El gran pánico de COVID
Art Carden reseña el libro The Great Covid Panic, donde los autores demuestran señalan la aversión al riesgo, el abuso de poder y de la razón, todos expuestos durante la pandemia.
Por Art Carden
The Great Covid Panic es el primer libro del recientemente fundado Brownstone Institute for Social and Economic Research, basado en Austin, Texas. El libro es una acusación de un mundo que parece haber enloquecido con la aversión al riesgo y muestras de autoridad política. Conforme las variantes de COVID continúan apareciendo y los protocolos de uso de mascarilla son renovados por quienes formulan las políticas públicas, esta es una contribución adecuada.
Tres arquetipos
En el libro, los economistas Paul Frijters de London School of Economics y Gigi Foster de la Universidad de New South Wales se juntaron con el consultor económico y periodista Michael Baker para explicar la respuesta de política pública al COVID. Esto es un compendio de los argumentos en contra de lo que podría ser denominado el “Complejo Político de COVID”.
El libro cuenta su historia usando tres arquetipos de carácter. La primera es Jane, quién comprensiblemente teme el daño que COVID efectúa, acepta con entusiasmo las cuarentenas, sacrifica voluntariamente la libertad y conveniencia en nombre del deber cívico, y quiere que el gobierno haga algo acerca de aquellos que se resisten a las cuarentenas y otras órdenes. Ella es muy activa en Facebook o una vecina entrometida que piensa que escuchó disparos cada que se cierra una puerta y que llama a los policías o vecinos porque los vio a través de la ventana viendo football con amigos sin usar mascarilla.
El segundo arquetipo es James, un oportunista en la junta directiva o edificio de la capital que ve en el COVID una oportunidad de oro para tomar el poder u obtener riqueza. Dice que está siguiendo “la ciencia” acerca de cómo manejar la pandemia, sin entender que la ciencia solo puede proveer lo que se cree que son hechos acerca de la enfermedad, no juicios de valor acerca de cómo responder a esta. Peor aún, manipula los hechos y lo justifica diciendo que sus mentiras nobles benefician a aquellos que no pueden procesar la verdad. James vive según el credo de los políticos del show británico Yes, Prime Minister: “Algo debe hacerse. Esto es alto. Por lo tanto, debemos hacerlo”. Proyectando seguridad y ser decisive supera otras consideraciones. Y a pesar de su creencia de que él es fríamente analítico, cuando su intelecto le dice una cosa y sus incentivos le dicen otra, muchas veces sigue a sus incentivos.
James también parece pensar que su grandeza de alma lo excusa de las reglas que desea que otros respeten. Vemos este arquetipo en los funcionarios de salud pública que admitieron que habían jugado a ser psicólogos aconsejándole a la gente no comprar mascarillas a principios de la pandemia debido al temor de que no hayan suficientes mascarillas para los trabajadores de salud en la primera línea de defensa y al retardar las pruebas de las vacunas y su aprobación para que parezca ser algo deliberado. Otros ejemplos de esto son los muchos líderes políticos y autoridades gubernamentales que presionaron para los cierres públicos y las cuarentenas pero luego personalmente violaron esas restricciones. Finalmente, está el problema extraño de que los debates iniciales acerca de quién debería tener prioridad al recibir las primeras dosis de las nuevas vacunas no se trataban acerca de minimizar los contagios de COVID sino acerca de quiénes merecían una vacunación temprana (John H. Cochrane ha escrito espléndidamente sobre esto).
El tercer arquetipo del libro es Jasmine, una pensadora independiente y escéptica. Ella no es crédula como Jane y tiene una tendencia a ser contraria. A ella no le satisfacen las meras apelaciones a la autoridad; ella quiere conocer el argumento, y está consciente de las compensaciones y de las consecuencias no intencionadas. Escuchamos de personas como Jasmine a lo largo del libro, y estos individuos están sorprendidos ante lo que la gente está dispuesta a hacer y sacrificar porque los políticos y personas en sacos de laboratorio les dicen que lo hagan. También explican la evolución de la pandemia a través de los ojos de Jane y James. Este es un ejercicio ilustrador.
Consecuencias más allá del contagio
Los autores dividen la pandemia en tres etapas. Hubo el “Gran miedo” desde enero a marzo de 2020. A esta etapa le siguió la de “La ilusión del control” entre abril y diciembre de 2020, confrme las primeras vacunas fueron desarrolladas, probadas y empezaron a ser aplicadas. Finalmente, hubo la etapa en la que estamos ahora: “Los juegos finales”. Los autores documentan lo que Friedrich Hayek denominó “el abuso y declive de la razón” en cada etapa.
Las personas promoviendo cuarentenas, ordenes de uso de mascarilla y otras intervenciones podrán protestar de que simplemente están siguiendo la ciencia, y podrían ser incrédulos ante la misma idea de que deberíamos cuestionar lo que los expertos dicen. Uno de los problemas con la pericia exaltada, sin embargo, es que ignora muchas compensaciones importantes. Frijters, Foster y Baker exploran esto a lo largo del libro pero especialmente en el capítulo 5, “La tragedia”. En nombre de un objetivo único y exclusivo —limitar la trasmisión— los formuladores de las políticas públicas desataron muchas consecuencias no intencionadas. Estas van desde inconveniencias relativamente menores como tener una cosa más acerca de la que preocuparse (preguntar “¿Tengo una mascarilla?” cada que sale de su casa), a lo distópico (no saber cómo se ven mis estudiantes desde el puente de su nariz hacia abajo), a lo devastador (los enormes números de personas que fueron empujados hacia la pobreza por disrupciones económicas relacionadas con el COVID). El capítulo más interesante del libro es el capítulo 6, “La ciencia durante el Gran Pánico: ¿El mejor momento o el peor fracaso?” Este es un estudio interesante acerca de cómo las condiciones iniciales importan en las discusiones científicas. Muchos de los análisis tempranos empezaban con números y presunciones sospechosas, pero fueron aceptados por la revisión temprana de profesionales y no fueron cuestionados tan rigurosamente como deberían haber sido. Los científicos no fueron suficientemente escépticos, argumentan los autores, de las estimaciones iniciales acerca de las estimaciones iniciales de las tasas de mortalidad por infección y de las tasas de mortalidad de casos.
Las cuarentenas, los mandatos y otros planes centrales dirigidos por expertos son sospechosos porque ignoran lo que Hayek denominó “las circunstancias particulares del tiempo y el lugar”. Armados con este conocimiento, podemos tomar las estimaciones de los expertos acerca de las diferentes probabilidades y tomar lo que es, en nuestro juicio considerado, las mejores decisiones para nuestras familias. Un planificador o modelador central no puede poseer este conocimiento local; este es descentralizado y muchas veces tácito, y no puede confrontar al planificador o modelador como data.
Mucha de la política elaborada en el nombre de la ciencia es, en mi opinión, escatológica en lugar de científica y una analogía que los autores hacen entre la ciencia del COVID y el clérigo medieval es apropiada. Que usted pueda comprar velas devocionales para rezar con el consejero de COVID, el Dr. Anthony Fauci, es una broma astuta, pero como muchas bromas, esta revela algunas verdades importantes e incómodas.
Las críticas
Ningún libro es perfecto, por supuesto, y The Great Covid Panic no es la excepción. Soy escéptico acerca de la narrativa de Frijters, Foster y Baker en torno a la desigualdad-y-la-plutocracia, tanto en EE.UU. (ver Phillip Magness et al. Marzo de 2022, Economic Journal, “How Pronounced is the U-Curve?”) como globalmente.
El penúltimo capítulo, “¿Qué sigue—y qué hemos aprendido?” es un poco decepcionante. En gran medida es especulativo, lo cual está bien; sin embargo, algunas de las especulaciones distraen del mensaje principal del libro. Sospecho que esto fue, en parte, un producto de la necesidad de sacar el libro rápidamente.
El libro ofrece varias propuestas que me preocupan. Primero, se hace un llamado a crear una Organización Mundial de Histeria que podría tener la habilidad de cerrar las redes sociales globales si percibe que hay un pánico. Esta es una sugerencia particularmente problemática en vista de la reciente supresión en internet que se ha dado en Cuba y Rusia. También es raro que esta propuesta aparezca cerca del final de un libro que tan claramente documenta un fallo de política pública tras otro.
Los autores también sugieren que la Fundación Científica de Europa financie “Nuevas Escuelas de Pensamiento” en oposición directa al consenso establecido, para combatir el pensamiento grupal. Pienso que menospreciamos la disidencia, pero dichas escuelas nuevas de pensamiento ya están siendo financiadas por personas como George Soros a través de, por ejemplo, la Universidad Central Europea y el Instituto para el Nuevo Pensamiento Económico.
También sugieren que las sociedades “traten la atención compulsiva a los teléfonos móviles como abuso de sustancia o como una adicción a las drogas, alcohol o tabaco”. Tengo algo de simpatía por esto porque ver un cuarto lleno de estudiantes universitarios de 19 años pasar una hora sin revisar sus celulares es como ver a alguien soportar los efectos de dejar de consumir heroína, pero el mercado ya se les adelantó. Una búsqueda rápida en Google con los términos “tratamiento para adicción a las redes sociales” y aparecerán casi 1,2 millones de resultados. Además, las personas pueden salir del alcantarillado de las redes sociales con la ayuda de software que bloquea sitios Web. No estoy seguro de que las políticas públicas como una organización anti-histeria o la medicalización de la adicción a Facebook ayudarían.
Finalmente, los autores sugieren que las personas canalicen el fanatismo religioso hacia construir máquinas de inteligencia artificial”. A su favor, ellos notan que, “No estamos muy convencidos de esta idea nosotros mismos y esta conlleva posibles riesgos”. La naturaleza y el Dios de la naturaleza produjeron conjuntos ambulantes de grasa y cartílagos que pueden comprenderse entre sí y producir la Novena Sinfonía de Beethoven, los platos de cordero etíopes, y Star Wars. Dudo que un ternero dorado o una nueva Torre de Babel o un godbot.ai sacudan el alma. También hay, por supuesto, la posibilidad de que godbot.ai presente una interpretación muy creativa de las leyes de la robótica que convierta a nuestro mundo en un libro de Isaac Asimov.
A pesar de estas críticas, este es el tipo de libro que necesitaba ser escrito, y necesita haber muchos otros como este. La libertad y la prosperidad volverán conforme la pandemia pasa; sin embargo, estas volverán en una forma modificada y menos brillante, como Robert Higgs explicó hace 30 años en Crisis and Leviathan. Los partidarios de las cuarentenas y las ordenes están haciendo un llamado de la “experimentación atrevida y persistente”, justo como lo hizo Fanklin D. Roosevelt en su discurso de 1983 en la Universidad de Oglethorpe. Sospecho que, justo como el New Deal exacerbó la Gran Depresión, el pánico del COVID terminará siendo un ejemplo de una cura que es peor que la enfermedad. Mejor aprender ahora que nunca.
Este artículo fue publicado originalmente en Regulation (Otoño de 2022).