El intervencionismo, la supuesta política de mitad del camino

Por Ludwig von Mises

Un segundo grupo parece ser menos radical. Ellos rechazan al socialismo no menos que al capitalismo. Recomiendan un tercer sistema, el cual, dicen ellos, está tan alejado del capitalismo como lo está del socialismo, el cual como un tercer sistema de organización económica de la sociedad, se encuentra en la mitad del camino entre esos dos sistemas y, al mismo tiempo que retiene las ventajas de ambos, evita las desventajas inherentes en cada uno. Este tercer sistema es conocido como el sistema del intervensionismo. En la terminología de la política estadounidense es constantemente referido como una política de mitad del camino.

Lo que hace popular con mucha gente a este tercer sistema es la manera particular en que ellos escogen ver a los problemas de marras. Tal y como lo ven, dos clases, los capitalistas y empresarios por un lado, y los asalariados por el otro, discuten sobre la distribución del rendimiento del capital y las actividades empresariales. Ambos bandos están reclamando todo el pastel para ellos. Ahora, sugieren estos mediadores, hagamos las paces repartiendo igualmente el valor disputado entre las dos clases. El Estado como arbitro imparcial debería intervenir, y debería poner freno a la codicia de los capitalistas y asignarle parte de las ganancias a las clases trabajadoras. Entonces será posible destronar al capitalismo moloch sin entronar al socialismo totalitario moloch.

Sin embargo, este modo de juzgar la situación es totalmente falaz. El antagonismo entre capitalismo y socialismo no es una disputa sobre la distribución del botín. Es una controversia acerca de cuál de los dos esquemas de organización económica de la sociedad, capitalismo o socialismo, propicia un mejor logro de aquellos fines los cuales todas las personas consideran como el objetivo final de las actividades comúnmente llamadas económicas, viz., la mejor oferta posible de servicios y artículos de valor. El capitalismo quiere conseguir dichos fines mediante la empresa e iniciativa privadas, sujetas a la supremacía del público comprando o absteniéndose de comprar. Los socialistas quieren sustituir el plan único de una autoridad central por los planes de los diversos individuos. Ellos quieren poner en lugar de lo que Marx llamó la "anarquía de la producción" al monopolio exclusivo del gobierno. El antagonismo no se refiere al modo de distribuir un monto fijo de servicios. Se refiere al modo de producir todos esos bienes que la gente quiere disfrutar.

El conflicto entre los dos principios es irreconciliable y no permite ningún compromiso. El control es indivisible. O la demanda de los consumidores tal y como se manifiesta en el mercado decide para cuáles propósitos y cómo deberían ser empleados los factores de producción, o el gobierno se hace cargo de dichos asuntos. No hay nada que podría mitigar la oposición entre dos principios contradictorios. Ellos se excluyen el uno al otro. El intervensionismo no es una mitad dorada entre capitalismo y socialismo. Es el diseño de un tercer sistema de organización económica de la sociedad y debe ser entendido como tal.

Traducido por Juan Carlos Hidalgo para Cato Institute.