo, el estatismo pone un techo muy bajo a las reformas. Pocos economistas entendieron y vivieron esta realidad como el húngaro János Kornai quien demostró que el “socialismo de mercado” a la larga era inoperable. Para Kornai “el principio y el funcionamiento del sistema socialista solo pueden entenderse verdaderamente partiendo del papel del poder político y de la ideología oficial”. Como cubano, también sé que cualquier reforma promercado en la Isla no irá lejos mientras el régimen de partido único esté ahí.
Este artículo fue publicado originalmente en Foundation for Economic Education (EE.UU.) el 28 de febrero de 2022.