El giro animal
Carlos Rodríguez Braun dice que para llegar a sostener que el conocimiento y la razón no son propiamente humanos se tiene que desarrollar una argumentación que elimina toda distinción entre la persona y la naturaleza.
Según leí hace un tiempo en El País, el giro animal es “el movimiento de estudios que apuesta por desterrar la visión antropocéntrica de la cultura para conectarnos sin jerarquías con todos los seres que habitan en nuestro entorno”. Sin jerarquías.
La filósofa belga, Vinciane Despret, profesora de la Universidad de Lieja y de la Universidad Libre de Bruselas, voz prominente de este movimiento, explica: “no puedo entender por qué llevamos tanto tiempo creyendo que los humanos somos más inteligentes o únicos. Ese es el tema: nos creemos únicos, pero creemos que los animales no. Me parece totalmente irreal. Es ese discurso que admite que sí, que los animales son listos porque el tigre corre muy rápido y el murciélago sabe cómo moverse estratégicamente, y que después también afirma: ‘Pero nosotros sabemos que vamos a morir y ellos no’. Ajá. ¿Cómo sabes eso?”.
Para llegar a creer que el conocimiento y la razón no son propiamente humanos uno tiene que desarrollar una argumentación que nubla toda distinción entre la persona y la naturaleza. Es lo que hace esta pensadora, a la cual el veganismo y el activismo animalista se le quedan cortos, porque “seguimos en ese discurso de nosotros como ciudadanos frente al resto y se obvia que los humanos han convivido con animales durante siglos. También comprendo las críticas a la deriva de la mascotización de la sociedad. Esa relación de jerarquías que establecemos es la más fácil de todas. La gente que sueña con nadar con delfines lo hace desde un prisma imperialista, y esa es una forma paternalista de conocer a los animales”.
Nótese que estamos mucho más allá del interés humano hacia la naturaleza y su cuidado, y de la relación de simpatía que tienen las personas hacia los animales. El giro animal consiste en acabar, como vimos al principio, con las jerarquías: no puede haberlas en el ecosistema. Es la senda que nos encamina hacia el sometimiento, cuyo primer paso, justamente, es comprender que no somos diferentes a los animales. Somos, en realidad, iguales a ellos. Y en cuanto a los sentimientos, informó El País que la profesora Despret, “poco dada a las muestras de cariño entre humanos, ha llegado a comprender lo que es la ternura gracias a la convivencia con su perra Alba, reacia, como ella, a ese tipo de afectos”. Espectacular.
Este artículo fue publicado originalmente en La Razón (España) el 9 de noviembre de 2021.